A terminar con una sequía de 5 años
FÚTBOL. Carlos Espinoza, portero que se consagró con los oro y cielo en 1950 y 1952, celebra hoy su cumpleaños en la ciudad de Puerto Montt tras superar un accidente cerebrovascular.
Everton está de fiesta, o al menos debería estarlo. Y es que uno de los jugadores con más títulos en la historia del club celebra su cumpleaños. Campeón con los oro y cielo en los míticos trofeos de 1950 y 1952, hoy, Carlos Enrique Espinoza Marambio, nacido un 21 de abril de 1928, cumple 91 años.
El que con certeza es el último sobreviviente de la primera corona auriazul sigue dando pelea luego del accidente cerebrovascular (ACV) que sufrió el 29 de diciembre pasado, y que lo obligó a pasar cerca de diez días, incluyendo el Año Nuevo, en el hospital de Puerto Montt, ciudad donde está radicado desde el 2015 y donde vive en casa de su hija Miriam.
"Todavía no se puede comunicar como a él o como a uno le gustaría. No es sencillo. Hasta a mí me complica como hijo", cuenta Miguel, quien también vive en Puerto Montt, y que prefiere no exponer a su padre. Junto a Miriam, ambos coinciden en que podría ser muy frustrante para él intentar expresarse por teléfono, más aún por la ansiedad que le podría provocar recordar su gloriosa etapa en Everton.
Intensa recuperación
Después de recibir el alta médica tras su tercer y último ACV, Carlos Espinoza cumple todos los días, y de forma rigurosa y sin alegar, con sus terapias de rehabilitación en fonoaudiología, kinesiología y terapia ocupacional.
"Por fortuna, salió bien de esa situación, porque podría haber quedado postrado, sobre todo por la edad que tiene y lo masivo que fue su último accidente. El doctor nos dijo que él pensaba que iba a quedar postrado, pero mi papá salió caminando del hospital y se ha ido rehabilitando", explica Miriam.
"La parte que menos ha avanzado en su recuperación es el lenguaje. Él entiende todo, sabe todo, nos reconoce a todos... pero cuando él trata de hablar, de repente uno le entiende poco, y el resto es difícil tratar de adivinar", agrega.
De todas formas, hay avances sumamente notorios, y salvo ciertas secuelas en el lado derecho de su cuerpo, que también se vio afectado, se encuentra bien en general. Por precaución ante el riesgo de caídas, la familia tomó la decisión de contratar a una persona para que cuide de él entre las 9 y 17 horas. Aunque todavía puede desplazarse sin apoyo, experimenta algún grado de inestabilidad al caminar.
"Él tiene la tendencia a quedarse en cama por las dificultades, pero las terapias le ayudan a estar activo, y él en sus rutinas de kinesiología ha avanzado mucho. Con la mano derecha la motricidad fina no la tenía muy bien, no podía comer solo, pero esto ha ido avanzando porque ya logra hacer algunas cosas", cuenta Miriam.
Con fuerza interior
Un aspecto clave en todo este proceso han sido los avances que el mismo Carlos Espinoza ha visto, ya que eso, pese a las dificultades y frustraciones, lo insta a seguir luchando día a día. De lo contrario, lo más probable es que no insistiría con las terapias, como suele suceder frecuentemente en este tipo de casos. Según explican los especialistas, los primeros seis meses tras un ACV son cruciales para determinar el grado de recuperación, y por eso tanta intensidad en los ejercicios.
"Mi papá tiene una fuerza interior bastante grande, porque cualquier otra persona habría caído en una depresión. Él estuvo a pasos de hacerlo, pero como de a poco ha ido viendo avances, creo que eso le ha dado una fuerza extra, aunque también tiene momentos en que se siente muy triste", reconoce Miriam.
Quizá uno de los dolores más grandes para Carlos Espinoza es no poder ser autovalente e independiente. Y es que seguramente a un tipo que fue tan ágil, le cuesta asimilar su condición actual. Pero también hay elementos más profundos, como el hecho de representar una carga que nunca quiso ser para sus hijos. Sin embargo, ellos, cada uno a su manera, intentan acompañarlo y disfrutarlo.
Hoy, en una día tan especial para él, varios de sus hijos, además de tres nietos y una bisnieta, lo ayudarán a cantar y festejar su cumpleaños una vez más. "Los que estamos por acá nos vamos a reunir. Esperamos que esté bien acompañado. No sé si vendrá alguno de mis hermanos de Viña del Mar o Valparaíso. Lo acompañaremos desde el desayuno y después en la tarde para que apague una velita", confiesa Miriam.
El último ACV le truncó algunos planes a Espinoza, como el de celebrar su cumpleaños en Concepción con su nieta mayor, que también nació un 21 de abril. A futuro, el exmeta de Everton tiene pendiente un nuevo regreso a sus raíces y a un reencuentro con algunos de sus años más gloriosos, como esos en que defendió el arco oro y cielo, recuerdos que siempre guardará y atesorará en su corazón y en su memoria, pese al inexorable paso del tiempo. "Él tiene ganas, pero en estas condiciones va a ser duro", admite Miriam.
Una sequía de cinco años sin triunfos frente a Unión Española, saldrá hoy a interrumpir Everton cuando enfrente a los rojos en el estadio Santa Laura, a partir de las 20.30 horas en el duelo que cierra la jornada. La última victoria de los oro y cielo data de febrero de 2014 cuando se impusieron por 3-1 en el recinto de Plaza Chacabuco. A partir de entonces se midieron en tres ocasiones con dos celebraciones para el conjunto de colonia y un empate. Esta igualdad se registró en el último enfrentamiento que finalizó 2-2 con tantos de Camilo Rodríguez y del mexicano Marco Bueno para los viñamarinos, en noviembre del año pasado.
"Mi papá tiene una fuerza interior bastante grande porque cualquier otra persona habría caído en una depresión".
Miriam Espinoza, Hija del exgolero oro y cielo
de abril de 1928 nació Carlos Espinoza, quien con apenas 17 años llegó al cuadro oro y cielo. 21
el año en que Carlos Espinoza se trasladó de Coronel a la casa de una de sus hijas en Puerto Montt. 2015