Educación de ayer, educación de mañana
Los desafíos que se aproximan exigen urgencia, precisión y rigor. No podremos entrar a niveles superiores de prosperidad si no ponemos a trabajar todas las fuerzas de la sociedad chilena. Académico Escuela de Negocios de U. Mayor.
Hace unos pocos días, por la mañana en una reunión con ejecutivos de grandes empresas, y por la tarde con dirigentes gremiales de micro y pequeñas empresas (mipes), pude apreciar con horror la gigantesca brecha existente, respecto de la percepción y actitud frente a los retos y escenarios futuros, que la acelerada dinámica del mundo nos impondrá gradual e inexorablemente. Las primeras representan el 2% y las segundas el 95% del número de empresas registradas en nuestros sistemas fiscales. En términos de participación en el valor agregado nacional, las grandes representan el 80% y las mipes el 11,1%. Estas cifras son causa y consecuencia para una reflexión clave que debemos abordar en Chile orientados hacia el logro de mayores niveles de bienestar para todos.
Si realmente queremos encaminarnos al desarrollo, el verdadero, no el pirotécnico, en que el Índice de Gini y el Índice de Desarrollo Humano evidencien los logros obtenidos, y que estos permitan que cada chileno "sienta" claramente que recibe parte "del pastel", debemos promover una profunda renovación en nuestro Sistema Educativo Nacional.
Los desafíos que se aproximan exigen urgencia, precisión y rigor. No podremos entrar a niveles superiores de prosperidad si no ponemos a trabajar todas las fuerzas de la sociedad chilena. Desde los niños hasta los estudiantes superiores, con una profunda renovación de las estrategias formativas, orientación, contenidos y metodologías educativas. Debemos fomentar las invenciones, la creatividad y la innovación en todas sus dimensiones y formas. Debemos ampliar y desburocratizar los incentivos, extendiéndolos a todo tipo de personas, sin limitación de edad, recursos o escolaridad, debemos premiar el mérito, la singularidad, la genialidad, impacto y escalamiento.
No es posible formar capital humano del siglo XXI con contenidos, herramientas y metodologías del siglo pasado. No podemos seguir formando personas que sólo buscan conseguir una mejor "pega" que sus progenitores.
Debemos despertar las fuerzas interiores más excelsas, orientadas al planteamiento de utopías, ideales y sueños, que permitan que el genio que radica en cada ser humano que habita este país se despierte, se ponga en pie y busque resultados extraordinarios. No debemos conformarnos, no debemos satisfacernos con la inercia, debemos ir tras nuestros sueños, los de cada chileno, y desde nuestras aulas, cada uno de nosotros, debemos lograr que cada niño, joven y futuro profesional, se transforme en una potencia constructora del mañana, que logre que cada ser de esta tierra pueda disfrutar de la paz, bienestar y prosperidad de vivir en un Paraíso llamado Chile, y así este país emergerá desde el sur del mundo, y será conocido y estará presente en todos los rincones del planeta.
Julio Miranda Vidal