Después de tres reuniones preliminares -en Cusco/2004, en Brasilia/2005 y en Cochabamba/2006- los países de América del Sur suscribieron en Brasilia el 23-V-2008 el "Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas" que entró en vigor en Quito el 11-III-2008.
Su artículo 2 decía que UNASUR "… tiene como objetivo construir… un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos".
El sesgo ideológico impuesto a este organismo por el Presidente Hugo Chávez, con la idea de expandir en Sudamérica un "socialismo a la cubana" y el decaimiento posterior de Venezuela hasta su actual condición de Estado fallido, hicieron entrar en crisis progresiva a UNASUR hasta su apagón definitivo.
El Presidente Sebastián Piñera, comprendiendo la importancia de un organismo relacionador de nuestros países a nivel continental, ha convocado en Santiago a los gobiernos de los estados sudamericanos, con el propósito de restablecer las relaciones originales en una asociación provisoriamente denominada PROSUR, proponiendo nuevas metas compartidas por todos, una estructura más dinámica y una programación de tareas susceptibles de realizarse a breve plazo en beneficio común. A modo de ejemplo se han sugerido: conexiones viales y ferroviarias entre países vecinos, suministros de energía, de agua potable y regadío, redes de comunicaciones y noticias, entre otras.
Han confirmado su participación Perú, Argentina, Brasil, Ecuador, Colombia, Uruguay, Paraguay y Guyana, además de Chile como convocante.
Personalmente, no concibo una Unión Latinoamericana de Naciones -que es lo que postula la mayoría de las Constituciones Políticas respectivas- en ausencia de México, Centroamérica y el Caribe.
Y creo firmemente que, si éste es el primer paso, el objetivo final debiera ser la creación de los "Estados Unidos de Latinoamérica", única manera de unir nuestros recursos y capacidades, poniendo término a la limosna que recibimos por la exportación de nuestras materias primas, de adquirir la tecnología necesaria para explotarlas y exportar sus productos, de terminar con nuestra ridícula "carrera armamentista" y las absurdas y costosas rencillas limítrofes; y así, en definitiva, poder elevar la calidad de vida de nuestros pueblos y adquirir el peso gravitacional necesario para enfrentar a las grandes potencias en igualdad de condiciones, sin tener que agachar la cabeza como lo hacemos habitualmente.
Si la Unión de los Estados Latinoamericanos lograra extenderse a toda la América Latina y el Caribe, comprendería una población aproximada a los 600.000.000 de habitantes, con un PIB superior a los 6 billones de dólares, suficientes para un desarrollo cultural, agropecuario e industrial sostenible indefinidamente.
Dr. Lautaro Ríos Álvarez
Profesor Universidad de Valparaíso