"Ya hay demasiado odio y desconfianza, es hora de ponerles fin y evitar un lacerante enfrentamiento". Advertencia formulada por 231 figuras afines a la ex Concertación, quienes dieron a conocer una declaración titulada "Es tiempo de un acuerdo nacional". Si bien el documento no es respuesta al llamado formulado por el Presidente Sebastián Piñera a "recuperar el orden público como prioridad número uno", hay en el fondo coincidencia de posiciones en medio del tenso momento que vive el país.
El Jefe de Estado formuló su llamado el lunes, postulando "condenar la violencia y defender la democracia" y también "condenar a los que no condenan la violencia y a los que no defienden la democracia".
En la misma línea, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, el mejor calificado del gabinete, advirtió que la democracia estaba en peligro y que contra los actos de violencia había que responder con la fuerza del Estado.
La declaración, que se estaba preparando desde hace dos semanas, según sus redactores no se relaciona con el acuerdo nacional al que llamó el Presidente Piñera, pero en el fondo el propósito es el mismo, recuperar la paz social. Los declarantes, destacadas figuras de diversas tendencias de la ex Concertación, plantean un pacto de aquí al año 2022 en torno a un programa de "sólidas reformas", insistiendo en la agenda social, la paz social y el orden público, y la recuperación y el crecimiento de la economía.
Rápidamente el documento se ganó el apoyo del ministro del Interior y Seguridad Pública Gonzalo Blumel. Destacó que el llamado a los acuerdos de ese sector es "la clave" para enfrentar "desde las diferencias" los desmanes que se esperan para marzo, insistiendo en la necesidad de recuperar el orden público y rechazar la violencia.
Estas posiciones coincidentes, desde distintos frentes, son trascendentes cuando se inicia la campaña para el plebiscito de abril que, más allá de formalidades sobre propaganda, exige orden público para esa etapa, para el día mismo de la votación y para todo el proceso posterior, sea cual sea el resultado.
Ahora, desde la mirada local, un llamado a la paz y a la tranquilidad tiene un sentido en terreno, pues nuestras ciudades han sido víctimas recurrentes del vandalismo, a veces aplaudido y justificado, que ha opacado demandas sociales.
Hay destrucción, pérdida de fuentes de trabajo y miedo que en nada favorecen un clima de tranquilidad y tolerancia indispensable para la convivencia de los próximos meses en que está puesta a prueba nuestra democracia y los tan proclamados derechos humanos, derechos de todos, no sólo de un sector.
¿Será posible con buena voluntad acoger los llamados para frenar la violencia pese a reservas y suspicacias de quienes no les interesa ganar la batalla por la paz?