"Se debiera reconsiderar la velocidad de ejecución del PGE en función de los recursos que tenga el país"
La situación de emergencia por la que atraviesa el país -y todo el mundo- abre una serie de interrogantes. Sobre todo desde el punto de vista de las inversiones, dado el desembolso que ha debido realizar el Estado para hacer frente a diversas urgencias, principalmente desde el punto de vista social.
En esa línea, el director ejecutivo del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI) y exministro de Obras Públicas, Carlos Cruz, consideró que sí hay espacio para analizar varias iniciativas, pero no eliminándolas, sino que viendo la posibilidad de replantearlas dado el escenario económico.
"Pienso que si bien en el largo plazo los proyectos siguen siendo los mismos, tal vez debamos reorientarlos a lo que puedan ser nuevas condiciones de demanda. Ahora, lo que yo sí creo es que hay que repensar las prioridades para efectos de enfrentar las urgencias que nos impone esta triple crisis", dijo el ingeniero, en referencia a la situación de sequía, el estallido social y la pandemia, todas ellas con fuerte impacto en la región.
TRIPLE CRISIS
-¿Cree que sufrirán consecuencias los grandes proyectos de infraestructura a raíz de la crisis?
-Creo que con estas tres crisis superpuestas se produce un momento importante de inflexión para ver qué estábamos haciendo, qué es lo que tenemos que hacer hoy, y también a futuro. En ese sentido, a mí me parece que cuestionarse, o preguntarse al menos, si los grandes proyectos de infraestructura que teníamos pensado hasta hace poco tiempo siguen siendo los mismos, es una obligación. Además, en un contexto en el cual el país evidentemente va a ser más pobre, el dónde colocar los recursos que Chile tiene va a requerir un esfuerzo de priorización diferente y con urgencias distintas.
-En base a esto, ¿a su juicio qué tipo de obras se deben priorizar y bajo qué criterios?
-Lo que vamos a enfrentar después de la pandemia son esencialmente problemas y oportunidades. Como problema tenemos primero el agua, donde no se pueden seguir dilatando soluciones para las personas que habitan las zonas más afectadas por la sequía y hay que buscar una solución definitiva para esa gente. También hay que repensar qué es lo que se hace para sostener la producción agroindustrial. Tenemos que ver cómo hacemos convivir los escasos recursos hídricos. No es presentable que un país que pretende ser de la OCDE siga repartiendo agua en camiones aljibe.
-¿Y en términos de empleo?
-Ese es el segundo tema, el desempleo. Acá va a tener que hacerse un esfuerzo desde la infraestructura, y allí hay tres tipos de obras que a mi parecer que son fundamentales. En primer lugar, las que tienen que ver con la solución a temas de brechas urbanas que son relevantes, considerando que hay que mejorar las condiciones de habitabilidad como áreas verdes, servicios y espacio público. Pienso que hay una cantidad importante de intervenciones que son de bajo costo y que tienen un alto impacto en la calidad de vida de las personas y que son altamente demandantes en mano de obra. Después vienen todos los temas relacionados con obras mayores, pavimentaciones secundarias, caminos con bajo nivel de mantención y obras de regadío que también tienen un alto nivel de productividad y valor social. Creo que allí hay una cantidad importante de obras que debieran ser abordadas desde el ministerio de Vivienda y del MOP, pero con una orientación fundamental al empleo y la calidad de vida. Como oportunidad, el país ha demostrado que está bien dotado en su infraestructura digital, pero si contáramos con los soportes que se requieren, el salto desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo que podemos dar es enorme (...). Se requiere asegurar que el país esté plenamente cubierto en infraestructura digital y se pueda llegar a los hogares. Puede ser una gran opción de desarrollo para el país. En términos inmediatos, ésas son las orientaciones básicas que, estimo, deberíamos tener para el período pospandemia.
Redefinir prioridades
-¿Y los grandes proyectos?
-Ya a más largo plazo hay que pensar en la red de carreteras, en el ferrocarril, los aeropuertos o el Puerto de Gran Escala (PGE), que creo sigue siendo un gran desafío de la región. Pienso que se debiera reconsiderar su velocidad de ejecución en función de los recursos que disponga el país y en función de cómo se esté llevando a cabo el comercio internacional y el tipo de naves que se va a emplear. Yo creo que debiésemos sentarnos a conversar sobre esto con todos los que estamos interesados en temas de infraestructura y ver cómo rediseñamos las prioridades para poder avanzar en esos temas.
-El PGE hace poco ingresó al sistema de evaluación ambiental. A su juicio, ¿podría replantearse, ir analizando paso a paso, de acuerdo a la progresión que tenga esta crisis económica?
