2020: un cambio de década
Alejandro Corvalán Quiroz , Doctor en Economía, Universidad de Cantabria, España
Se ha iniciado el 2020 y el cambio de década. Para Chile, la anterior empezó con un terremoto físico y terminó con un terremoto social, aunque para nuestro Agustín Squella, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, "Chile no cambió ni despertó, sólo se mostró". A nivel global, emergieron temáticas centrales que nos cruzarán y se consolidarán en esta década que se inicia, como el cambio climático, la desigualdad, la identidad de género, los impactos de la cuarta revolución industrial, entre otros.
Parafraseando a un prestigioso economista, Dani Rodrik, utilizaré un enfoque que si bien viene desde el análisis del crecimiento, puede ser útil para entender los desafíos de la complejidad que vivimos y que se hicieron visibles a partir del 18 de octubre. Me refiero al análisis del diagnóstico, al diseño de políticas públicas y, finalmente, a la institucionalización. En estricto rigor, el diagnóstico de lo que vivimos aún está en proceso de construcción y, probablemente, de decantamiento.
En una entrevista reciente, otro intelectual cercano, Ernesto Ottone, refiriéndose a la impronta de los jóvenes expresaba que ya llegará "un mayor equilibrio entre emociones y reflexión, entre aspiración de mayores derechos y cumplimiento de deberes, sepan que la historia y la cultura existen y... descubrirán con asombro que hay algo más que estandartes y consignas". Como plantea James K. Galbraith, de la cátedra de Relaciones Gobierno/Empresas en la Escuela de Asuntos Públicos Lyndon B. Johnson, de la Universidad de Texas, en Austin, en un artículo reciente en el diario El País, "el actual nivel de desigualdad es síntoma de una enfermedad económica que amenaza la perduración de una existencia humana organizada, pacífica y próspera… Si nos preocupa la sostenibilidad medioambiental, también tenemos que preocuparnos por la sostenibilidad en el terreno de la economía".
En consecuencia, en el mundo real, necesitamos una ciencia económica capaz de integrar recursos, estabilidad social y medioambiente en un marco realista a largo plazo. En el caso de Chile, si bien tendremos un par de años muy difíciles en términos económicos, especialmente en las dinámicas de la inversión, del crecimiento y el empleo, como muy bien lo planteó el Informe de Política Monetaria de diciembre del Banco Central de Chile, lo más estratégico es cómo, además de reducir los efectos de la actual y compleja coyuntura económica, enfrentamos los impactos que crecientemente viviremos en un tiempo no mayor a cinco años derivados de la Cuarta Revolución Industrial y del Cambio Climático.
Sin embargo, el diseño de las políticas y hacer realidad el cambio institucional que necesitamos como país y sociedad nos exigirá mucho más pensamiento creativo y mucho menos dogmatismo de todos los actores. Es lo que se nos exige ahora y lo que se les exigirá a las futuras generaciones.