Desde la creación de Amazon en 1995 -que permitió la venta online- y el lanzamiento del primer iPhone en 2007 -que amplió las posibilidades de los teléfonos inteligentes al permitir la descarga de aplicaciones móviles-, hemos sido testigos de una revolución digital y tecnológica sin igual en la historia, que nos ha hecho cambiar la forma en que nos comunicamos, interactuamos, compramos, nos informamos y hacemos empresa.

Como Cámara Regional del Comercio de Valparaíso entendemos esta nueva realidad. Sabemos que esta revolución digital conlleva transformaciones profundas y estructurales dentro de las mismas empresas y, no solo eso, también debemos escuchar las nuevas demandas y necesidades de los consumidores que, gracias al crecimiento del uso de dispositivos móviles y el acceso a internet, han cambiado su forma de consumir productos y servicios, transformándose en actores claves para el desarrollo de las empresas.

Por eso trabajamos junto a nuestros socios por impulsar y fomentar el comercio electrónico a través de nuestra Mesa E-Commerce. Así nació Cyberquinta, un proyecto inédito que buscaba contribuir al desarrollo y promoción del e-commerce en la región de Valparaíso, preparando a las empresas en la venta online, de modo de generar un impacto positivo en la economía regional.

En sus tres ediciones -realizadas entre 2017 y 2018-, Cyberquinta sumó más de 65 marcas participantes, con ventas que superaron los 984 millones de pesos y con más de 27 mil transacciones online.

Además fuimos el primer evento Cyber del país en incorporar la venta de automóviles y departamentos. Un éxito que, sin duda, nos hizo plantearnos un nuevo desafío: sumar a más regiones a esta tendencia del comercio electrónico.

Por eso, hoy damos paso a Cyber Regiones, una iniciativa que estamos realizando junto a las Cámaras de Comercio de Puerto Montt e Iquique y con el apoyo de la Cámara Nacional de Comercio, desde este lunes 26 al miércoles 28 de agosto. Serán tres días de descuentos exclusivos con más de 70 marcas nacionales y regionales, todo bajo una plataforma digital segura y disponible (www.cyberegiones.cl).

Cyber Regiones es, sin duda, un claro ejemplo de que el trabajo colaborativo es fundamental para generar proyectos que no sólo le permitan a las empresas insertarse en esta Cuarta Revolución Industrial, sino que también puedan aumentar sus ventas y productividad, contribuyendo con ello al crecimiento y desarrollo que las economías regionales tanto necesitan hoy en día.

Seguiremos trabajando para que más empresas adapten sus procesos e incorporen herramientas a esta nueva realidad digital. Pero al mismo tiempo, seguiremos poniendo foco en la transformación y adaptación laboral, incorporando a nuestros colaboradores a las nuevas formas de trabajar, logrando con ello mayor empleabilidad y un mejor desarrollo laboral, para que puedan participar del desafiante escenario actual.

Desde hace un par de años hemos visto como el querido Valparaíso se ha transformado en un espacio de debate, a veces productivo y otras veces sólo se queda en conversaciones añejas acumulando largos estudios y variados diagnósticos, que aparecen con más fuerza cada vez que ocurre una tragedia o un hecho de esa naturaleza. Un claro ejemplo de esto es que las conversaciones cotidianas de sus habitantes se dan en relación a las diferentes problemáticas que vemos en el día a día. Lo anterior, exige que las instituciones como, el Gobierno, la Municipalidad, actores locales, redes vecinales y otros deben accionar en forma urgente, pero, por sobre todo, construyendo una coordinación fina que siga impulsando a Valparaíso.

En este sentido el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha dado muestras claras de poner en marcha a la ciudad, como por ejemplo planificando inversión en los ascensores, en el sector Almendral, obras de magnitud en la Av. Argentina como el antiguo viaducto Las Delicias y Barrios Prioritarios en materia de seguridad. Pero más allá de números, encuestas y datos, el Gobierno trabaja arduamente en escuchar a los ciudadanos de Valparaíso, reconociendo y haciéndose cargo en lo que corresponde de la problemática que, por largo tiempo, ha aquejado a la ciudad.

Cuando ahondamos en estas conversaciones notamos que existen diferentes visiones de lo que es Valparaíso, donde estos imaginarios de ciudad se confrontan: el Valparaíso que es bohemia, choca con el que quiere descansar de noche y mantener la limpieza del espacio público como es la Plaza Aníbal Pinto, su carrete y los vecinos liderados por Rodrigo Díaz Yubero; el Valparaíso que es patrimonio o zona típica se enfrenta al que busca nuevas inversiones inmobiliarias en diferentes sectores; el turismo y las condiciones de seguridad y, por supuesto, la puesta en valor de la industria creativa e innovación muy propia de esta ciudad.

Esta situación no deja de ser sorprendente. Valparaíso siempre ha sido diverso, de gran actividad intelectual, a veces oposicionista al desarrollo y a la innovación, lo que se traduce en posturas irreconciliables que incluso frente a grandes problemas el centralismo apuesta por un control e intervención, como es el caso de las figuras de los delegados presidenciales.

