Hay una buena noticia para los pescadores artesanales de todo el país: el Presidente Sebastián Piñera acaba de ingresar a la Contraloría, para toma de razón, el reglamento de la ley caletas.
Cuando el trámite se cumpla, esa ley podrá aplicarse a cabalidad, en directo beneficio de los cerca de 90 mil pescadores artesanales que trabajan en nuestras costas, desde Arica-Parinacota a Magallanes.
La norma -cuya plena entrada en vigencia constituye un comprensible anhelo del sector- tiene un objetivo ambicioso, pero realizable: convertir a las aproximadamente 450 caletas que hay en el país, en verdaderos polos de desarrollo económico.
El origen de muchos de esos asentamientos costeros se pierde en las sombras del pasado. Y su desarrollo, como es lógico, ha estado relacionado históricamente con una sola tarea: la extracción de recursos marinos, sean peces, moluscos, algas u otros.
Esa esforzada y a veces arriesgada labor, ya la practicaban algunos de nuestros pueblos originarios. Como los changos en el norte o los chonos en el sur, mucho tiempo antes del nacimiento de la República.
A lo largo del tiempo, las caletas han realizado un aporte evidente, al suministrar alimentos frescos, ricos y saludables a la población. Junto con lo anterior, han contribuido al desarrollo económico del país. Pero, además, se han convertido en una hebra clave del tejido cultural chileno.
Con una disponibilidad menor de recursos marinos, que los propios pescadores constatan a diario cuando salen en sus embarcaciones, sin embargo, resulta insoslayable buscar fórmulas para proyectar al sector artesanal hacia el futuro, a partir de las caletas.
En ese esfuerzo será fundamental esta ley, cuyo reglamento se encuentra ahora en la Contraloría. Porque entregará herramientas concretas a los pescadores para que avancen hacia la diversificación productiva. Premisa que Subpesca promueve para el sector, por orden del Presidente y conforme a las orientaciones del ministro de Economía, José Ramón Valente.
En línea con ese principio, el sector artesanal podrá incursionar en actividades económicas distintas de la extracción de recursos marinos. Desde las propias caletas y sin dejar de lado la valiosa, a la vez que colorida, forma de vida que se da en esos asentamientos.
Las iniciativas que tendrán la opción de llevar adelante, se relacionan con ámbitos diversos, cuyos límites están dados únicamente por la creatividad y el empuje de los pescadores. Gastronomía, a partir de los recursos que ellos mismos extraen; venta de artesanías, administración de estacionamientos, turismo en embarcaciones y pesca recreativa, se cuentan entre ellas.
Lo anterior se verá facilitado por el hecho de que las organizaciones artesanales podrán pedir la destinación (concesión marítima) de sus caletas, de manera gratuita y por un horizonte extenso: 30 años.
Los pescadores de todo el país quedan ahora con una tarea por delante: interiorizarse sobre los alcances de la ley de caletas y echar mano a todo su ingenio y ganas de progresar, para sacarle el máximo provecho, tanto en beneficio de sus familias, como de la actividad a la que se han entregado con ahínco y cariño, por generaciones. ¡Ese es el desafío!
Eduardo Riquelme P.
*Subsecretario de Pesca y Acuicultura