Reacción oportuna ante los tsunamis
Las catástrofes de 1960 y 2010 muestran la importancia de las comunicaciones para entregar información oportuna y salvar vidas. "Con toda lógica el jefe del SHOA afirma que 'debemos estar siempre preparados, ya que no sabemos ni cuándo ni dónde ocurrirá el próximo sismo, pero sabemos que ocurrirá".
EEn el museo regional de Ancud se exhibe un pequeño transmisor artesanal de radioaficionado; comparte espacios con valiosas piezas arqueológicas, muestras de la artesanía tradicional chilota y una réplica a tamaño real de la histórica goleta que hizo posible la soberanía nacional sobre el Estrecho de Magallanes.
Ese primitivo equipo de radio fue por varios días el único medio de comunicación entre la isla y el continente tras el destructor terremoto y maremoto que arrasó gran parte del sur de nuestro país en mayo de 1960, pues todos los sistemas de comunicación fallaron.
El colapso de las comunicaciones de hace 60 años en buena medida se volvió a repetir el 27-F, cuando en 2010 el terremoto y tsunami arrasó un amplio sector costero, impidiendo entregar información para lograr una reacción oportuna ante el violento comportamiento del mar, lo que provocó daño y numerosas muertes.
Al cumplirse 10 años de esa última tragedia el SHOA, Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, reconoce, en voz de su director, contralmirante Patricio Carrasco, "el valor de las comunicaciones" y la necesaria robustez que deben mantener ante todo evento crítico, lo que "hoy resulta fundamental".
Con toda lógica el jefe naval afirma que "debemos estar siempre preparados, ya que no sabemos cuándo ni dónde ocurrirá el próximo sismo, pero sabemos que ocurrirá y por eso hemos establecido el concepto de 'mejora continua' para estar alerta ante cualquier desastre".
Con ese propósito el SHOA ha incorporado tecnología y entrenamiento del personal, colaborando con universidades y con el Programa Internacional de Entrenamiento en Tsunamis. En el marco de ese programa se realizó una capacitación, la primera fuera de Estados Unidos, oportunidad en que se destacó a Chile como ejemplo en un Sistema Integral de Alerta y Mitigación ante Tsunamis.
En concreto, formando parte de ese sistema internacional que cubre las costas del Pacífico, Chile mantiene una red de boyas oceánicas que registran ondas de tsunami y envían información vía satélite, que tras ser evaluada permite, en caso de amenaza, la emisión de boletines de alerta.
La oportunidad de esa información y su entrega a la población es fundamental para evitar, al menos en parte, el daño y más que nada, la pérdida de vidas como las del lejano 1960 y del más cercano 2010.
Esencial para ese logro es la preparación de la población y la mantención de sistemas de comunicación autónomos en respaldo de aquellos convencionales o de las sacralizadas redes sociales que caen por fallas de línea físicas, estaciones repetidoras o falta de energía. El artesanal sistema que operó hace más de medio siglo en Ancud es un ejemplo que se mantiene vigente y exige actualización.