El Winnipeg en Valparaíso: 80 años
Así como venían trabajadores llegaron también intelectuales, entre los que cabe mencionar a Roser Bru, José Balmesy a Leopoldo Castedo quien fue un gran difusor de la "Historia de Chile". Dr. Lautaro Ríos Álvarez, Profesor de la Universidad de Valparaíso
Me refiero a la llegada masiva de 2.078 refugiados de la sangrienta revolución española del siglo XX, que llegaron en un barco de carga acondicionado -el célebre Winnipeg- adquirido por los republicanos exiliados en Francia, el que partió del pequeño puerto de Trompeloup y llegó a Valparaíso el 2 de septiembre de 1939.
Ese día, el muchachito que era yo había ido a la Costanera; y, de pronto, sufrimos la invasión de una muchedumbre que hablaba con un extraño acento y que a cada instante lanzaba una interjección que se grabó en nuestra memoria: "¡Coño!".
Si ustedes, lectores, tienen la curiosidad de buscar la palabreja en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), después del significado 1. -que es el oficial- verán que el 2. dice: "despectivo, Chile. español (natural de España)". Y ocurrió que, desde entonces, al referirnos a estos inmigrantes, decíamos "los coños"; y así ingresamos a la RAE.
Pero la inmigración española no fue un chiste. Fue recibir con los brazos abiertos a un contingente humano que se había librado de la muerte que sufrió el gran Federico García Lorca, que habían perdido sus familias, su arraigo en la patria amada, sus bienes y -lo que es peor- sus esperanzas.
Al decir de Pablo Neruda -gran artífice de esta aventura- "eran pescadores, campesinos, obreros, intelectuales, una muestra de la fuerza, del heroísmo y del trabajo" ("Confieso que he vivido", Cap. 6).
Pero así como venían trabajadores manuales llegaron también valiosos intelectuales, entre los que cabe mencionar a Roser Bru, a José Balmes, a Víctor Pey y a Leopoldo Castedo quien fue un gran difusor de la "Historia de Chile" al resumir en tres volúmenes los 20 tomos de la obra de don Francisco Encina. Ellos y su descendencia vinieron a enriquecer las artes, las letras y las diversas expresiones de la cultura de nuestro país.
Muchos años después, en 1985, le devolvimos la mano a los españoles. Estaba en Madrid, invitado por la televisión española, el político chileno don Patricio Aylwin y todos estaban muy interesados en conocer cómo estaba Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet.
Era costumbre entonces que, después de la entrevista formal, el periodista hiciera preguntas hipotéticas al entrevistado. Una de ellas fue la siguiente: "¿Cómo reaccionarían los chilenos si el día de mañana don Augusto Pinochet renunciara a la Presidencia con la intención de poner término a la dictadura militar?". Don Patricio se encogió de hombros ante lo sorpresivo de la pregunta y luego respondió: "¡Eso sería como sacarse la Polla!".
Ante esta respuesta todos los televidentes se fueron de espaldas y luego del silencio inicial, estalló una risa que atravesó todo el país.
Está claro que don Patricio quiso referirse a la Polla Chilena de Beneficencia y al júbilo que despierta entre quienes obtienen el premio. Pero si el lector quiere explicarse el estupor de los españoles, vuelvan a consultar el diccionario de la Real Academia Española y allí en la acepción tres encontrarán la respuesta.