Mientras el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, anuncia conversaciones con sindicatos del comercio ambulante, el presidente de Comercio Unido, Héctor Arancibia, se queja del llamado del jefe comunal a cerrar los locales establecidos.
Agrega el dirigente que hay sectores de la ciudad que están "llenos de ambulantes, las veredas se estrechan y las personas andan una al lado de la otra… lamentablemente, el municipio le ha dado manga ancha al comercio ilegal".
Leonardo Fortunato, presidente de la Asociación Gremial de Comerciantes de Chile, sostiene que si bien hubo una disminución de ambulantes, al municipio "le ha faltado criterio para regular esta situación". Denuncia el "grave problema de los carritos de comida… ellos sí generan un grave foco de infección en la zona porque no tienen ninguna autorización sanitaria, no ocupan guantes, no tienen cajeros ni agua potable, que es lo básico para que el virus no se propague".
El tema del comercio ambulante, histórico y recurrente en Valparaíso, considerado en medio de la contingencia, ha sido abordado por el Concejo Municipal, que pide una rápida fiscalización. La alcaldía, en tanto, ha pedido una reunión con el intendente y el jefe de la Defensa del actual estado de excepción, con el objeto de abordar el uso de los espacios públicos.
Como se ha establecido reiteradamente, el problema del comercio ambulante ilegal tiene múltiples rostros que van desde la falta de empleos formales hasta la condición que esa actividad tiene como canal de distribución de productos robados o de contrabando.
A todo esto se agrega su participación en un creciente mercado negro de mascarillas y productos de desinfección.
También el comercio formal insiste en la injusticia que ese giro implica, pues no cumple con disposición legal alguna de aquellas que tienen los establecidos.
Pero a este conocido panorama ahora se suma con mayor fuerza el tema sanitario por la manipulación y venta de comida, las aglomeraciones que se producen en el entorno de este comercio y el desaseo que se genera justamente cuando otro de los esfuerzos que se hacen en la ciudad es para acelerar el retiro de desperdicios.
Nunca ha sido fácil erradicar al comercio clandestino debido al trasfondo social que encierra y a su "cotización" como importante moneda electoral. Además, ante intentos de control o erradicación estos vendedores tienen reacciones violentas.
Sin embargo, el momento actual obliga a dar un corte a este problema con el fin de evitar males mayores en una situación que no se detiene y que amenaza a los propios vendedores ilegales. El estado de excepción actual da facultades a la autoridad para una actuación consistente que se mantenga en el tiempo, mirando más que nada a este comercio como un factor favorable para la propagación de la pandemia.