La aprobación de la Ley de Cabotaje, la cual permite el tránsito a naves extranjeras superiores o igual a 400 pasajeros en territorio nacional, es sin duda un gran avance que potenciara la industria de cruceros, aumentando con ello la competencia del transporte marítimo.
Sin embargo, la protección del cabotaje en lo que se refiere a carga general sigue favoreciendo a las compañías navieras, cuyas naves portan la bandera nacional. Se trata de un problema que no sólo afecta a Chile, sino que a la mayoría de los países y se arrastra desde hace muchos años.
Las políticas que los Estados imponen en la mayoría de los países sobre este tema señala que el transporte de cargas y personas dentro del territorio nacional debe efectuarse solamente en naves nacionales, cuyos argumentos van desde lo estratégico, proteger a la flota mercante nacional, aspectos ambientales, ventajas económicas, etc. La paradoja respecto de esta materia se hace evidente cuando en la década del 90 se concretaron muchos acuerdos que llevaron a la desregulación y apertura de la economía y el comercio internacional, incluyendo el mercado de fletes en el transporte marítimo.
Sin embargo, el propósito recíproco de esta apertura en el caso de Chile sesga el concepto de libre mercado, porque no incluye el transporte marítimo de cabotaje. El tema no deja de ser complejo, porque a pesar de que los argumentos que promueven los países para proteger su cabotaje sean similares, subyacen variables propias o particulares de cada país.
Lo cierto es que todo esto impide resoluciones en el corto plazo, en el caso de Chile es un pan caliente difícil de tomar, debido a que prevalecen diversos intereses políticos, gremiales y empresariales que se resisten a la apertura del cabotaje a naves de bandera extranjera, lo cual demandaría establecer muchos acuerdos difíciles de consensuar.
No obstante, pretender cubrir todo el territorio con naves de bandera nacional requiere realizar un estudio respecto de si las navieras nacionales tienen la disponibilidad de flota suficiente para cubrir nuestra larga costa y más aún si los volúmenes de carga les puedan permitir una rentabilidad sustentable.
Por otro lado, conocer si los puertos secundarios cuentan con la infraestructura necesaria para desarrollar esta actividad. Hoy las naves de bandera nacional realizan cabotaje sólo en parte de nuestro territorio, en la zona norte el cabotaje está acotado a los gráneles líquidos, pero no a carga general. Además, es un mercado concentrado en muy pocas empresas, impidiendo la libre competitividad en beneficio de los usuarios. Agregar que hay otras áreas que no cuentan con un servicio regular de cabotaje, por lo que en casos muy puntuales en que se requiere transportar carga entre puertos la alternativa es hacerlo en naves de bandera extranjera, por lo que se debe recurrir a los permisos temporales de cabotaje (waiber).
En consecuencia, una alternativa inicial y equitativa de libre mercado para las naves de bandera extranjera es que puedan movilizar carga general entre los puertos que no son atendidos regularmente por navieras o naves de bandera nacional, esto contribuiría a generar una libre competencia en el transporte marítimo interno, generando con ello mejores niveles tarifarios en beneficio del fin último del sistema: los usuarios.
Director de la carrera de Ingeniería en Transporte Marítimo, Unab
Caupolicán Guerra Iriarte