Alerta por consumo juvenil de alcohol
Frente a las alarmantes cifras de bebida entre estudiantes básicos y medios, parte una campaña de fiscalización. Fuera de sanciones, la campaña debe partir por las familias y también debe tener un contenido transversal en los programas educacionales, mostrando el daño que el producto genera en etapas del desarrollo y su impacto social.
Las cifras son conocidas y alarmantes: cuatro de cada diez estudiantes de entre 8° básico y cuarto medio consumen alcohol. El factor principal, más allá de la "cultura alcohólica" propia de nuestro país, está en el fácil acceso que toda la población tiene a esas bebidas y parte de esa población son menores de edad. La facilidad está en bajos precios y en los numerosos locales que venden esos productos, ya sea para consumo directo o para reuniones diversas, en las casas y hasta en las calles o playas por las noches. También las municipalidades tienen su cuota de responsabilidad en el otorgamiento de patentes de alcohol, sobrepasando la normativa vigente y permitiendo la radicación de expendios de bebidas en la cercanía de establecimientos educacionales.
En lo contingente, en este dilatado feriado de Fiestas Patrias el alcohol será protagonista en fondas, ramadas, locales establecidos o encuentros familiares, con la participación de menores de edad en el consumo.
Reconociendo la gravedad de esta situación se inicia oportunamente en estos días un plan de fiscalización y control destinado a frenar la venta de alcohol a menores mediante un servicio especial de Carabineros, con la participación del Ministerio Público y del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda),
Esta acción cubrirá el amplio espectro de expendio de alcohol, aplicando sanciones a aquellos locales que lo vendan a menores, pudiendo los infractores hasta perder la patente municipal.
Esta campaña es indudablemente necesaria y cobra mayor notoriedad en estos días, pero lo fundamental es mantenerla en el tiempo con evaluaciones permanentes de su resultado.
Sin embargo, fuera de la sanción, la tarea para evitar que los menores consuman alcohol debe partir de las familias, de los padres y también ser un contenido transversal en los programas educacionales, mostrando el daño que el producto genera en las etapas del desarrollo como también el impacto que el consumo excesivo tiene en los adultos y en la sociedad.
Y con una mirada general, hay que alertar sobre el protagonismo del alcohol en la violencia, la conducción temeraria de vehículos -materia propia de esta semana- y la producción o la degradación de algunos barrios sobrepasados por licencias de venta.
Chile es un gran productor de bebidas alcohólicas, destacando el vino por su calidad y presencia en el mercado nacional e internacional. Además, están las múltiples cervezas y los destilados propios del país e importados. Pero los beneficios económicos que genera el alcohol exigen también una mirada de alerta permanente al daño que provoca, fijando límites para su consumo, controles permanentes y una actualizada campaña educativa.