Bajada regional de los ejes de gobierno
El primer consejo de gabinete del segundo año del Presidente Sebastián Piñera llamó la atención por su marcado carácter político y su indisimulado tono centralista, lo que -al menos, desde Valparaíso- puede interpretarse como una lectura de que el Mandatario volverá a apostar por manejar el poder regional a través de los filtros habituales de La Moneda, léanse asesores de Interior e intendentes, que en este primer año sencillamente no dieron con la sintonía correcta en las propias prioridades establecidas por el Presidente, quien exigió reforzar el mensaje político en torno a tres ejes clave de su programa de gobierno.
La seguridad ciudadana, mencionada por Piñera como la preocupación primera de los chilenos, y cuyo control en la Región está lejos de recibir un aprobado, tuvo aquella señal solicitada durante esta semana, con la visita del ministro del Interior, Andrés Chadwick, y el director nacional de la PDI, Héctor Espinosa, para constatar la condición de los policías heridos en la captura de una peligrosa banda narco en Colliguay y coordinar las pesquisas respectivas. Para nadie es misterio que Carabineros ha perdido relevancia en el control de la delincuencia e incivilidades, ya sea por la nula coordinación que ha tenido con la gobernación porteña (esto, desde tiempos de Omar Jara a María de los Ángeles de la Paz), su última ineficiencia callejera o por sus repetidos pecados públicos, como fueron los casos de los pitoneros o los repetidos cambios de general de zona.
El eje dos, el énfasis social, específicamente dirigido a la clase media del país, bien puede ser discutido en la Región, la cual en la práctica no muestra políticas claras y definidas al respecto. ¿Qué es, finalmente, el énfasis social? ¿Comenzar a demoler las viviendas de los inmigrantes de la toma Naciones Unidas en Limonares, pero postergar su desalojo por la ausencia de soluciones de vivienda? ¿Hacer oídos sordos al drama del comercio establecido en tanto los vendedores ambulantes (que también atentan contra el primer eje) siguen siendo dueños de las calles de Valparaíso y Viña? ¿Contratar expertos noruegos para que nos digan que en Quintero y Puchuncaví no hay niveles peligrosos de contaminación? ¿Cuáles son las principales medidas ofrecidas a la clase media, por lejos la más populosa y golpeada? ¿Dónde están los seremis?
Por último, respecto del tercer eje, el de crecimiento, poco habría que subrayar para la única Región del país que tiene el nada honroso récord de haberse contraído en 2018 (-0,4%), más aún si en, palabras de Piñera, "lo que más perjudica a nuestro país es cuando éste se estanca y, sobre todo, cuando se acostumbra al estancamiento", cosa habitual tras la caída inmobiliaria y del T 2, la postergación del Merval a La Calera, el secreto a voces de que el tren rápido a Santiago no tiene para cuándo o el incomprensible desaprovechamiento de una instancia única como APEC. En fin, nadie prometió un jardín de rosas, pero el Gobierno quiere hacer las cosas bien y nadie pone en duda las buenas intenciones del Presidente y sus colaboradores. Con todo, si hay espacio para consejos, la lógica regional de obediencia irrestricta al poder central, sin riesgo ni roce alguno, no ha dado resultados.