La crisis social golpea en todos lados y, con fuerza, en el comercio que ve afectada su actividad por movilizaciones, daños, adelanto de cierres, temor del público y de los propios locatarios y también por restricción del gasto.
Esta realidad castiga duramente a la tradicional calle Valparaíso de Viña del Mar, que desde hace tiempo ha ido perdiendo movimiento, particularmente por la competencia de los grandes centros comerciales.
Esa tendencia a la baja se ha acentuado en esta temporada en que ha caído la cantidad de visitantes extranjeros, sobre todo argentinos, corriente que animaba al comercio local.
En estas condiciones la calle Valparaíso vive su peor temporada pese a los esfuerzos del comercio que intenta reponerse a los días de violencia y afrontar el creciente comercio ambulante. Este punto no es novedad, pero ahora se multiplica por la ciudad y se explica en parte por la eliminación de empleos formales en todo el país, 147 mil en enero, totalizando ya unos 300 mil desde el inicio del estallido social. Gran cantidad de esos desempleados buscan ingresos en el comercio informal y en esta temporada en puntos veraniegos como Viña. Para el comerciante del sector, Giacomo Cevasco, hace falta una campaña promocional de alto impacto. Es cierto, pero la temporada avanza y la tarea es sacar el máximo rendimiento a las semanas que restan.
Hay esperanzas por el movimiento que generará el Festival de la Canción que, al menos en teoría, beneficiará a toda la ciudad. Oportunidad para activar el centro tradicional mediante ofertas que impacten a los visitantes y al público local. Hay otros factores importantes para captar clientes como aseo, fluidez de tránsito y facilidades para estacionar vehículos a tarifas razonables, liberando de pago a los clientes de negocios establecidos.
Es fundamental, además, mantener un marco de seguridad para el comercio establecido y para el público en general, con una disuasiva presencia policial.
Hay que asumir que los tiempos no son los mejores, pero siempre es posible encontrar oportunidades con promociones sostenidas en el tiempo, proyectadas a toda la ciudad más allá de la calle misma que, pese a todo, tiene un valor y una tradición que debe ser rescatada.
Esta tarea es ahora especialmente difícil y debe tener como base una amplia asociatividad de comerciantes, la Municipalidad y las autoridades responsables de la seguridad y el orden público. En un trabajo coordinado y continuado, compartiendo experiencias, se pueden lograr beneficios pese a la contingencia y, siendo optimistas, recuperar la prestancia de la calle que fuera el eje histórico, social y comercial de la ciudad.