Al fin le llegó la muerte al hombre que nunca la esquivó: Armando Uribe
GENTE. El abogado y escritor falleció la madrugada de ayer, a los 86 años. Será velado en su departamento, donde vivió enclaustrado desde la muerte de su hijo en 1998.
La muerte siempre fue un tema recurrente en la obra del escritor Armando Uribe, así como también en su conversación cotidiana. No por nada el autor de "Los obstáculos" vivía en un luto permanente desde que falleciera su padre (1970), lo que sumado a la pérdida de su hijo (1998) lo llevó a enclaustrarse en su departamento del Parque Forestal, donde también vivió el fallecimiento de su esposa (2001).
"Estas alusiones a la muerte son, en primer lugar, imprecaciones. En segundo, actos de adulo y de rechazo, también de defensa propia", decía en una entrevista que ofreció a este Diario en 2001.
De alguna manera, el escritor de "No hay lugar" esperaba con cierta impaciencia encontrarse cara a cara con su muerte, pues como él mismo dijo a "La Tercera" en 2017, "resistírsele no es sino una rotería, porque si hemos sido creados por Dios como pequeñas e infelices criaturas, el hecho de que se nos dé la vida es para que lleguemos a la muerte. Rehuir de ella sería vanidoso, en vano y soberbio".
Finalmente, el también abogado falleció ayer en la madrugada producto de una insuficiencia respiratoria, según se informó. Ésta le había sido diagnosticada en 2008 como consecuencia de los cerca de 40 cigarrillos diarios que fumaba desde que tenía 34 años, razón por la que había dejado la adicción.
Los primeros años
Armando Uribe nació en Santiago el 28 de octubre de 1933. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Saint George's College y los de Derecho en la Universidad de Chile, especializándose en la Universidad de Roma.
Sus primeros poemas aparecieron cuando aún era estudiante en los años 50 en algunos periódicos. Su primer libro apareció en 1954, "Transeúnte pálido", y dos años después aparecería "El engañoso laúd". Pero esta pasión por las letras no significaría que olvidase del todo su carrera en el mundo de las leyes, y es así como en 1957 vio la luz "De los delitos calificados por el resultado".
Ese mismo año, Uribe se casó con Cecilia Echeverría Eguiguren, con quien tuvo cinco hijos. Diez años después, el también autor de ensayos como "Léautaud y el otro" y "El libro negro de la intervención norteamericana en Chile" entró al mundo de la diplomacia como ministro consejero del Ministerio de Relaciones Exteriores, a raíz de lo cual encabezó la delegación a la Asamblea Extraordinaria de Naciones Unidas en la que se aprobó el Tratado de No Proliferación Nuclear.
Entre 1968 y 1970 trabajó en la Embajada Chilena en Estados Unidos y, posteriormente, el militante de la Izquierda Cristiana -partido que adoptó "para no quedar flotando", como dijo a "The Clinic" en 2017-, asumió como embajador en China en representación del Gobierno de Salvador Allende.
Tras el Golpe de Estado se exilió en Francia, llegando a ser profesor titular de La Sorbona. También ejerció en la Estatal de Michigan (EE.UU.) y en la Università degli Studi di Sassari (Italia), entre otras. Recién en 1990 regresó al país y volvió a escribir en español.
Desde la rabia
Según describe Memoriachilena.cl, para el observador de la sociedad chilena surgida después de la dictadura militar, Armando Uribe era un ave rara, pues se convirtió en una suerte de vigía de la conciencia nacional, disparando sus dardos sobre la hipocresía y la injusticia que, según él, campea en nuestro país.
Célebres fueron en este sentido sus cartas abiertas a personajes de la vida pública como a Patricio Aylwin (1998), o el diálogo que el poeta mantuvo con el filósofo Miguel Vicuña durante el proceso judicial al que Augusto Pinochet fue sometido en Londres tras ser arrestado por la policía británica y que se tradujo en "El accidente Pinochet".
A nivel literario, la rabia era el motor del escritor, quien no dejaba de indignarse ante el estado de cosas que le tocó vivir. "Yo creo en el valor moral de la indignación razonada. Con causa precisa y hechos reales. No se trata de las rabietas o pataletas", dijo a este Diario en 2011, agregando que "por carácter" no era los de andar silbando en medio del Parque Forestal: "Soy de los que dale y dale. Puede llamárselo majadería, estoy de acuerdo. O bien puede ser obstinación y tenacidad, que es lo que tiendo a creer".
La expresión de esto, así como la persistencia del dolor, de la muerte y el asombro ante la divinidad, dan cuenta libros como "Odio lo que odio, rabio como rabio" (1998), "Contra la voluntad" (2000), y "El fantasma de la sinrazón & El secreto de la poesía" (2001).
En 2004 obtuvo el máximo reconocimiento a las letras chilenas como es el Premio Nacional de Literatura. El jurado consideró en aquella ocasión que el galardón le fue entregado por "el compromiso existencial del hombre frente a la vida y la muerte, manifiesto en un estilo dramático y singular desarrollado a través de una extensa producción".
"La vanidad de la soberbia" (Catalonia, 2017" y "Antología errante" (Lumen, 2017) están entre las últimas publicaciones del autor, quien en 2009 anticipó su funeral en un falso documental realizado por el periodista y artista Rodrigo Gonçalves, y en el que el cuerpo alargado del escritor recorrió varias arterias del centro de Santiago a bordo de una carroza fúnebre, rumbo al Cementerio General, con una detención frente a La Moneda. "Es lo más cerca que he estado de la muerte", recordó Uribe en conversación con "La Tercera", añadiendo que "debo confesar que fingirla me provocó cierto placer, una oscura dicha de la que ni yo mismo tenía sospecha".
La despedida real comenzó ayer durante el velatorio que se realizó en el departamento en el que se mantuvo los últimos 22 años. La familia informó que el funeral será mañana, al mediodía, en la iglesia San Francisco.
La fecha negra de la literatura chilena
El 23 de enero se ha convertido en una de las fechas más amargas de las letras nacionales. Ello, porque un día como aquel, pero de 2015, murió a los 63 años Pedro Lemebel producto de un cáncer de laringe, dejando obras como "Tengo miedo torero" (2001) y "Hablemos de amores" 2012). Tres años después fue el turno de Nicanor Parra, quien dejó de existir a los 103 años, con un legado de trabajo literario en libros como "Artefactos" (1972) y "Discurso de sobre mesa" (2006), así como de intervenciones plásticas. Ayer se unió a este selecto club Armando Uribe.