Vivir en paz
El espectáculo se agigantó con varios frentes: Quinta Vergara, Hotel O'Higgins, Uno Norte, municipalidad. Los comentarios en medios son despiadados con la autoridad. Es verdad, no anticiparon una planificación y la magnitud de los manifestantes y estos ganaron en toda la línea. Impusieron su agenda a fuerza de violencia, destrucción y fuego. ¡Ganaron! Y nosotros somos los derrotados y víctimas.
Francamente, no sé quién o quiénes pondrán las cosas en su lugar nuevamente. Nosotros, que trabajamos como independientes, o bien como empleados en alguna empresa o simplemente en casa, no aspiramos más que a vivir en paz, pero hasta ese mínimo deseo humano se terminó por romper este domingo. Después de este gran espectáculo nada bueno puede venir a futuro.
Como dicen los economistas, mis expectativas no pueden estar más por el suelo en lo económico, político y social.
Octavio Quiroz
Desórdenes
Me llama la atención el desorden que se apreció en Viña del Mar la noche de la inauguración del Festival. Mientras en la Quinta Vergara la alcaldesa y sus ediles festejaban a los artistas, afuera, los vándalos de siempre, hicieron de las suyas quemando automóviles y causando desmanes en tiendas y negocios colindantes al Festival.
Las autoridades, todas, sabían que esto era "una muerte anunciada". Lo mínimo que se puede pretender ante este cúmulo de hechos que continúan sucediendo a lo largo del país, es que exista, de una vez por todas, una orden de orden público que termine con el caos que estamos viviendo todos los chilenos.
Renato Norero V.
Sentido común
Es una falta de sentido común el de la alcaldesa y el intendente, la primera en organizar y el segundo en autorizar un Festival de la Canción tan multitudinario con seis días consecutivos de duración, para el cual se han tenido que desviar una parte muy importante de los recursos del orden y seguridad de la cuidad y del país, con muchos cientos de efectivos de Carabineros y PDI concentrados en resguardar el lugar del evento.
Lo anterior ha sido en desmedro de sectores de esta y otras ciudades que se han dejado con insuficiente protección, lo cual es sabido y aprovechado por los violentistas, causando una destrucción masiva en bienes públicos, privados y de fuentes laborales de muchas personas.
El Festival de Viña no debió haberse realizado bajo estas circunstancias; y después de los recientes hechos de gran violencia y destrucción, al menos debió haberse suspendido.
Por ello resulta inexplicable que la alcaldesa, el canal de televisión encargado y el intendente hayan decido persistir en la continuación del evento los demás días del Festival, lo cual demuestra la falta de sentido común y se constituye, además, en un grave acto de negligencia pública.
Mauricio Moltedo Margozzini
Vándalos
Lo ocurrido en Viña del Mar es delincuencia aquí y en Tombuctú. No son manifestantes ni primera línea, son vándalos. Quienes osen darle un cariz distinto, deslizando que es una nueva muestra del descontento social, vayan al psicólogo, porque su concepción de mundo en sociedad no se ajusta a los parámetros básicos de convivencia civil.
Si quienes sonríen al mirar el video que muestra a sujetos lanzando un automóvil desde un segundo piso, ¿harán lo mismo cuando a estos desalmados se les ocurra lanzar a una persona por considerar que representa al "capitalismo opresor" o cualquier otra cosa que se les venga a la mente para justificar sus deleznables actos?
El vandalismo no es un chiste, la destrucción no es un chiste, el terrorismo no es un chiste, los saqueos no son un chiste. Lamento lo ocurrido en Viña del Mar, pero más lamento que haya quienes avalen estas conductas.
Marco Antonio Silva
Apología de la violencia
El Festival de Viña del Mar dio el vamos. Sin embargo, pareció ser el festival de la violencia. Incendios y destrucción en la Ciudad Jardín fueron el preludio de lo que luego lo reivindicaría. Stefan Kramer, comediante nacional de grandes imitaciones y éxitos, el domingo acuchilló nuestra democracia. No sólo hizo una apología de la violencia, sino que reivindicó hasta decir basta a la "primera línea", casi en un tono sacramental o divino.
Niño símbolo de la corrección política, no se atrevió en ningún momento a deslizar alguna crítica al vandalismo que ya ha dejado a más de 300.000 personas sin trabajo.
No es aceptable que como sociedad valoricemos este tipo de actos, sino que los condenemos y busquemos en el humor un espacio de entretención, pero no a costa de relativizar nuestra alicaída democracia y sociedad.
Jose Luis Trevia Investigador Fundación para el Progreso