En entrevista a este Diario, el seremi de Transportes, José Emilio Guzmán, adelantó los cambios regulatorios que se aplicarán a la red de transporte que funciona en el Gran Valparaíso. Se trata de una región que ha sido abandonada en esta -y otras materias- por la autoridad central, tanto así que estamos próximos a cumplir una década de postergaciones en la licitación del Transporte Metropolitano de Valparaíso. Mientras tanto, Santiago ya cuenta con buses eléctricos y el Gobierno anunció la llegada de 300 de estos vehículos para Concepción el próximo año.
Las consecuencias las viven todos los días los usuarios que deben soportar micros sucias, que contaminan, que hacen carreras y que no cuenta con ningún tipo de comodidad. El tiempo pareciera haberse congelado para las micros y viajar hoy es la misma experiencia peligrosa y desagradable que hace veinte años.
Lo que podría ser una buena noticia, la implementación de cambios y modernizaciones anunciadas por el seremi, suena más bien a exigir que se cumplan estándares mínimos de calidad y a una oportunidad perdida.
Ciudades que se jactan de ser turísticas, como Viña del Mar, Valparaíso o Concón, por ejemplo, merecen apostar por un sistema de transporte que sea un ejemplo para Chile y Sudamérica.
¿Por qué no retomar el llamado que hizo hace algún tiempo el intendente para que las universidades, que cuentan con carreras relacionadas con el transporte, aporten al desarrollo de la región haciendo propuestas innovadoras para el traslado de sus habitantes?
Si estuvimos esperando casi una década para una mejora al corto plazo, por qué no postergar un año más la licitación, ya no pensando en el transporte de las personas en el 2020, sino en una solución que sea además un atractivo turístico en sí mismo de aquí a 25 años más.
Basta con pensar en los ascensores porteños para tener un ejemplo del potencial turístico que puede tener un sistema de transporte distinto.
¿Por qué no soñar entonces en un plan para Viña del Mar que combine grandes espacios para andar en bicicleta y un tranvía que se conecte con el metro? ¿Por qué no aspirar a una red que conecte los antiguos ascensores porteños con teleféricos?
No estamos hablando de ciencia ficción, Bolivia tiene un teleférico que une La Paz con el Alto y Río de Janeiro tiene un tranvía, rápido, limpio y eficiente.
En definitiva, ¿qué estamos esperando para sumarnos al carro, o en este caso al bus, de la modernidad a través de un sistema innovador, limpio y eficiente?