Perú de ejemplo en defensa patrimonial
Grupo de turistas, incluido un chileno, que causó daños en Machu Picchu, enfrenta severa normativa de protección a valores tradicionales. En Valparaíso, el daño al patrimonio y a su entorno es recurrente y revela falta de educación y de sanción, pues el gasto que se realiza en restauración es plata perdida ante la amenaza de daño.
El tema de la protección al patrimonio nuevamente cobra actualidad con el caso de un chileno detenido, junto a otros turistas, por provocar daños en Machu Picchu, la mítica ciudadela peruana del imperio incásico. El grupo, integrado por franceses y argentinos, además del chileno, fue detenido por guardias del sector en la zona del mirador y del Templo del Sol.
El ingreso a esos lugares está prohibido y los turistas son acusados de causar daño en las ruinas, tanto en muros como en el piso, además de dejar basura y restos orgánicos.
Los detenidos quedaron a disposición de la justicia, que debe considerar las leyes peruanas de protección al patrimonio que contemplan penas de a lo menos cuatro años de reclusión, además de la reparación por los daños causados.
La Policía Peruana ha anunciado que el chileno, de 30 años, será deportado, en tanto que uno de los argentinos integrantes del grupo será sometido a proceso, arriesgando penas de prisión. Pero no es primera vez que un connacional tiene problemas por ataques al patrimonio en esa zona del Perú. En 2004, dos jóvenes chilenos fueron detenidos en Cusco por rayar muros incaicos y permanecieron seis meses en prisión, tras lo cual se logró su deportación.
Estos hechos y su resonancia internacional demuestran un aspecto importante de la protección al patrimonio: sanción a quienes provocan daño a esos valores, política que se aplica desde hace largo tiempo en muchos países para preservar elementos valiosos de su historia y cultura.
En el caso de Chile, y particularmente de Valparaíso, que al igual que Machu Picchu, con todas las diferencias que se quiera también, tiene la condición de Patrimonio de la Humanidad, no se ha logrado establecer una penalidad severa que desaliente el daño.
La protección al patrimonio tiene tres aspectos principales: los recursos para la preservación, la educación para el respeto al valor patrimonial y la sanción a quienes lo dañen.
En Valparaíso, el daño al patrimonio y a su entorno es recurrente y revela justamente falta de educación y de sanción, pues el gasto que se realiza en restauración es plata perdida ante la permanente amenaza de daño, especialmente en estos días en que nuestros talibanes autóctonos se dedican sistemáticamente a atacar la ciudad.
Tenemos un Consejo que otorga la condición de Monumento Nacional, pero esa condición no tiene fuerza, por lo cual el bien destacado queda expuesto al vandalismo individual o grupal que se ampara en movilizaciones con variadas causas y que muchas veces tiene el paraguas complaciente de autoridades que deberían velar por su preservación.
El reciente caso de Perú, la reacción decidida de sus autoridades con apoyo legal, nos dan ejemplo de una efectiva voluntad para proteger el patrimonio.