Hace muchos años se está conversando sobre cómo mejorar la educación en Chile. Actualmente, el Senado tiene la oportunidad de aprobar la ley que establece el kínder obligatorio. Es decir, aumentarían de 12 a 13 años la escolaridad obligatoria.

El proyecto de ley de kínder obligatorio fija como antecedente necesario que el alumno curse el segundo nivel de transición para poder acceder a los niveles superiores. En países de la OCDE como Alemania, Países Bajos y Reino Unido, el segundo nivel de transición es obligatorio. A su vez, en países latinoamericanos como Brasil, Colombia y Perú exigen este nivel educativo en la Constitución.

Asistir a kínder sí importa, los primeros años son fundamentales en la trayectoria educacional de un niño, es la base de un proceso continuo que trae efectos significativamente positivos en el desarrollo futuro, especialmente para aquellos niños que vienen de hogares vulnerables.

Según datos de la Encuesta Casen 2017, un 62% de los encuestados con hijos entre 4 y 5 años declara no enviarlos a la educación parvularia, pues lo cuidan en el hogar; en tanto que un 10% responde que no le parece necesario que asistan. Los datos entregados por la Agencia de Calidad indican que asistir a educación parvularia a los 3 y 4 años, en todos los niveles socioeconómicos, promueve mejores resultados académicos y cognitivos.

Asimismo, existe evidencia que la relación entre el profesor y el estudiante en los primeros años de vida genera efectos en los resultados de los estudiantes hasta 8 años después. Por ejemplo, los niños que han cursado kínder obtienen 18 puntos más en la Prueba Nacional de Lectura de segundo básico que aquellos que no asistieron. A su vez, se ha constatado 39 puntos de diferencia en la prueba de Lectura entre los estudiantes que no reconocían palabras y los que sí lo hacían antes de entrar a 1° básico.

Por las razones aquí expuestas, es necesario que los parlamentarios de todas las fuerzas políticas aprueben este importante proyecto para todas las familias chilenas, especialmente las más vulnerables, que muchas veces no pueden acceder a estos servicios tan significativos para el desarrollo de los niños. Lo que no hagamos durante esta etapa no la recuperamos. De esta manera, la educación se convierte en el verdadero vehículo en la transformación de una mejor sociedad, permitiendo que el origen socioeconómico no determine la trayectoria educativa de un niño.