Alcalde de Quillota desde el año 1992 de forma ininterrumpida, el médico democratacristiano Luis Mella Gajardo, de 58 años, ha obtenido buenos réditos con una administración no ideologizada (¡sí, existían cosas como ésa!) de marcado énfasis humanista, desagregada en conceptos tales como la búsqueda de la dignidad y la felicidad. Por lo pronto, la encuesta de percepción política de la Fundación Piensa, elaborada por GFK Adimark, y en este último año por Ipsos, lo ha posicionado como el mejor alcalde regional en cuatro de los últimos sondeos, sólo interrumpido por su colega de San Felipe, Patricio Freire, en 2016.
A su haber, cuenta con llamativas iniciativas, tales como la Casa del Buen Morir -una residencia para enfermos terminales sin recursos-, exitosos programas de acogida y reinserción para expresidiarios, el hogar de beneficencia Amencri para ancianos, el banco solidario Banamor y un laudable historial de atención personal médica gratuita y desinteresada en toda la provincia.
Su apuesta puede ser definida como una suerte de sincretismo político que pareciera alejarse del humanismo secular norteamericano y de la peste bubónica del Decamerón de Boccaccio, girando hacia una muy particular variable renacentista ya olvidada en su propio partido. No es precisamente por azar que el primero de los suyos en aplaudirlo vía redes sociales haya sido Claudio Orrego, uno de los últimos herederos en la Falange de la tradición iniciada por su padre en la UC de Lovaina.
Así, su apuesta -aún en pañales- por postular al cargo de Gobernador Regional ("por supuesto que lo estoy evaluando porque me encanta la gestión y servir a las personas") llama la atención por su genuina capacidad de instalarse como opción que haga frente a los palos de ciego de la centroderecha y los fríos pragmatismos del Frente Amplio, que por ser la luz en el túnel de la ya sepultada Concertación.
Los siempre fríos cálculos dan cuenta de la preocupación de la DC por haber perdido su presencia senatorial en la Región de Valparaíso, tras la derrota de Ignacio Walker en los últimos comicios y no estar precisamente en su mejor minuto a nivel comunal (sólo Quillota, El Quisco, Llay-Llay y Rinconada). ¿Será capaz el partido de recuperar el sillón ocupado en democracia por Andueza, Allard y De la Maza? Tal esperanza e influencia podría hallarse en la Cámara Baja, partiendo por los también médicos Daniel Verdessi -otro bien evaluado por Piensa- y Víctor Torres, seis cores y una no despreciable presencia social y sindical.
Sin embargo, aún parece faltarle a esta DC regional ese instinto asesino y oportunista de los goleadores de raza. Nadie les pide que se aprovechen del éxito de Mella, pero desconocer sus méritos en función de inexplicables lógicas internas (el estigma de que "se manda solo" o que la DC cederá la Quinta a cambio de la Metropolitana) sería un nuevo error. Quizás deban aprender de su admirado Václac Havel -ícono de la resistencia checa y europea del este al Pacto de Varsovia-, quien años más tarde apoyó sin asco las invasiones militares a Bosnia, Kosovo e Irak. Según él, y justificándose en la cesión aliada de los Sudetes a Hitler en 1938, "no podemos mantenernos al margen de tanta crueldad".