El cine francés llora a una de sus máximas estrellas: Michel Piccoli
GENTE. El multifacético actor falleció el pasado 12 de mayo, a los 94 años, pero recién ayer su familia confirmó la noticia.
Si hay una palabra que pudiese definir a Michel Piccoli sería la de "camaleónico", pues este actor basó su carrera en teatro y cine en su capacidad de encarnar cualquier personaje: desde el padre Lizardi en "La muerte en el jardín" (1956), de Luis Buñuel, hasta Leópold Scheitzer en el trabajo de la porteña Valeria Sarmiento "Linhas de Wellington" (2012), pasando por la de un marido maltratador en "El desprecio" (1963), de Jean-Luc Godard.
Esto se debió a su propia preocupación de no encasillarse, por lo que en su trayectoria incluyó trabajos con jóvenes directores y se arriesgó en papeles en los que, por su perfil, no parecían escritos para él. "Me da lo mismo (...) hacer cosas no comerciales, peligrosas", declaró en una ocasión a la revista especializada "Cahiers du Cinéma", agregando que "prefiero los prototipos a las series".
De allí que su pérdida haya calado hondo entre cinéfilos y admiradores de todo el mundo. Ayer, su familia confirmó que el pasado 12 de mayo se había producido su muerte, a los 94 años, "en los brazos de su esposa Ludivine y sus hijos Inord y Missia después de un derrame cerebral", informó a AFP.
Grandes directores
Nacido el 27 de diciembre de 1925 en París, ya de joven siguió cursos de teatro y debutó en el cine en "Le point du jour", de Louis Daquin. En 1945 Piccoli conoció a Jean-Paul Sartre, a la artista Juliette Gréco -con quien se casó en 1966- y a directores como Buñuel.
En la etapa francesa de este realizador, el intérprete se convirtió en uno de sus actores fetiches. Es así como colaboraron en cintas como "Diario de una camarera" (1964), "Belle de jour" (1967), en la que compartió con otra mítica del cine galo como es Catherine Deneuve; y "El discreto encanto de la burguesía" (1972), que ganó el Oscar a mejor película de lengua extranjera.
Su imagen de seductor dejó paso a otros perfiles, más desenfrenados, como el de un homosexual suicida en "La gran comilona", de Marco Ferreri (1973), que escandalizó en el Festival de Cannes con escenas escatológicas y de orgías.
Fue este certamen, al que siempre estuvo muy ligado, el que le otorgó el premio a la mejor interpretación en 1980 gracias a "A Leap in the Dark", de Marco Bellocchio, lo incluyó en su jurado en 2007 y estrenó en 2001 la segunda de las tres películas que dirigió, "La plage noire", junto a "Alors voilà" (1997) y "C'est pas tout à fait la vie dont j'avais rêvé" (2005).
Su carácter "antiestrella" lo llevó a participar en películas de cine de autor bajo la dirección de Leos Carax, Jean-Claude Brisseau y Jacques Doillon. Fiel también al francés Claude Sautet, que le dio papeles más intimistas, otros grandes del cine como el portugués Manoel de Oliveira o Alfred Hitchcock (en "Topaz") contaron con él, aunque no logró brillar en Hollywood.
Filmó en más de 150 películas, encarnando hasta un Papa melancólico que sueña con volverse anónimo en las calles de Roma en "Habemus papam", de Nanni Moretti (2011). Fue uno de sus últimos grandes papeles.
Fue nominado cuatro veces a los premios César del cine francés, pero nunca fue recompensado. Discreto sobre su vida privada, Piccoli, que se casó tres veces, se confesó a los 90 años en un libro de entrevistas con Gilles Jacob, su amigo y expresidente del Festival de Cannes. En éste admitió su angustia de no poder seguir trabajando: "Me gustaría que esto no se acabara nunca, pero se acabará".
20 años tenía cuando debutó en el cine en una breve aparición en "The Bellman", de Christian-Jaque.
4 nominaciones a los premios César -el Oscar galo- logró en su carrera, pero nunca se lo llevó.