Los rostros del carbón en Cuba se toman el Museo Baburizza
ARTES VISUALES. Se trata del trabajo del fotógrafo belga Stéphane Noël, quien dedicó seis años para captar las imágenes. Se puede visitar desde hoy.
Al sur de Matanzas, Cuba, se emplaza Ciénaga de Zapata, considerado el mayor humedal de la isla y donde es posible conocer los arrecifes coralinos de playas como Punta Perdiz y Caleta Buena. Es el lugar en el que también se ubica Playa Girón, que saltó a la fama por recibir el desembarco de fuerzas anticastristas en 1961 en una operación que también se conoce como invasión de bahía de Cochinos.
En aquella oportunidad Fidel Castro contó con el apoyo de los pobladores del lugar que se contaban entre sus seguidores, pues les había prometido grandes cambios cuando a fines de 1959 llegó a cenar con dos familias a Soplillar, área denominada así por la abundancia del árbol soplillo y cercana a Playa Larga en la mencionada ciénaga.
Recalada en el puerto
Esas familias eran carboneras, es decir, trabajaban en la producción del carbón vegetal. Una ocupación sacrificada que sigue desarrollándose en la Isla, pero en forma cada vez más alicaída. Fue precisamente este trabajo el que captó la atención del fotógrafo belga Stéphane Noël, quien dedicó seis años de su vida a captar las imágenes de estos hombres, mujeres y niños.
Estos retratos conforman la muestra que desde hoy podrá ser visitada en la sala de muestras temporales del Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso - Palacio Baburizza bajo el título "Los últimos carboneros de Cuba".
"Éste es un trabajo conjunto con Verónica Besnier, productora de exposiciones fotográficas, que trajo la exposición de Stéphane Noël a la Corporación Cultural de Las Condes", comenta el director ejecutivo del recinto, Rafael Torres, sobre la muestra que se inauguró en abril pasado.
Precisamente en el desarrollo de ésta, Besnier trajo a Noël a Valparaíso y "a conocer nuestro museo para pedirle que la muestra se quedara unos meses más en Chile y pudiera venir a Valparaíso. A Stéphane Noël le encantó el lugar y la sala", detalla Torres.
Conexión ideal
Este trabajo también es un libro homónimo, en cuyo prólogo el artista explica que "a través de este proyecto, he querido rendir homenaje a los trabajadores manuales que son símbolos de una profesión en peligro de extinción… Una extraordinaria reunión con gente humilde y pura, orgullosos de su trabajo y el trabajo sobrehumano que llevan a cabo con tanta dignidad increíble". Para conseguir con éxito completar su trabajo -y todos los otros que ha desarrollado- el fotógrafo trabajó en dos etapas de aproximación. En la primera de ellas están los encuentros, la conversación, el compartir y la ambientación, ocasión en que explica su presencia en el lugar.
El objetivo es simple: entrar en confianza con los retratados. Seguidamente, vienen las tomas y encuadres, captando concienzudamente cada foto, sin ráfagas, estableciendo siempre relaciones de confianza a través del diálogo, las emociones y la sinceridad de su propósito.
"Se nota en esta exposición este trabajo que él denomina aproximación, porque son fotografías cedidas, generosas entre el retratado y el fotógrafo. Es evidente que hubo una buena relación entre ambos, una conexión importante", destaca Rafael Torres.
Una técnica depurada
Uno de los aspectos que más llama la atención -y que no pasará desapercibido para quienes visiten "Los últimos carboneros de Cuba"- es que hay trabajo de retratos, donde se pueden percibir las pieles curtidas por el trabajo a la intemperie con manchas de sol, y con un material como es el carbón vegetal donde el tizne ya parece convivir con los retratados.
Aspectos que se acentúan por el trabajo de impresión con el que trabaja Noël como es la goma bicromatada, la cual se originó en el siglo XIX y con la que el fotógrafo puede intervenir las imágenes imprimiéndoles una textura especial, casi como si fueran dibujos realizados a carboncillo.
La técnica utiliza papel de grabado, en el cual se aplica una fina capa de una mezcla de cola arábica, de pigmentación y bicromática a base de potasio o de amonio, y secado a la sombra. Después, basta con aislar por contacto a negativo, a tamaño de la imagen final, que se coloca bajo rayos UV naturales o bajo una lámpara. La imagen es entonces inmersa en agua para disolver los excesos de cola y pigmentos, en las partes que no se endurecieron con los UV naturales, siendo corregida al pincel y chorro líquido dirigido. Estos procedimientos deben repetirse en cada copia, entre dos y diez veces, según el resultado deseado. A pesar de todo este trabajo, la fotografía adquiere una perdurabilidad a toda prueba.
"Comencé a trabajar este procedimiento en 2005 y me enamoré de él. Fue una especie de magia descubrir esta mezcla entre pintura y fotografía. Con él puedo darle mi propia interpretación a una impresión y cada impresión es única. Me tomó cerca de 10 años de práctica y error para llegar a lo que quería. Hoy, después de adaptar el proceso a mis necesidades, tengo un gran placer de trabajar este proceso manual", comentó Nöel al diario "La Tercera" el pasado abril.
"No me gusta el trabajo digital y estar frente a la pantalla, pero este proceso me da mucho placer. Es largo y exigente, y en mi caso me toma entre una semana y diez días hacer una impresión, pero realmente lo disfruto", agregó en conversación con el mismo medio.
La exposición en Valparaiso es posible gracias al apoyo de la Embajada del Reino de Bélgica, y la Delegación Valonia Bruselas, así como Empresa Esval. Se podrá visitar hasta el 25 de agosto en forma gratuita.
"Se nota en esta exposición este trabajo que él denomina aproximación, porque son fotografías cedidas, generosas entre el retratado y el fotógrafo. Es evidente que hubo una buena relación entre ambos"
Rafael Torres, Dir. ejecutivo del Baburizza