"El plebiscito no está en peligro por la pandemia porque hay un país movilizado que demanda su realización"
"Chile decide: una lectura necesaria para comprender el proceso constituyente que se acerca", se llama el libro del abogado constitucionalista y académico de la Universidad de Valparaíso, Jaime Bassa, que busca explicar con peras y manzanas, y mucha reflexión, las definiciones fundamentales para enfrentar el plebiscito de octubre. ¿El objetivo? Que quienes participen en este proceso tengan la información necesaria para tomar una decisión entre el apruebo y el rechazo y entre la convención mixta y la convención constitucional. Bassa, quien se hizo viral al inicio del estallido social, con varios artículos y vídeos dónde daba cuenta del escenario que se empezó a definir desde el inicio de la crisis sociopolítica, aborda en el texto publicado por editorial Planeta , los pilares de la constitución del 80 y desmenuza las demandas sociales.
-En medio del estallido social usted fue una voz para aclarar dudas cuando comenzó la exigencia de cambio constitucional. ¿Por qué decidió escribir este libro?
-Chile enfrenta un proceso constituyente verdaderamente histórico, en que el pueblo se ha convocado para definir las bases fundamentales de su convivencia democrática como una forma de enfrentar y superar el malestar social que se ha acumulado a lo largo de las últimas décadas. En ese contexto, el conocimiento que se construye desde las universidades tiene que estar al servicio de la sociedad y de sus necesidades, por lo que me pareció que la envergadura del desafío político que enfrenta el país justificaba el trabajo de socializar ciertos aspectos de lo constitucional, para que pudieran estar a disposición de la reflexión que se viene.
-¿Sin estallido social habría habido cambio constitucional?
-Con toda seguridad sí, pues el problema de legitimidad del orden constitucional vigente se viene arrastrando hace muchos años y ha contribuido a generar mucho malestar en la población. Probablemente sin el estallido de octubre esto hubiese demorado un poco más, pero las condiciones bajo las cuales se ejercen derechos tan importantes para nuestras vidas como salud, vivienda, trabajo, educación y seguridad social son tan precarias, que era cuestión de tiempo que la sociedad se rebelara contra ellas y demandara una nueva forma de organización política de la sociedad.
-¿Los dos tercios benefician a la oposición o al oficialismo?
-Creo que se han equivocado quienes se apresuraron en sacar cuentas interesadas en relación a la conveniencia de los dos tercios como requisito para las decisiones de la Constituyente, pues difícilmente las condiciones de representación política en la Constituyente serán equivalentes a las del Congreso Nacional, dado el alto grado de participación y deliberación ciudadana que hemos visto desde octubre. Más bien creo que los dos tercios generarán condiciones para una deliberación constituyente distinta a la legislativa, puesto que al no haber una regla constitucional que rija en caso de no llegar a acuerdo, no habrá ningún sector político favorecido o perjudicado por un eventual poder de veto. Así todos los sectores representados en la Constituyente deberán hacer el máximo esfuerzo por encontrar contenidos constitucionales compartidos, que nos permitan tener reglas constitucionales comunes, no excluyentes como las actuales.
-¿Por qué a parte de Chile Vamos le comenzó a molestar la página en blanco? ¿Implicaría que quedarían cosas significativas fuera como señala la derecha?
-Creo que algunos sectores políticos y sociales no entendieron las implicancias de redactar una nueva constitución. Quizá se quedaron pegados en las lógicas propias de la discusión de una ley de reforma constitucional, donde se mantiene la norma vigente si no se alcanzan los quórum exigidos. Diría que es un temor infundado a que cosas significativas queden fuera de la constitución, pues debiéramos plantear el asunto al revés: alcanzarán rango constitucional todas aquellas materias que sean suficientemente compartidas como para contar con un amplio apoyo político. El resultado, probablemente, será una constitución no militante, que no refleje un proyecto político excluyente, sino una que, a diferencia de la actual, sea lo suficientemente abierta y garantista para permitir que cualquier proyecto político pueda desarrollarse en iguales condiciones de libertad. El resto de los asuntos quedarán entregados a la deliberación político regular, en el Congreso, que es como funcionan los sistemas democráticos que reconocen la diversidad constitutiva de las sociedades contemporáneas.
-¿Por qué no un cambio hecho por el Congreso?
