La petición a la Contraloría de una investigación sobre el Plan de Desarrollo Comunal de Valparaíso (Pladeco) es pertinente, pues más allá de la calidad del instrumento elaborado, que puede ser opinable, resalta el costo del proyecto mismo. Esto en comparación al gasto que han hecho comunas similares del país en la formulación del mismo plan. La Municipalidad de Valparaíso ha invertido cerca de $600 millones en la confección de su Pladeco, en tanto que Viña del Mar ha gastado $82 millones; Temuco, $49 millones; y Recoleta, $52 millones.
Dentro del gasto porteño la partida más alta corresponde a personal externo, que percibió un total de $492 millones por su trabajo.
La presentación a la Contraloría, suscrita por un grupo políticamente transversal de seis concejales, expone que en el caso de otras comunas los estudios para el plan se contrataron mediante licitación pública, lo que no se habría hecho en Valparaíso y por lo cual el ente debiera pronunciarse.
Fuera de consideraciones económicas, también hay críticas en materias de fondo: los denunciantes exponen que el instrumento no considera aspectos clave como emergencias, desarrollo portuario y uso del borde costero. También se cuestiona la participación ciudadana, inquiriendo sobre el número de reuniones realizadas con vecinos, los lugares dónde se han realizado, el costo de dichas audiencias y el detalle de las autoridades que participaron en los encuentros.
Insistiendo en lo económico, el concejal UDI Carlos Bannen expresa que, comparando con otras comunas, con menos de la mitad de los recursos gastados en Valparaíso se habría podido lograr un "excelente" Pladeco. Por su parte, el DC Marcelo Barraza afirma que el Pladeco porteño es "el más caro de Chile" y agrega que el requerimiento transversal en Contraloría "representa el sentir de todos los políticos en torno a la actualización de un instrumente catalogado como clave".
Y ese es el punto, pues el Pladeco, al ser una herramienta clave para lograr el desarrollo local, no puede tener un origen cuestionable tanto en su aparentemente desmedido costo como en la denunciada falencia en cuanto a contenidos y participación. Hay que considerar, además, que el instrumento compromete un trabajo a 10 años que incide en el necesario crecimiento económico de la ciudad, en la calidad de vida de sus habitantes y en su diseño para las próximas décadas.
La iniciativa que presentará el alcalde debería ser votada a fines de mes por los concejales, pero ya viene con notas rojas, pues en reuniones municipales anteriores ha sido severamente cuestionada, con un fuerte tufillo a oposición.
¿Pueden los concejales rechazar el Pladeco cuando el gasto ya está hecho y el producto no viene con "ticket de cambio"? ¿Es posible "parchar" la propuesta? Tales son las interrogantes de la que parece ser la más dura prueba que enfrenta la autodenominada "alcaldía ciudadana" de Jorge Sharp.