Dejando de lado el aspecto religioso, el cierre del Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Viña del Mar es una pérdida para el patrimonio espiritual de la ciudad y también de la Región. Al informar de su partida las religiosas revelan la situación de ese centro agravado con el reciente fallecimiento de la madre priora, Cristina de María.
"Actualmente quedamos cinco hermanas y algunas muy frágiles de salud. Al ser tan pocas hermanas la comunidad perdió autonomía vital, siendo imposible vivir la vida fraterna y litúrgica que la Iglesia nos pide", explican las religiosas que por 130 han sido parte de la vida espiritual de Viña del Mar con su convento situado en Agua Santa.
La reducción en el número de religiosas sería entonces determinante en su partida, disminución que, por otra parte, tiene variadas explicaciones, que van desde el creciente materialismo de la sociedad actual hasta las sombras de dudas que cubren a la Iglesia Católica, pasando por la notoria baja de vocaciones.
Pero las religiosas viñamarinas, al cerrar el convento en un "proceso tranquilo y amable", no se van a sus casas o familias, sino que a otros monasterios carmelitas para continuar su vida de oración tras una decisión "dolorosa, pero necesaria".
Agregan en una declaración que "ciertamente estamos muy tristes por tener que dejar este lugar y a todos ustedes, pero la vida de las carmelitas se juega en el corazón de Cristo y en Él nos llevamos toda la historia tejida en este lugar, la vida de nuestra querida iglesia diocesana y de muchos rostros y nombres que nunca se borrarán".
El carisma carmelitano tiene su origen en el Siglo XIII honrando a la madre de Jesús y se concreta a través del tiempo en diversas congregaciones de hombres y mujeres, una de ellas las Carmelitas Descalzas que llegan a Chile el siglo antepasado y, puntualmente, a Viña del Mar en 1889. El anuncio del cierre del convento se conoce justamente el día de la celebración de Nuestra Señora del Carmen.
La partida de las carmelitas de Agua Santa se une a partida hace pocos años de los sacerdotes capuchinos de Recreo, cuyo convento -signo de los tiempos- fue reemplazado por un edificio con vista al mar, no así su templo y parroquia a cargo del infatigable sacerdote diocesano Enrique Opaso.
La vocación de estas religiosas se enfoca fundamentalmente en la oración. ¿Y qué es la oración? Responde el periodista español Miguel Ángel Robles en reciente artículo en el diario ABC: "Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo es ansiedad. Y es aburrido en la dictadura de lo divertido".
En estos momentos en que la recesión espiritual recorre la sociedad, la oración como pausa en un mundo excitado parece ser una muy buena receta, gratuita, y que sólo pide una dosis de humildad olvidando de dónde viene la recomendación.