A veces, en muchos aspectos de la vida, y sobre todo en la política, las ausencias y los silencios parecieran decir mucho más que la más persistente de las presencias o el más intolerable de los palabreríos. ¿Cómo podría resumirse de mejor manera el evento convocado por el intendente regional, Jorge Martínez, y la seremi de Medio Ambiente ayer por la mañana, en el Jardín Botánico, para el lanzamiento regional de la COP25?
Entendiendo que las agendas ministeriales cambian minuto a minuto, a pocos pasó inadvertida la inasistencia de la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, anunciada con bombos y platillos en la invitación digital que se le hiciera llegar a todos los asistentes. Tampoco estuvo el subsecretario, Felipe Riesco. Sí lo hizo el gerente general de la COP25, Cristián Varela.
Pero, pese a ello, la convocatoria aparentaba ser tremendamente exitosa: por primera vez era posible ver a casi todos los seremis, la gran mayoría de los jefes de servicio, todos los gobernadores (vestidos con chaquetas rojas recién sacadas de la sastrería), parlamentarios y una aplastante presencia de alcaldes de la zona (incluido hasta el del Archipiélago de Juan Fernández, Leopoldo González). ¿Quiénes no fueron? El porteño Jorge Sharp (rara vez participa de este tipo de eventos; en rigor, de cualquier tipo de eventos) y el jefe comunal de Quilpué, Mauricio Viñambres. Sin embargo, la ausencia que hablaba -gritaba, más bien- era la del alcalde de Quintero, Mauricio Carrasco, una de las comunas más afectadas por los efectos de la contaminación y los intermitentes episodios de intoxicación en su comuna, y la vecina Puchuncaví, cuya alcaldesa, Eliana Olmos, sí estuvo.
Entonces, y después de las palabras de Martínez, quien tuvo el arrojo de lanzar la COP25 en la que quizás sea la Región más agredida del país, no por el cambio climático, sino que por la contaminación industrial, una profesora de Quintero se tomó el micrófono, mientras sus compañeros levantaban pancartas para visibilizar el drama que se vive en la bahía: "Venimos, con respeto, a contar la verdad: acá se va a hacer la COP, una tremenda fiesta del cambio climático y medioambiental. Sólo queremos decirles que en Quintero y Puchuncaví, a un año de los envenenamientos masivos por gases desconocidos, todavía no tenemos culpables ni soluciones: encerramos a los niños de las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde porque nos cae azufre. ¿Por qué parar sus vidas y no parar las máquinas? Necesitamos soluciones concretas. No podemos esperar 50 años más de negligencias", dijo, para luego retirarse respetuosamente.
Nadie respondió una sola palabra y el presentador anunció el fin de la ceremonia, tras hacer un tibio comentario sobre la libertad de expresión. Pocos aplaudieron. La ministra Schmidt, se supo después, estaba en un matinal de televisión.
A veces en la vida, y sobre todo en la política, ausencias y silencios son más estridentes que presencias y palabreríos.