Aparente incertidumbre
Ignacia Imboden Fernández Integrante Metropolitica
El 28 de mayo un histórico fallo de la Corte Suprema, que acogió nueve de los doce recursos de protección presentados por 18 organizaciones sociales y personas naturales, tras los eventos de contaminación que afectaron a habitantes de las comunas de Quintero y Puchuncaví el año 2018, entregó quince medidas que deberá aplicar el gobierno en la denominada zona de sacrificio.
El 4 de junio el Presidente Piñera lanza el "Plan de descarbonización", iniciativa que busca terminar con las centrales a carbón en Chile (¡a 30 años!). El día 26 de junio el gobierno declara que buscará revertir en la Corte Suprema la resolución del Tribunal Ambiental de Valdivia, que mantuvo la prohibición de realizar tronaduras en la Mina Invierno, que extrae el carbón que abastece las plantas de Quintero Puchuncaví.
Nuestra política ambiental es tan poco clara que permite anteponer la amenaza de despidos a la protección de la salud y la vida, y mantener este juego ambivalente en que nos anuncian que seremos un país carbono neutral, no obstante nada de lo que ocurre en el presente va en esa dirección.
Años de lucha, con antecedentes de impacto que se remontan a la década del ochenta. Los habitantes del sector ya levantaban voces de alarma señalando que sufrían pérdidas en sus cultivos por la actividad de Codelco Ventanas, según consta en oficios del ministerio de agricultura en 1968. Al fin llega un punto jurídico que debiese sentar precedente.
Ecología democrática e igualdad climática, es lo que requerimos ahora.
La Corte Suprema señala, en el fallo, que el Estado es responsable del nivel de vulnerabilidad ambiental de esta zona de sacrificio y ordena disponer de medidas que protejan a la población. En ese sentido, ordena la reducción de emisiones de contaminantes, elaborar diagnóstico de base de las enfermedades detectadas a la población, levantar estudios a la brevedad que establezcan de manera cierta el método más idóneo y adecuado para determinar la naturaleza de los gases. Pero después de haber visto la magnifica serie Chernóbil, no podemos dejar de preguntarnos ¿bajo qué parámetros y con qué instrumentos?
El fallo indica al respecto "…reducción de emisiones de contaminantes a parámetro a ser fijado por autoridad administrativa" ¿A qué nos enfrentamos cuando se establece que aun debemos encontrar "el método más idóneo" para determinar la naturaleza de la contaminación?
Este Chernóbil viene explotando desde hace más de 60 años, dejando un evidente escenario de catástrofe que pretende ser maquillado con paisajismo y sostenido por una porfiada apariencia de incertidumbre, que pretende hacernos pensar que no existen estudios validados y que el daño no es real. No podemos esperar al 2040.
Vivir en una zona de sacrificio, es vivir la desigualdad climática, de hecho la ONU indica que quienes se verán más afectados por el cambio climático serán justamente las poblaciones más empobrecidas. Y sabemos que las zonas de Quintero y Puchuncaví se han visto dramáticamente empobrecidas debido a la contaminación, todo un círculo vicioso.
Ventanas, Tocopilla, Mejillones, Huasco, Coronel, Concón, son parte del corazón más desolador del mapa de las zonas de sacrificio de nuestro país.
Para quienes viajamos por la región de Valparaíso, entrar al sector en que opera el cordón industrial de Quintero Puchuncaví, es ingresar a una escena apocalíptica. La vegetación se reduce, todo se torna gris, la agricultura del secano costero simplemente no existe y las actividades de pesca artesanal del sector están muy deprimidas.
Entonces la pregunta que debemos responder es ¿cómo revertimos esta situación para que el desarrollo del territorio se dé en igualdad?
La Corte Suprema ha ordenado con urgencia la modificación del plan regulador, esta es una tremenda oportunidad si utilizamos todas las herramientas disponibles para la innovación social, ya no sirven los criterios de análisis usados hasta hoy, no podemos seguir tomando decisiones con una balanza que antagoniza dos elementos tan importantes como son el derecho a la salud y a la vida y el desarrollo económico.
Ciertamente es posible distinguir a algunas empresas con ética medioambiental, o bien empresas que destinan parte de sus ganancias para la promoción de iniciativas comunitarias, inclusive en zonas de sacrificio, sin embargo estas acciones hoy son insuficientes porque no regeneran el daño existente.
Llegó la hora de escuchar las voces de una ciudadanía organizada que con fuerte liderazgo y lucha incansable, desde Quintero Puchuncaví, ha logrado que sus demandas sean acogidas por la máxima instancia judicial del país.
Soluciones drásticas a problemáticas descomunales. Hacernos cargo y recuperar lo dañado. No más Chernóbil en ningún punto de la región, del país, ni del planeta.