Valparaíso suma nuevos escombros a su voluminoso catálogo de ruinas. Ahora el golpe no fue en el cerro, fue en el plan, en pleno centro en un barrio otrora próspero y hasta elegante, donde subsisten fachadas que así lo demuestran, pero que hoy ocultan miseria y abandono.
Cuando la ciudad aún no se repone del derrumbe de consecuencias fatales en una ladera del cerro Bellavista, en la madrugada del domingo un incendio afecta a seis antiguos edificios, a 22 locales comerciales y a 46 personas, 36 de ellas extranjeras que buscaban en el puerto mejor destino.
De este modo, aun cuando no hay víctimas fatales, en este siniestro se pierden fuentes de trabajo y también esperanzas.
El incendio deja a la vista nuevamente ese verdadero "pecado urbano" que significa la baja utilización y la despreocupación por un barrio, con total conectividad y dotado de toda clase de servicios. El Almendral, área reconstruida con esmero tras el terremoto de 1906, comprende una superficie de 145,74 hectáreas, en la cual, según el último censo, habitan sólo unas 8.500 personas. El Congreso, por otro lado, no ha significado gran impacto en el sector, constituyéndose más bien en una especie de cápsula que no contribuye al despegue del barrio en particular o de la ciudad en general.
Muchas de las construcciones que allí existen tienen la condición de "conservación histórica", lo cual no impide que sean intervenidas o restauradas profesionalmente. Incluso pueden demolerse para reemplazarlas por nuevas edificaciones.
Pero las intervenciones que se realizan, en la mayoría de los casos, suman riesgo a las antiguas edificaciones, canibalizadas, con peligrosas instalaciones artesanales y precarias subdivisiones habitacionales que acogen a personas de escasos recursos, muchas de ellas migrantes como los afectados en el siniestro del domingo.
Ante esta situación el presidente del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Sergio Baeriswyl, llamó a establecer por qué estos antiguos edificios no se renuevan y se despueblan y postula "un plan de renovación urbana, con subsidios patrimoniales".
Para el alcalde, Jorge Sharp, estas frecuentes emergencias son el resultado de una ciudad "afectada por el abandono y una estrategia económica fallida".
El intendente Jorge Martínez, desde la vereda oficial, aludiendo a derrumbes o incendios afirma que la ciudad presenta el resultado de décadas sin mantención. "Está al límite… hay que repoblar zonas", afirma con razón.
En concreto, falta inversión, renovación y ocupación, pero más que nada, falta gestión urbana, un creativo "corredor de propiedades" que tenga capacidad y liderazgo para entusiasmar a los propios porteños, unir y "vender" Valparaíso más allá de la consigna, la calculadora electoral y los escombros.