Frases
"Se puede hacer una Parada Militar profesional y gallarda, pero también ser austeros"
Felipe Larraín
Ministro de Hacienda
"Es tremendamente difícil ganar (las elecciones que vienen) sin la DC"
Carlos Montes
Senador y jefe del Comité PS
"Se puede hacer una Parada Militar profesional y gallarda, pero también ser austeros"
Felipe Larraín
Ministro de Hacienda
"Es tremendamente difícil ganar (las elecciones que vienen) sin la DC"
Carlos Montes
Senador y jefe del Comité PS
V ariados enfoques se pueden dar a la notoria ausencia municipal en la Parada Militar del 18 de septiembre realizada en avenida Pedro Montt, frente al Congreso Nacional. Nueve de los diez concejales porteños no se hicieron presentes.
La inasistencia más notoria fue la del alcalde la ciudad, Jorge Sharp. Justificando la ausencia el concejal comunista Iván Vuskovic expresó que "él es un hombre bien de izquierda y me imagino que estar 'haciéndole caritas' a los militares le complica".
El mismo Vuskovic dijo que ante la invitación oficial, muy caballero, había comunicado su inasistencia con suficiente anticipación, decisión sustentada en una cuestión de principios, pues "tanto él como su padre, el exalcalde Sergio Vuskovic, fueron detenidos y torturados después del golpe militar". Aclaró así que prefirió no asistir.
Daniel Morales, concejal representante del Pacto Urbano La Matriz afirmó que "no veo ningún problema en concurrir a este tipo de actos que son propios de nuestra condición de chilenos, porteños y, en este caso, de autoridades…el gran ausente fue el alcalde de Valparaíso".
El director de Comunicaciones, Paulo Gómez, justificó la ausencia de su jefe por "un problema de agenda". Sabido es que las invitaciones a este tipo de actos oficiales se cursan con mucha anticipación y situar la parada militar en agenda era perfectamente posible, tanto para el jefe comunal como para aquellos concejales que no concurrieron, actitud que para algunos puede significar un innecesario desaire.
Dejando de lado izquierdismos o agendas, hay que mirar la presentación de las Fuerzas Armadas y de Orden como un acto republicano destinado a conmemorar aquel 18 de Septiembre de 1810 en que están las raíces de la República. Ese mismo sentido tiene el Te Deum.
Con esos actos, uno castrense y otro religioso, se recuerda un paso precursor de nuestra nacionalidad y se reafirma la vigencia de la institucionalidad donde tras el ceremonial resalta un llamado a la unidad.
Y ese y no otro es el sentido de las celebraciones oficiales, de las manifestaciones civiles o militares de estos días que no implican adhesiones partidistas ni tampoco la aceptación tácita de penosos hechos del pasado.
La presencia de autoridades elegidas por el voto popular, lejos de posiciones contingentes y legítimas, significa sumarse al sentido profundo de esa liturgia ciudadana donde hay un recuerdo al nacimiento de la Patria y junto a ello reconocimiento a las instituciones que a lo largo del tiempo han contribuido a su consolidación.
Más de doscientos años han transcurrido desde que se da el primer hito, reconocido como histórico, que permite dar forma a la construcción de esta nación de la que somos parte. ¿Cuántas veces y cuántos actores habrán dialogado o se habrán enfrentado en este camino? Los historiadores tienen parte esencial de las respuestas descriptivas e interpretativas que pueden iluminarnos. ¿Cuántas interrogantes habrán tenido los líderes de cada tiempo y seguirán teniendo los líderes del futuro? Interrogantes acerca de la mejor organización organización política; sobre la forma de expresar la visión de sociedad, los sueños inspiradores; a quiénes habrán mirado y qué experiencias habrán considerado como dignas de ser seguidas; y así sucesivamente tantas perspectivas, de las que puede dar cuenta la ciencia política cultivada con rigor.
Muchas luchas están subyacentes en esto que parece tan simple de enunciar.
Y cómo estamos hoy en medio de las profundas transformaciones del mundo en los últimos decenios y las circunstancias de estos primeros veinte años de este siglo. A nivel global y también en el terreno propio. ¿Hemos alcanzado un nivel profundo de consciencia sobre la interdependencia que hace que todos los sucesos, incluso los ajenos y lejanos, impactan en nuestra vida? ¿Cómo vemos a aquellos que influyen en nuestros destinos, desde distintos poderes públicos y privados, con variadas ideologías, con una gama de competencias desarrolladas o disminuidas? Y cómo imaginamos nuestro aporte diciéndonos qué hacemos por nuestro país. ¿Qué nos sucede como pueblo con nuestras confianzas mutuas, valor que sustenta la cohesión? ¿Cómo anda nuestra ética en las relaciones entre ciudadanos, nuestra ética en las decisiones públicas? ¿Habrá llegado el tiempo en que la política, en toda su esencial importancia, considere como necesario el aporte de la técnica que habla de lo factible, que evalúa escenarios, que da peso a las consecuencias de decisiones por bondadosas y atractivas que sean?.
