La sequía, la peor en 70 años, ha obligado a destinar altas sumas de recursos públicos para atacar el problema de alcance regional y nacional. Dentro de ese gasto el Gobierno ha consignado a la Región un total $ 7.200 millones para mejorar la infraestructura de riego y fortalecer la gestión de organización de usuarios del agua, cantidad que administra la Comisión Nacional de Riego.
Por otro lado, el Consejo Regional acordó $ 600 millones con cargo al Fondo de Emergencia, suma que será traspasada al Ministerio de Interior para compra de forraje para crianceros de la zona interior que ven como paulatinamente mueren sus animales, su patrimonio. El consejero Percy Marín postula que el aporte sea una glosa permanente en el presupuesto local.
Entretanto, desde la Cuarta Región se traslada ganado a Ñuble, permitiendo así la supervivencia de gran cantidad de cabezas, medida de alto costo económico y social.
La realidad es que el cambio climático "llegó para quedarse y no va a mejorar la condición de los animales del secano en los próximos años", advierte el intendente, Jorge Martínez. Precisando el problema, Iván Reyes, de la Comisión Hídrica del Core, señala que "hoy la pradera no resiste el número de ganado existente. Hay que reducir la cifra…"
Pero fuera de ganado mayor y menor, el problema también a afecta a los cultivos y, lo más delicado, al consumo humano.
La inyección de recursos extraordinarios, el traslado de ganado y otras medidas contingentes son necesarias y deben aplicarse con agilidad y flexibilidad, pero más allá de la urgencia, hay que atacar esta nueva realidad que nos toca vivir con visión de futuro.
Eso supone inversión en obras destinadas a un pleno aprovechamiento del recurso con almacenamiento oportuno, riego tecnificado y perfeccionamiento de las redes de distribución para el consumo humano rural y urbano. Y en este último punto hay que terminar con la depredación de la napas asociada a la construcción de edificios, lo que significa desperdicio de miles de metros cúbicos que terminan en el mar.
Hay que insistir también en la instalación de plantas desalinizadoras para aprovechar esa inagotable fuente hídrica que es nuestro océano.
Dentro de esta lucha por el agua es fundamental la investigación para sacar el máximo partido de los recursos existentes y explorar otros que pudieren existir. Y como somos tan aficionados a imitar modas extranjeras, este es el momento de buscar en otros países modelos para enfrentar nuestra crisis hídrica.
Ante la creciente desertificación y reiteradas sequías, no podemos seguir cada año pendientes de los caprichos del Niño o de la Niña, aplicando sólo costosas soluciones de parche. Es el momento de la innovación, inversión verdaderamente rentable.