Covid-19: la economía mundial se contagia
Rodrigo Navia Carvallo Académico de la Escuela de Negocios y Economía de la PUCV
Cada mañana despertamos y la realidad nos sorprende con lo que ha pasado en las últimas horas en distintas partes del mundo. Nos impactan las medidas de prevención que se están implementando y nos preocupan las perspectivas que se estiman para las próximas semanas y, posiblemente, meses.
Sin duda, la vida de las personas es la principal prioridad, pero la dimensión económica de vivir en sociedad se ha visto alterada como nunca nos había tocado enfrentar a gran parte de la población durante los últimos años.
Por un lado, los efectos económicos que hemos visto en las últimas semanas son consecuencia de las dificultades de las empresas de llevar a cabo la producción de bienes y servicios, lo que técnicamente llamamos una contracción de la oferta agregada, es decir, de la capacidad que tienen las economías de producir bienes y servicios.
Por otro lado, enfrentamos una caída de la demanda agregada, o sea, de la disposición y capacidad de comprar bienes y servicios por parte de los agentes económicos. Diversas razones explican esta caída, por ejemplo, las familias ven comprometidos sus ingresos de las próximas semanas o meses.
Adicionalmente, los inversionistas se enfrentan a un escenario de alta incertidumbre, la pandemia debería provocar efectos transitorios en la economía de los países; sin embargo, no sabemos cómo irá evolucionando antes de empezar la recuperación. Esto ha provocado caídas significativas de los precios de las acciones, en los mercados del mundo, lo cual refleja que se espera una caída en las utilidades de las empresas para este año y mayor probabilidad de que empresas entren en un proceso de quiebra, como es el temor en el sector de las aerolíneas y sector turismo en general. Además, la caída de precios de commodities, como el cobre y el petróleo, también ha sido significativa.
Todo lo anterior permite concluir que la posibilidad de enfrentar una recesión mundial, como en 2008-2009, es alta, con las consecuencias de cierre de empresas y aumento de la tasa de desocupación, aunque la magnitud de la contracción de la actividad económica, de suceder, es aún muy temprano para dimensionarla.
En materia de política monetaria, las tasas de interés, en general, ya estaban bajas, por lo que el espacio para estimular la economía es estrecho y operaciones de facilidades cuantitativas (compra de activos financieros a los bancos comerciales por parte del Banco Central), como las que se implantaron después de la crisis de 2008 en algunos países, podrían ser una posibilidad para ampliar el espacio de acción.
El trabajo coordinado del sector público-privado y de la comunidad mundial será crucial para mitigar los efectos que el covid-19 está generando y para que este impacto sea transitorio y la economía pueda resurgir rápidamente, aunque para algunas personas y empresas será muy difícil, sino imposible, volver a una situación similar a la que había antes de esta pandemia.