La prensa de la semana pasada ha recordado, a los diez años de su partida, la contribución de un gran constructor moderno de nuestra nación. Tal vez su nombre ya es indiferente para muchos en tan pocos años. Muchos ni saben de su existencia. Pero una parte de lo alcanzado por nuestro país, junto a muchos otros, contó con su lucidez intelectual y capacidad auténtica de diálogo. Naturalmente estas afirmaciones pueden ser despreciadas por aquellos que nada valoran de lo alcanzado. En todo caso, demócratas auténticos de otros pueblos miran a Chile como un país que alcanzó alturas no imaginadas; precisamente las que permiten pensar en nuevas posibilidades.
Edgardo Boeninger, a quien me refiero, es testimonio de la calidad de la política, una lección a recoger por aquellos que pretenden, en su legítimo deseo de poder, influir en los destinos de todos nosotros. El poder es para servir, haciéndose responsable de las consecuencias del discurso y la acción.
Siguen las funciones de teatro en Valparaíso y la presentación de anoche sorprendió porque estuvo particularmente concurrida, como no lo esperábamos. Sucede que, atendiendo al cansancio que queda siempre, después de los agitados días de fiestas patrias no quedan energías y tampoco dinero para otras diversiones.
A las 11.30 horas de ayer, en Santiago, ha fallecido don Ramón Barros Luco, uno de los hombres públicos de mayor actuación en el escenario de la vida republicana de los últimos cincuenta años en Chile. A las 10 horas de la mañana de este lunes se iniciarán en el templo metropolitano las solemnes honras fúnebres.
Contactos directos entre dirigentes gremiales y representantes de la empresa se efectuarán hoy y mañana, en un último esfuerzo por evitar la huelga legal en la industria del carbón anunciada por sus 10 mil obreros y empleados para las 24 horas de mañana. Hasta ahora, sólo hay una oferta de la Compañía Lota Schwager.
"Se puede hacer una Parada Militar profesional y gallarda, pero también ser austeros"
Felipe Larraín
Ministro de Hacienda
"Es tremendamente difícil ganar (las elecciones que vienen) sin la DC"
Carlos Montes
Senador y jefe del Comité PS
V ariados enfoques se pueden dar a la notoria ausencia municipal en la Parada Militar del 18 de septiembre realizada en avenida Pedro Montt, frente al Congreso Nacional. Nueve de los diez concejales porteños no se hicieron presentes.
La inasistencia más notoria fue la del alcalde la ciudad, Jorge Sharp. Justificando la ausencia el concejal comunista Iván Vuskovic expresó que "él es un hombre bien de izquierda y me imagino que estar 'haciéndole caritas' a los militares le complica".
El mismo Vuskovic dijo que ante la invitación oficial, muy caballero, había comunicado su inasistencia con suficiente anticipación, decisión sustentada en una cuestión de principios, pues "tanto él como su padre, el exalcalde Sergio Vuskovic, fueron detenidos y torturados después del golpe militar". Aclaró así que prefirió no asistir.
Daniel Morales, concejal representante del Pacto Urbano La Matriz afirmó que "no veo ningún problema en concurrir a este tipo de actos que son propios de nuestra condición de chilenos, porteños y, en este caso, de autoridades…el gran ausente fue el alcalde de Valparaíso".
El director de Comunicaciones, Paulo Gómez, justificó la ausencia de su jefe por "un problema de agenda". Sabido es que las invitaciones a este tipo de actos oficiales se cursan con mucha anticipación y situar la parada militar en agenda era perfectamente posible, tanto para el jefe comunal como para aquellos concejales que no concurrieron, actitud que para algunos puede significar un innecesario desaire.
Dejando de lado izquierdismos o agendas, hay que mirar la presentación de las Fuerzas Armadas y de Orden como un acto republicano destinado a conmemorar aquel 18 de Septiembre de 1810 en que están las raíces de la República. Ese mismo sentido tiene el Te Deum.