-Pienso que allí va a depender mucho de los recursos. A mí me parece muy bien que se esté avanzando en la evaluación ambiental y en los análisis correspondientes, pero es un proyecto que demanda una cantidad importante de recursos, alrededor de US$ 3.500 millones. Lo que sostengo es que probablemente la prioridad de ese proyecto deba desplazarse un poquito, y tal vez se deberían colocar recursos en mejorar los sistemas de abastecimiento de los puertos que actualmente operan en la zona, por ejemplo el ferrocarril. Creo que acá la gran inversión logística, más que ampliar la capacidad portuaria, debiera ser el dotar de mayor capacidad a la infraestructura ferroviaria, de tal manera que los ferrocarriles puedan efectivamente cumplir con una función logística mucho más poderosa de la que tiene. O sea, todo el esfuerzo que se está haciendo por mejorar el acceso al puerto de San Antonio y al de Valparaíso hacia el norte, es fundamental desde el punto de vista ferroviario para poder mejorar esa condición logística y por esa vía mejorar nuestra capacidad de competir en los mercados internacionales. Entonces, más que eliminar el puerto como una alternativa, yo creo que hay que -probablemente dada la necesidad de recursos- desplazarlo un poquito en términos de tiempo y mejorar la cadena logística por la vía del acceso a los puertos a través de la red ferroviaria.
-Ahora también se aproximan las fechas para la relicitación del T2. Esta crisis podría complicar un poco la llegada de inversionistas. -Bueno claro, y por eso creo que es importante sentarse y mirar qué es lo que está pasando con el transporte marítimo. Estuve viendo el otro día una publicación especializada en la cual se está planteando que los barcos de gran tamaño y gran calado de 400 metros de eslora y con profundidades de hasta 18 metros de calado están quedando un poco vacíos; entonces se está volviendo a buques más modulares, de menor tamaño y probablemente situaciones como esa obliguen a repensar el diseño del Terminal 2 o tal vez pensarlo de tal manera que pueda adaptarse a barcos de distinto tamaño. Creo que hay que darle una vuelta a cómo esa licitación debiera hacerse, pero efectivamente creo que ante el cambio que está teniendo lugar en la forma en que se están trasladando los bienes a nivel mundial, es importante que eso requiera un análisis más detenido.
Transporte
-También hay otro tipo de iniciativas más pequeñas en montos, como la extensión del metro a La Calera. ¿Esos proyectos también deberían ser repensados?
-Cuando digo que hay que poner énfasis en las brechas urbanas, justamente me refiero a eso. Pienso que acá, además de los proyectos pequeños a nivel urbano, hay que resolver los problemas de transporte en las ciudades, y por lo tanto creo que por lo menos en la intercomuna Valparaíso-La Calera, que prácticamente es una conurbación, debiéramos pensar en una forma de transporte mucho más amable para la gente y, en ese sentido, esa iniciativa es fundamental. Después pensar en una extensión a Concón sería algo que podría analizar la empresa.
-¿Y los embalses? Han sido muchas décadas de espera..
-Los embalses son fundamentales. Ahora, usted sabe las dificultades que ha habido para construir embalses en la región. Yo me imagino que con esta crisis hídrica las animosidades privadas debiesen haberse depuesto y, por lo tanto, debiéramos contar hoy día con una mayor disposición de los regantes a avanzar en este tipo de cosas. Evidentemente el agua hoy cuesta más caro y por lo tanto tenemos que encontrar las formas para ver cómo los privados contribuyen a financiar el agua sin que eso signifique ir en desmedro de la población que habita en las zonas agrícolas. Creo que hay que hacer un esfuerzo muy importante para dotarlas de agua y si hay que subsidiarlos se hará, pero tenemos que reconocer que el agua será más cara y, en consecuencia, hay que avanzar en las obras que se requieren.
-En el caso de estos proyectos que están menos avanzados, como el Tren Valparaíso-Santiago o el muelle de cruceros, ¿cree que deberían esperar?
-El muelle para cruceros pienso que sí, porque ha quedado demostrado que la industria va a quedar postergada por bastante tiempo. Hoy juntar cuatro mil personas en una nave no va a ser fácil y creo que en ese sentido hay una holgura de tiempo. En el caso del ferrocarril tengo mis dudas, porque hay que pensar cómo ofrecemos formas de transporte amables que impliquen no recurrir al automóvil. Hay que buscar la forma de hacerlo eficiente, sobre todo si podemos combinar carga con pasajeros para objeto de encontrar mejores formas de traslado.
-Se habla de destinar parte de los fondos de las AFP a financiar las pymes ¿Podría también destinarse una parte a la construcción de infraestructura?
-Hay una necesidad de inversión en infraestructura que es muy importante y va a requerir una cantidad de recursos muy grande, los que van a competir con los que naturalmente el Estado debe destinar a los fines sociales. Lo que estamos proponiendo, y estamos viendo fórmulas, es crear una especie de fondo de reconstrucción o recuperación económica a la cual concurra el Estado con un aporte limitado, las AFP con una parte y los bancos multilaterales. Que sea, por una parte, un fondo de garantía para proyectos que puedan ser financiados con recursos privados, lo que permitirá desarrollar iniciativas con fondos públicos privados con mucho más profundidad, y que una parte se destine a inversión social claramente identificable con una gestión de control para que puedan ser medidos esos efectos sociales. Crear un fondo de ese estilo puede ser muy atractivo y le daría independencia al uso de los recursos para inversión de lo que es el manejo de las finanzas públicas, que va a tener una presión muy fuerte a raíz del gasto social.
"Hay que repensar las prioridades para efectos de enfrentar las urgencias que nos impone esta triple crisis".