Los ingresos son sólo una de las dimensiones en que nuestra sociedad tiene niveles inaceptables de desigualdad, pero son una dimensión importante y en la que hay mucho espacio para mejorar.
Desigualdad antes y después de impuestos y transferencias
Muchos países logran cambios importantes en sus niveles de desigualdad mediante el sistema tributario y la política social. En Chile este no es el caso. En la Figura 1, las barras muestran para cada país el índice de Gini antes y después de impuestos y transferencias monetarias. Valores más altos representan mayor desigualdad, y los países están ordenados desde el que menos redistribuye al que más redistribuye.
Como se aprecia en la figura, de los países con datos disponibles, Chile sólo redistribuye mejor que Turquía. En términos del nivel de desigualdad después de impuestos y transferencias, sólo nos superan Costa Rica y Sudáfrica.
Podría argumentarse que esta situación se explica por nuestro nivel de desarrollo, y que no es correcto compararnos con países más ricos.
Al comparar la distribución de ingresos antes y después de impuestos y transferencias, en el momento en que cada país tenía un ingreso per cápita cercano a los US$ 25.000 (PPP), comparable con Chile hoy, la situación no mejora (ver Figura 2).
¿por qué no hay redistribución?
La respuesta tiene dos partes: primero, los impuestos son regresivos, es decir, luego de que se pagan impuestos, la distribución de ingresos es aún peor que antes de impuestos.
Esto ocurre porque los hogares de ingresos relativamente bajos consumen todos sus ingresos, por lo que gran parte de éstos se destinan a pagar IVA.
Por otra parte, los hogares de altos ingresos suelen usar mecanismos para eludir (y evadir) impuestos, por lo que no pagan las tasas efectivas que deberían pagar. En la práctica, pobres y ricos destinan un porcentaje similar de sus ingresos a impuestos.
La segunda parte de la respuesta son las transferencias monetarias, que corresponden a los subsidios directos a las familias (no incluyen los servicios que se les prestan como educación y salud).
Este gasto está altamente focalizado en el 10% de hogares de menores ingresos, es eficiente en incrementar los ingresos de este grupo, y permite contrarrestar el efecto negativo de los impuestos en la distribución de ingresos.
Este gasto ha permitido reducir fuertemente la pobreza en las últimas décadas. Pero también se relaciona con la decisión política de que el Estado sea lo más pequeño posible.
Esto obliga a focalizar en los más pobres, no permite universalizar los beneficios, y mantiene a la mayor parte de la población -que recibe en el mercado ingresos relativamente bajos por su trabajo- en un estado de vulnerabilidad ante cualquier shock. Esto último es uno de los tantos factores que explican la crisis actual.
Gran parte del efecto redistributivo en los países que mejoran la distribución se consigue mediante las transferencias monetarias, y no mediante los impuestos.
En Chile sería particularmente difícil mejorar la distribución mediante impuestos a la renta progresivos, porque la enorme mayoría de la población tiene ingresos bajos y no hay mucho espacio para cobrarles mayores impuestos.
Al mismo tiempo, el 1% de la población concentra una fracción del ingreso mucho más grande que en la mayoría de los países. Para lograr mayor progresividad habría que enfocarse en este grupo.
Esto tendría la ventaja adicional de reducir la concentración extrema del ingreso en un grupo reducido, que puede traducirse en una influencia política desproporcionada que debilite la democracia.
Qué se puede hacer
Lo primero es abordar los problemas en el mercado del trabajo, y otros temas que hacen que la distribución inicial, generada por el mercado, sea tan inequitativa.
Además de esto, tal como ha propuesto la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es necesario que el Estado recaude más impuestos, para utilizar los recursos en políticas sociales, y que éstas vayan transitando de focalizadas a universales.
Dadas las condiciones actuales, es evidente que cualquier recaudación adicional debe ser mediante impuestos progresivos.
Una primera dirección en que hay amplio consenso técnico, pero poca voluntad política, es eliminar exenciones que no tienen justificación hoy en día, y se sabe que se utilizan para eludir impuestos, como la renta presunta.
Tampoco tiene mucha justificación la exención de impuestos a las ganancias de capital por ventas de acciones. Otra dirección en que se puede avanzar son los impuestos al patrimonio y a la herencia, que analizaré en un próximo artículo.