-La vía reformista (tratar de dar con una nueva constitución a través de reformas parciales) ha fracasado estrepitosamente en las últimas décadas, primero por la crisis de legitimidad que afecta a las instituciones representativas y, segundo, porque el orden constitucional vigente restringe radicalmente el campo de posibilidades para que el Congreso tome una decisión propiamente constituyente. El margen que esta constitución contempla para la representación política es demasiado estrecho, lo que impide que las voluntades políticas que surgen de la base social sean debidamente representadas en el espacio institucional. El principal cambio está en el actor político que hoy está llamado a decidir: el pueblo.
-¿Por qué está por la Convención Constitucional?
-La Convención Constitucional es la que contempla las mejores condiciones para la representación de la voluntad soberana en clave constituyente. Primero porque será efectivamente paritaria (mitad hombres y mitad mujeres) y porque estará íntegramente compuestas por personas elegidas por sufragio universal y no por parlamentarios en ejercicio. La Mixta, en cambio, no será paritaria y un 50% de ella serán parlamentarios en ejercicio activo, lo que no sólo dificulta la representación de la voluntad popular constituyente, sino que amenaza con perjudicar seriamente el trabajo legislativo, ya que esos parlamentarios no serán reemplazados en sus cargos y no podrán ejercer ambas funciones simultáneamente.
-¿A los chilenos les falta cultura constitucional y educación cívica?
- En parte sí y en parte no. Por lo pronto, es evidente que la educación cívica es una de las grandes deudas del sistema escolar y de nuestra convivencia democrática, pues ésta no consiste sólo en conocer ciertas instituciones o definiciones básicas, sino que implica participar políticamente en las comunidades a las que pertenecemos. El reconocimiento de los valores democráticos no es algo que se enseñe en una sala de clases, sino que se aprende desde el ejercicio mismo. Desde esta perspectiva, creo que la ciudadanía tiene bastante experiencia en lo que implica el ejercicio de nuestros derechos fundamentales. No es necesario ser experto o experta en materias constitucionales para comprender las condiciones bajo las cuales ejercemos, por ejemplo, el derecho a la salud y si dichas condiciones nos garantizan libertad e igualdad, o bien, dominación y desigualdad.
-¿Qué le parece que el plebiscito se haya postergado para octubre? Hubo sectores que intentaron hacer caer el proceso argumentando que era muy caro. ¿Está en peligro el plebiscito?
-Me parece una postergación sensata, puesto que la pandemia que nos amenaza es una cuestión seria que debiéramos enfrentar con madurez y responsabilidad. Si bien hay cuestiones importantes que quedaron postergadas, hay otras urgencias que debemos enfrentar con decisión. Ahora, intentar obtener provecho político de la crisis sanitaria para pretender la suspensión indefinida del proceso constituyente, me parece una bajeza. Por otro lado, el argumento de los costos económicos de la institucionalidad democrática surge en momentos de crisis social o de mayor tensión política. La democracia es cara, por cierto. Así como lo son todos nuestros derechos. Pero una democracia de mínima densidad, "barata", así como derechos de escaso desarrollo y garantía, supone costos todavía mayores, no solo económicos, sino que también sociales, los que no se distribuirían equitativamente en la sociedad, sino que serían absorbidos por los sectores más desfavorecidos, como ocurre con la precarización del sistema de salud pública. El plebiscito no está en peligro por la pandemia, pues hay un país movilizado que demanda su realización.
-Claramente los chilenos serán otros cuando termine esta pandemia. ¿Tendrá esto un efecto en la forma en que se pronunciarán en el plebiscito?
-Cuando esta crisis sanitaria termine, Chile será diferente, sin duda. Creo que saldremos más fortalecidos, más conscientes de nuestros derechos y de cuán importantes somos las personas normales, las de a pie, para el funcionamiento de la economía y del sistema político. Con nosotras y nosotros en nuestras casas, nada de esto funciona. Quizá esta crisis nos sirva para tomar mayor consciencia todavía de que nuestra presencia y participación es clave para el desarrollo de la sociedad, lo que bien podría traducirse en una mayor participación electoral de aquí en adelante, no solo para el plebiscito de octubre, sino que para las sucesivas elecciones que vienen a futuro. La demanda por participación surge de un lugar muy profundo en nuestra sociedad, donde la consciencia de nuestros derechos se funde con el malestar de la vida cotidiana. Diría que las personas ya no quieren esperar a que alguien solucione nuestros problemas, pues esta vez reclaman ejercer su derecho a decidir.
"La Convención Constitucional es la que contempla las mejores condiciones para la representación de la voluntad soberana en clave constituyente".