Bono por años cotizados
Es importante comentar las diferencias del bono por años cotizados entre la propuesta original del Presidente Piñera, y la que finalmente se está discutiendo en el Congreso -ambas propuestas para pensiones menores a 25 UF-.En la primera propuesta, el bono era un reconocimiento a los años cotizados, o bien un incentivo a cotizar, que se financiaba con recursos fiscales.
La propuesta actual en cambio, se financia con el 3% de cotización adicional, y entrega un bono fijo mensual de 2,7 UF para mujeres y de 2 UF hombres, para quienes coticen más de 8 años y 12 años respectivamente.
Si ejemplificamos ambas propuesta, en la primera, si una mujer cotizó 35 años y que se pensiona a los 60 años, obtendría un bono de 3,8 UF, o de 5.1 UF si postergaba pensión hasta los 65 años, en cambio, con la segunda propuesta, el bono sería de 2,7 UF independiente del año de pensión.
Eduardo Jerez Sanhueza
Ilusiones perdidas
El Gobierno, el Banco Central, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el mercado han reducido sus proyecciones de crecimiento económico para Chile en alrededor de 2 puntos. El FMI, previo a la crisis y violencia surgida hace quince semanas, había señalado que nuestro país crecería 3% durante el 2020; ahora estima que será apenas 0,9%.
Sorprende la insensibilidad de algunos sectores del sistema político y de la opinión pública, que tratan los cambios en expectativas de crecimiento como algo lejano, un problema de los empresarios grandes o, cuando más, el costo que sería necesario pagar para alcanzar una sociedad más justa. La realidad es que la pérdida de crecimiento es pérdida de progreso para la clase media, menores oportunidades de trabajo y menos recursos fiscales para transferencias a los más pobres; en definitiva, mayor desigualdad en salud, educación y pensiones.
En términos monetarios, dos puntos de menor crecimiento implican que Chile dejará de generar, durante este año, aproximadamente 4 billones de pesos (5 mil millones de dólares). En magnitud, esta cifra equivale a borrar el PIB de las regiones de Arica y Parinacota, Magallanes y Aysén, sumadas. La recaudación tributaria se reducirá en aproximadamente 1.500 millones de dólares. Con esos ingresos se podría haber financiado, por ejemplo, la construcción de cinco hospitales de alta complejidad; un incremento en la pensión básica solidaria de $160.000 al mes para cada beneficiario; o las viviendas básicas para un significativo número de personas que no tienen un hogar.
Aun cuando algunas de estas políticas puedan realizarse con otros fondos, el impacto del menor crecimiento afectará transversalmente a la ciudadanía y posiblemente generará renovada frustración en muchos compatriotas. Miles de pequeñas y medianas empresas sufrirán el estancamiento en la demanda por sus productos, tendrán dificultades en cumplir sus compromisos crediticios y contratarán menos personas. Muchas pymes estarán en peligro de quiebra. En emprendimientos y empresas de todo tamaño, el menor crecimiento impactará las decisiones de inversión y la creación de empleos. Los sueldos reales y otros ingresos de las personas no podrán aumentarse en lo anhelado en el escenario de crecimiento original.
Los sueños de ser un país desarrollado, de superar la pobreza, de consolidar instituciones democráticas fuertes se desvanecen tristemente y hoy no parecen más que "ilusiones perdidas", como los sueños de gloria del joven de Rubempré, en aquella gran novela de Balzac.
Karin Jürgensen Decana de Ingeniería Comercial Universidad de los Andes
Marzo en el horizonte
Al parecer, hoy la discusión en los sectores políticos es estar más en la destrucción de los errores, que en la posibilidad de descubrir o construir nuevas verdades. Se nos viene marzo y todo indica que esta frase está cargada de conflictos o problemas sociales, que van a emergen fuerte como ocurrió en octubre de 2019.
Sin embargo, creo que hay que preocuparse primero, de levantar la credibilidad de las instituciones, porque debemos pensar en un país distinto con miras al plebiscito de abril, para lo cual tenemos que trabajar en los consensos políticos más que en los desacuerdos o posturas maximalistas y sobreideologizadas.
Chile tiene una gran oportunidad y el mundo académico está llamado a reflexionar posturas colaborativas y mirar transversalmente para pensar un siglo XXI en el cual primen valores fundamentales, como la convivencia social, la justicia social, la equidad, la defensa de los derechos humanos, la protección del medio ambiente, entre otras materias fundamentales en este tiempo.
En síntesis, pensemos un marzo más constructivo, poniendo ideas desde la sociedad civil y fomentando la participación sin sesgos políticos. En definitiva, ponernos a disposición de la gente en el territorio y supervigilar los procesos que vamos a vivir este 2020. Es imperativo construir un nuevo Chile.
Hugo Covarrubias Valenzuela Académico Trabajo Social, U. Central