En un alarde de ingeniería y arquitectura, buscando entregar una mirada directa desde el centro de Valparaíso al borde costero, el año 2000 se construyó la pasarela Bellavista. De madera lamida, resistente y duradera, su diseño pasaba en forma elegante sobre la avenida Errázuriz, con intenciones de avanzar luego en dirección al mar.
Eran tiempos de la alcaldía del DC Hernán Pinto y la obra, proyecto de un destacado arquitecto, tuvo en esos años un costo de 120 millones de pesos.
Buenas intenciones. No se completó el proyecto primitivo que acercaba al mar y sus numerosos y cansadores peldaños no tuvieron acogida entre los peatones de ese punto clave de la avenida Errázuriz, quienes preferían cruzar la calzada, contando incluso con el apoyo de un semáforo.
Así, la pasarela se convirtió en un problema más para esta castigada ciudad, pues favoreció el comercio ambulante, acogió en su altura traficantes y consumidores de drogas y hasta resultó ser una informal letrina en altura.
Daños, grafiteo, lanzamiento de proyectiles hacia los vehículos y otras incivilidades que parecen estar en el ADN de muchos porteños, convirtieron a este lindo proyecto en atalaya peligrosa que convenía eliminar.
Se tomó entonces la decisión y el domingo pasado se inició el desmontaje de la estructura que, en sus días postreros, demostró que estaba bien construida, pero que en su proyecto no asumió consideraciones antropológicas que deben estar presentes en iniciativas que se acometen en espacios públicos.
Bueno, después de los errores vienen las recriminaciones y los análisis sobre fallas en nuestra educación que no internaliza en los estudiantes el valor básico de respeto a las personas, a sus bienes y a los bienes públicos que pese a ser de todos no pueden estar a disposición del capricho, del vandalismos y de las incivilidades, corriente de moda en estos días con numerosos admiradores y militantes.
Olvidando el balance negativo de esta iniciativa, hay que seguir considerando las pasarelas como una solución que entrega seguridad y fluidez al movimiento de peatones en puntos peligrosos. Es necesario hacerlas cómodas en el acceso, quizás con ascensores y escalas mecánicas, y asegurar su mantención para evitar colapsos como el ocurrido en el sector Portales.
La experiencia de Bellavista reitera que las soluciones de tablero, esas que son estupendas en los planos, deben ser sometidas a la lupa de sociólogos y antropólogos que pueden adelantar conductas humanas para mejorar proyectos o bien, simplemente, dejarlos de lado evitando así costosos fracasos previsibles a la espera de cambios conductuales que algún día, con optimismo, esperamos deben llegar.