Muy por el contrario, lo vivido el pasado derrumbe del pasado 13 de agosto y el incendio de Francia con Victoria, dieron cuenta de un liderazgo inigualable de Bomberos, autoridades locales y la municipalidad, que coordinadamente trabajaron en conjunto por el bien de la ciudad y, por sobre todo, por el dolor de la familias afectadas en estos hechos. Lo que fue muy valorado por los vecinos y gremios.

Esto es lo que queremos como Gobierno construir, el Valparaíso del futuro: uno que sea ciudad universitaria, pero al mismo tiempo un hogar agradable para nuestros adultos mayores; uno donde el pequeño comerciante y las grandes inversiones no sólo conviven, sino que aportan por igual a que la ciudad crezca próspera y entregue más servicios y trabajo a sus vecinos, apuntando a una mejor calidad de vida en materia de conectividad, habitabilidad y por, sobre todo, seguridad. Finalmente, Valparaíso requiere un macro desafío y un plan para realizarlo, objetivo prioritario del Gobierno, que implemente grandes acuerdos, que construya puentes entre los diferentes sectores y, especialmente, que convoque a sus habitantes empujando una coordinación eficiente y, ante todo, sin colores políticos. Esto es poner Valparaíso en marcha.

Cuánto habría que aguantar, cuánto tendríamos que hacer para cambiar la nomenclatura de este Valparaíso imposible para comenzar a crecer, a entender, que la responsabilidad es absolutamente nuestra y no de la Máquina de Impedir. Quizás sea, los futboleros entenderán, tan sencillo -y tan complejo a la vez-, como el vamos que vamos uruguayo, para instalar la creación de una mística que, en el caso celeste, terminó superando todos los índices Gini en contra de la OCDE. Porque Valparaíso, nadie lo discute, tiene sus bemoles. Nos cuesta, nos duele, nos ahorca. Lo sufrimos, lo gozamos, lo perdemos. Vivimos, amamos, trabajamos, peleamos y rara vez ganamos en él, no como los bots de avenida San Martín o los parlamentarios locales con residencia en Las Condes que tanto opinan. Pero, insistimos, es nuestra tierra, nuestra esperanza, nuestra derrota. No la de las tontones de Twitter, sino de quienes caminamos por sus calles y nos topamos, acaso sin querer, con la Norma Órdenes en La Matriz, alucinada por haber salido con sus poemas en la Tell Magazine; con Emilio Sutherland, el "tío Emilio", dando por entendido que hay que ser muy tarado para preguntarle por qué promociona su nuevo estelar de TV en la Plaza Sotomayor; con Juan Torrejón haciendo patria con su orquesta de niños; con el carro nuevo de la 3ra Compañía de Bomberos de Pedro Montt ("que es como tener un hijo", como dice Le Dantec); con Inacap regularizando conexiones eléctricas en los cerros; con Weinborn, el rector de la UST creyendo que hay esperanza; o, qué pena, con esos féretros de los chicos venezolanos muertos del Patrimonio Porteño de calle Serrano que nadie vio, menos usted, antiguo oligarca venido a menos. Porque en Valparaíso, contra todo lo que usted crea, pasan cosas: está el senador Andrés Allamand -sí, el marido de esa tremenda ministra que es Marcela Cubillos y el primero en ver el potencial de Aldo Valle- hablando de un más que lógico régimen semipresidencial junto a Jorge Sharp -muy lúcido él- en el aula magna de la UV; porque Colbún y Thomas Keller creen que dar vuelta esta situación es posible apostando por el Puerto y la cultura; y porque el Cristo Chino de La Matriz de Felipe II es el verdadero dueño del barrio que nadie quiere; y no usted y, obviamente, tampoco nosotros. Porque Valparaíso, está claro, necesita bisagras, no puertas cerradas, ni el dólar a $570 en los restoranes. No sean frescos. Obviamente, a ojos de Santiago, Martínez y Sharp son antónimos, cada uno cumpliendo su rol. ¿Por qué no poner a una figura intermedia, capaz de acercar las distancias? ¿Y quién?, dirá usted. Si se da la molestia de caminar por Valparaíso, de entender sus rayados y su rabia, de escuchar a su gente, de vagar por los cerros, de almorzar esos menús de $2.990 que a nadie le gustan, comprenderá que existen algunos capaces de cumplir tal función, acaso alejada de la clase política, pero con la potencialidad de alcanzar la sintonía que tanto buscábamos. Finalmente, nada es tan negro. La solución pasa por algo tan sencillo como cambiar el ánimo, entender que un evento como el #ArribaValparaíso de la PUCV y El Mercurio sólo es ganancia para esta ciudad golpeada y que tenemos la obligación de sacar al escenario a los mejores de los nuestros para que se hagan cargo, antes que nos manden emisarios de Santiago, Chiguayante o quién sabe dónde. ¿Quién? Seamos concretos: sería un desperdicio, dadas las encuestas, que un tipo de la capacidad y decencia de Jorge Martínez renuncie a la Intendencia para apostar por un cargo de gobernador regional que el oficialismo no permitirá. Él debe terminar su tarea, conviviendo con Sharp. Dejamos ir a un talento como Trinidad Morán por mezquindad. ¿Por qué no delegar en Macarena Carroza, tan sharpista ella, pero a la vez tan validada por la Fundación Piensa y el oficialismo, el rol de entendimiento que nadie es capaz de asumir?