El gran tema del Valparaíso de cara al Siglo XXI es la relación ciudad-puerto, donde ambos tienen serios problemas, pero al mismo tiempo grandes potencialidades si logramos una visión común y no impuesta antidemocráticamente por parte del Estado. Y este desafío tiene tres aristas fundamentales que se deben complementar: una legislativa, que tiene que ver con la Ley de Puertos (tributos y concesiones); otra esencial que es la mantención del actual molo de abrigo; y una social/urbana/portuaria que relaciona la ciudad con su expansión portuaria, para que Valparaíso pueda seguir siendo un puerto competitivo y a la vez, reactivar la ciudad y potenciar sus otras vocaciones como el turismo y el mundo del conocimiento.
El 90 % de los porteños vive en los cerros, pero es el Plan de Valparaíso el centro social, económico y de servicios. Por lo mismo, lo que se haga en el borde costero es fundamental en el comercio portuario pero también repercutirá en la limpieza, seguridad, salud, medio ambiente, trabajo y economía local, turismo, reactivación urbana y recuperación arquitectónica (memoria) de todo el Plan de la ciudad y por ende en el patrimonio y calidad de vida de todos los porteños.
La tensión en la ciudad ha sido alta. Sabemos dos cosas, lo que nos une y lo que nos desune. Busquemos lo que nos une, porque lo que nos desune ha fracasado y nadie nos asegura que no volverá a fracasar.
Los trabajadores de la logística portuaria quieren trabajo, los concesionarios quieren seguridad, el Municipio diálogo y Ley de Puerto, el Estado quiere puerto, el resto de la ciudadanía -que es la mayoría- quiere trabajo y mejor ciudad.
En esta lógica, el Terminal 2 divide porque para algunos es la última salvación y para otros es el diseño más malo y no viable. Lo que nos une es que todos queremos una buena expansión portuaria. Hay otros diseños portuarios salidos del mundo de la academia, de particulares, de la propia EPV y de los concesionarios. ¿Son más caros que el T2? ¿Son inalcanzables? ¿Qué beneficios tienen para la ciudad? ¿Se hacen cargo de las aguas abrigadas, las zonas de acopio y las vías de acceso por camión y tren? ¿Es estratégico que todo quede en San Antonio? ¿Por qué la EPV no hace un concurso abierto y luego de una selección por un jurado técnico de los 2 o 3 mejores proyectos, sea la ciudad la que dirima, dentro de un costo económico a cargo del Estado que Valparaíso se merece, necesita y debe exigir?
Hay tiempo, la capacidad portuaria y la demanda actual de la región sí lo permite. En un tiempo acotado, con un buen puerto consensuado acorde a nuestra geografía, Valparaíso podrá recuperar las navieras que se fueron, así como también podrá recuperar los cruceros si cuenta con un muelle para estas naves y la ciudad, la región y el país ganará.
Tenemos tiempo para ganar, pero no tenemos tiempo para perder.