Con esos actos, uno castrense y otro religioso, se recuerda un paso precursor de nuestra nacionalidad y se reafirma la vigencia de la institucionalidad donde tras el ceremonial resalta un llamado a la unidad.
Y ese y no otro es el sentido de las celebraciones oficiales, de las manifestaciones civiles o militares de estos días que no implican adhesiones partidistas ni tampoco la aceptación tácita de penosos hechos del pasado.
La presencia de autoridades elegidas por el voto popular, lejos de posiciones contingentes y legítimas, significa sumarse al sentido profundo de esa liturgia ciudadana donde hay un recuerdo al nacimiento de la Patria y junto a ello reconocimiento a las instituciones que a lo largo del tiempo han contribuido a su consolidación.
Más de doscientos años han transcurrido desde que se da el primer hito, reconocido como histórico, que permite dar forma a la construcción de esta nación de la que somos parte. ¿Cuántas veces y cuántos actores habrán dialogado o se habrán enfrentado en este camino? Los historiadores tienen parte esencial de las respuestas descriptivas e interpretativas que pueden iluminarnos. ¿Cuántas interrogantes habrán tenido los líderes de cada tiempo y seguirán teniendo los líderes del futuro? Interrogantes acerca de la mejor organización organización política; sobre la forma de expresar la visión de sociedad, los sueños inspiradores; a quiénes habrán mirado y qué experiencias habrán considerado como dignas de ser seguidas; y así sucesivamente tantas perspectivas, de las que puede dar cuenta la ciencia política cultivada con rigor.
Muchas luchas están subyacentes en esto que parece tan simple de enunciar.
Y cómo estamos hoy en medio de las profundas transformaciones del mundo en los últimos decenios y las circunstancias de estos primeros veinte años de este siglo. A nivel global y también en el terreno propio. ¿Hemos alcanzado un nivel profundo de consciencia sobre la interdependencia que hace que todos los sucesos, incluso los ajenos y lejanos, impactan en nuestra vida? ¿Cómo vemos a aquellos que influyen en nuestros destinos, desde distintos poderes públicos y privados, con variadas ideologías, con una gama de competencias desarrolladas o disminuidas? Y cómo imaginamos nuestro aporte diciéndonos qué hacemos por nuestro país. ¿Qué nos sucede como pueblo con nuestras confianzas mutuas, valor que sustenta la cohesión? ¿Cómo anda nuestra ética en las relaciones entre ciudadanos, nuestra ética en las decisiones públicas? ¿Habrá llegado el tiempo en que la política, en toda su esencial importancia, considere como necesario el aporte de la técnica que habla de lo factible, que evalúa escenarios, que da peso a las consecuencias de decisiones por bondadosas y atractivas que sean?.
La prensa de la semana pasada ha recordado, a los diez años de su partida, la contribución de un gran constructor moderno de nuestra nación. Tal vez su nombre ya es indiferente para muchos en tan pocos años. Muchos ni saben de su existencia. Pero una parte de lo alcanzado por nuestro país, junto a muchos otros, contó con su lucidez intelectual y capacidad auténtica de diálogo. Naturalmente estas afirmaciones pueden ser despreciadas por aquellos que nada valoran de lo alcanzado. En todo caso, demócratas auténticos de otros pueblos miran a Chile como un país que alcanzó alturas no imaginadas; precisamente las que permiten pensar en nuevas posibilidades.
Edgardo Boeninger, a quien me refiero, es testimonio de la calidad de la política, una lección a recoger por aquellos que pretenden, en su legítimo deseo de poder, influir en los destinos de todos nosotros. El poder es para servir, haciéndose responsable de las consecuencias del discurso y la acción.
Siguen las funciones de teatro en Valparaíso y la presentación de anoche sorprendió porque estuvo particularmente concurrida, como no lo esperábamos. Sucede que, atendiendo al cansancio que queda siempre, después de los agitados días de fiestas patrias no quedan energías y tampoco dinero para otras diversiones.
A las 11.30 horas de ayer, en Santiago, ha fallecido don Ramón Barros Luco, uno de los hombres públicos de mayor actuación en el escenario de la vida republicana de los últimos cincuenta años en Chile. A las 10 horas de la mañana de este lunes se iniciarán en el templo metropolitano las solemnes honras fúnebres.
Contactos directos entre dirigentes gremiales y representantes de la empresa se efectuarán hoy y mañana, en un último esfuerzo por evitar la huelga legal en la industria del carbón anunciada por sus 10 mil obreros y empleados para las 24 horas de mañana. Hasta ahora, sólo hay una oferta de la Compañía Lota Schwager.