Concierto de disco "Para los arquéologos del futuro": la profecía de Congreso 30 años después
MÚSICA. En Matucana 100 la banda interpretó completo su álbum más exitoso y masivo. Grabado en 1989, marcó el inicio de una nueva etapa de jazz fusión .
Dejar un vestigio para las generaciones del futuro "antes de que la bomba estalle". Ese era el concepto que inspiró hace 30 años "Para los arqueólogos del futuro", según reconoció el propio grupo Congreso en una entrevista de 1989. La novena placa de estudio -la más exitosa porque vendió 15 mil copias lo que les permitió obtener su único disco de oro- es, además, el inicio de una nueva etapa musical marcada por sonidos africanos, saxo, vibráfono y mucho jazz-fusión y que a ratos recuerda a Weather Report. Se grabó en el ya legendario sello Alerce cuando cierto optimismo reinaba en las calles después del plebiscito de 1988, cuando se creía que la alegría iba a llegar y cuando faltaban seis meses para el retorno de la democracia.
Treinta años después la intención-concepto que permitió que el álbum viera la luz, parece un mensaje profético. Y es que en medio de la crisis sociopolítica que vive el país, se convirtió efectivamente en un testimonio para los arqueólogos del futuro. "Éramos, ni buenos ni malos, éramos, simples seres humanos..." reza el estribillo de la canción que da nombre al disco y que se transformó en una cuasi declaración de principios porque, como sostuvo hace un tiempo Francisco Sazo, "el disco apunta a la capacidad de olvido de los latinoamericanos. El olvido para con los muertos, especialmente con los del último tiempo".
Y como querían celebrar los 30 años de los arquéologos, mucho antes de que se produjera el estallido social por los 30 pesos la banda había agendado dos conciertos en Matucana 100: el primero para el 23 de octubre -fecha en que se lanzó oficialmente el disco en 1989- y un segundo para el día 24. Respetando el proceso que se iniciaba decidieron postergarlos para el 30 de noviembre y 26 de diciembre.
Revival
La presentación partió con la totalidad del grupo golpeando tambores en primera línea en un estilo tribal -hay que recordar que los sonidos afrocolombianos marcan toda la placa -, para comenzar luego interpretando la totalidad de los temas y terminando con el hit "En todas las esquinas". Como telón de fondo fotos de la época: marchas, caceroleos, consignas, carteles y el cassette tapizado en diarios que caracterizó la primera producción.
Destacaron la rítmica El trapecista, el más popular de la placa; Chatarras y cacerolas, que evocaba los caceroleos de los 80 y que se empalma con los actuales; la nortina y pachamámica Cacharpaya; En la matiné, donde Sazo repasó sus romances de adolescente y Cumbia en que el vocalista ironizó con "fuimos premonitores" porque rescataron el influjo de la cultura colombiana mucho antes de que llegaran al país. En un "Un sueño perdido", uno de los varios temas sólo musicales, Sazo comentó que "me gusta este disco, es bueno para mí porque canto poco".
Al subir nuevamente al escenario optaron por tres temas de su último álbum -"La canción que te debía"- que lanzaron el 2018 ad portas de celebrar sus 50 años de carrera y que ganó el Premio Pulsar en 2017: "Canción para la paz", "El rey Midas", y "La canción que te debía". Esta última inspirada en la hija de Tilo González a quien efectivamente le debía un tema porque a su hijo Simón le había escrito El patio de Simón.
La cuarta fue "En horario estelar (a Víctor en estos días)", del decimocuarto disco oficial, grabado en 1994, "Congreso: 25 años de música".Este tema incluye una estrofa de la canción "El derecho a vivir en paz", de Víctor Jara.
Concluyeron con "No se diga que somos hispanoamericanos", del álbum "Pichanga: profecías a falta de ecuaciones", trabajo que realizaron en 1992 junto a Nicanor Parra, el pintor Bororo y la Unicef. "Somos mapuche, gente de la tierra. ¿Con qué derecho cambiamos el nombre a las cosas?"reza la letra que incluye en mapudungún "Wingka trewa kiñe ñuke mapu mari chaw", expresión que cuestiona el rol que jugaron los conquistadores.
La herencia
Casualidad, causalidad, coincidencia, permanencia, vigencia. Todo esta "sustantivización" caracteriza a la banda y al hecho que el disco haya empalmado dos procesos históricos del país como si se hubiera usado un calco de máquina de escribir. Un Congreso que recrea su propia historia y que como ya hemos dicho es un organismo viviente que se sostiene solo, que avanza paradojalmente nutriéndose de su herencia, pero también de los ritmos que van encontrando en su camino.
Con el sonido casi ontológico y desbordante de Congreso, caracterizado por la voz implacable de Sazo, la banda siempre corre riesgo, reinventándose una y otra vez: la clave de su vigencia.
"En todas las esquinas"
"Yaka / Mpo Ya Bonsomi / Nakoganga Bisika Binso / Ezala Bonsomi". Esas son las primeras líneas de la canción "En todas las esquinas" que Pancho Sazo interpreta en lingala, que es una lengua bantú hablada en una gran parte de la República del Congo. Con la voz áspera e implacable de Sazo semeja una suerte de mantra multicultural que apuesta a la libertad del mundo. El tema, que se ha convertido en uno de sus tantos himnos, en este caso del periodo noventero de Congreso, terminó, como siempre ocurre en vivo, con un baile estilo africano entre Pancho Sazo y Hugo Pirovich.
Los imprescindibles
En los 50 años de vida de Congreso han pasado cerca de 20 músicos. Hoy la integran Sergio "Tilo" González: (1969) Composición, batería, y guitarra. Francisco Sazo: (1969-1980, 1986-) textos, voz, percusión y vientos; Hugo Pirovich: (1977) flautas y percusión; Jaime Atenas: (1984-) saxos soprano y tenor; Raúl Aliaga: (1992) percusión clásica y étnica; Sebastián Almarza: (2003-) piano, teclados y voz, y Federico Faure: (2006-) bajo eléctrico y contrabajo.
15 mil copias vendió el disco convirtiéndose en el más exitoso en la carrera de Congreso.