"La gente no toma conciencia de lo que pasa de la puerta del hospital hacia adentro"
Loreto Ibaceta lleva 17 años ejerciendo su profesión de enfermera. En el intertanto, ha estado cinco veces en la India como voluntaria. Allá, en el país con más pobres, trabajó en Calcuta en un dispensario donde "la gente llegaba con heridas y yo tenía que curárselas con una manguera y jabón…". Confiesa que pensó que nada iba a superar esa experiencia, hasta ahora. Como supervisora de la Unidad de Pacientes Críticos del hospital Félix Bulnes, en Cerro Navia, le toca liderar a un equipo de casi 90 personas que atiende 36 de las 67 camas críticas de ese centro asistencial.
"Estoy extremadamente cansada ahora, porque tuvimos que intubar algunos pacientes y es mucha la pega", comienza diciendo. Por si la pandemia no fuera suficiente, a este hospital le tocó además el cambio desde el vetusto edificio de Providencia al nuevo en el poniente de Santiago, con el apuro de aumentar las camas porque el covid ya estaba amenazando. "Ha sido un trabajo brutal, increíble, llegar con 300 camas y sumarle 200 en un plazo de cuatro semanas fue mucho sacrificio. Hubo que reclutar y capacitar más personal, técnicos, auxiliares, enfermeras, se hizo una contratación masiva".
-¿Y cómo está el equipo?
-Si bien estamos muy cansados, muy, ni siquiera te logras imaginar el cansancio que uno puede estar sintiendo, finalmente uno puede rescatar muchas cosas. Una de las cosas que me enorgullece es que he luchado mucho por la humanización de los cuidados intensivos. Si bien por una parte este trabajo es muy deshumanizado, porque tienes un paciente conectado a respiradores, a máquinas de diálisis, gracias a esta crisis logramos incluir sicólogos para apoyar a los funcionarios y a los pacientes que van saliendo.
-El peso es muy fuerte sobre los funcionarios...
-Es muy doloroso cuando fallece un paciente por covid. La despedida es súper inhumana. El familiar tiene que verlos a través de los vidrios, no puede tocarlo, no puede despedirlo y el contacto es nulo. El que fallece por covid no se toca.
-Les afecta a pesar de que se supone que están acostumbrados a la muerte…
-Uno estaba acostumbrado a ver morir personas, pero uno cada tres semanas, ahora son cuatro o cinco por turno y eso es doloroso y angustiante. Los funcionarios comienzan a sufrir crisis de pánico, angustia y es lógico, porque es muy fuerte vivirlo y estar ahí, y ver la gente llorar caminando por los pasillos sin poder hacer nada. Por eso se incorporó un sicólogo para darles contención a los funcionarios en esta primera etapa.
El tema es la humanización. El funcionario de la salud se vio abandonado de contención emocional. Los familiares también, los ves caminando por los pasillos, desorientados, llorando, quién se pregunta por ellos, o del paciente cuando sale. Pero ahora el sicólogo da contención al equipo de trabajo, detecta síntomas tempranos de ansiedad, estrés o depresión y en capaz de derivar al siquiatra a un funcionario cuando está a punto de caer.
-¿Cómo salen los pacientes que sobreviven?
-El paciente sale después de, no sé, 10 días con ventilación mecánica, con sedación y relajante neuromuscular… La sedación no es igual que dormir, duerme en teoría tres a cuatro horas al día. Y la relajación neuromuscular hace que los músculos se aflojen y la persona no respire por sus propios medios para que se pueda adaptar bien al ventilador. Entonces cuando sacas al paciente de ventilación mecánica sale con un trastorno que se denomina delirium en que no saben dónde están ni qué pasó en esos 15 días. Salen muy deteriorados físicamente hay que rehabilitarlos, volver a enseñarles a deglutir, a caminar… Esto es un tiempo que pueden ser dos o tres semanas. Te voy a decir algo súper vulgar, pero el paciente sale hecho un trapo. Es nada. Esta unidad le ayuda para volver a su vida normal como era antes de este proceso de intubación.
-¿Ves que hay conciencia en la ciudadanía?
-Esta es una opinión personal: creo que la gente no toma conciencia de lo que pasa de la puerta del hospital hacia adentro. Aquí se muere gente joven, hay que intubar pacientes dos o tres veces, hay personas a las que les cuesta salir, entonces en un fin de semana voy al supermercado, veo gente fumando en las plazas… ahí uno dice que falta conciencia. Se nos han disparado los casos porque hay un tema de poca conciencia de la gente.
-En lo profesional esta es una gran oportunidad de aprendizaje, como estar haciendo un doctorado, ¿no?
-Es un doctorado en varios puntos, en el tema de la fortaleza de la persona. Te das cuenta de la gente que tiene la fortaleza como para resistir toda esta situación. Fortaleza física porque los turnos son de 24 horas y hay que venir a cubrir a otros libres, porque hay bajas de gente que se va en cuarentena. Tú tienes que darle contención emocional a tu equipo, sacar las cosas positivas, decirles pero chiquillas, si salimos de esto ustedes van a quedar peritas en intensivo, van a poder buscar otro tipo de trabajo, manejar otro tipo de pacientes. Tienes que tratar de ir buscándole lo positivo, porque si me desbordo yo, se desborda todo para abajo.
Por mi experiencia en India le transmito a mi equipo que acá tenemos que hacer mucho con poco. Y hay que salir adelante, les digo que no se pongan a reclamar, porque si gastas mucha energía en reclamar, reclamar y reclamar, no vas a solucionar nada. Igual, comparando con India, que era el desborde máximo, esto lo supera todo.
-¿Te ha impactado especialmente algún caso?
-La gente joven… una chica joven que llegó muy angustiada, sólo con su mascarilla, en pijama. Me vestí como mi buzo blanco entero, como en China. La abracé y me dijo: ¿no me va a pasar nada, verdad? Yo le dije no te preocupes, no te va a pasar nada. La abracé. Finalmente no resistió, hizo un paro y falleció. Uno se cuestiona por qué le prometí algo que no le iba a poder cumplir, pero por otro lado te da la tranquilidad de que antes de dormirse, de sedarse, pensó que no le iba a pasar nada. Eso me dejó bien afectada y si me sigo acordando me voy a poner a llorar.
-¿Hay realmente diferencia entre un paciente joven y otro mayor?
-Ahora no tenemos tantos pacientes sobre 70 años. El promedio es gente que tiene entre 35 y 60 años. No te podría decir quién resiste mejor o peor, porque este virus es bien raro. Hay personas mayores a las que les da como un resfrío común y lo resisten súper bien, y otros que son jóvenes y lo resisten pésimo. Lo que sí te puedo decir es que el gran factor de riesgo es la obesidad. Ahora somos 67 camas críticas, un 65 por ciento están ocupadas obesos.
-¿Están copados?
-Estamos al 100%, con "camas calientes", sale un paciente o fallece uno y en la posta ya hay dos o tres esperando la cama.
"El gran factor de riesgo es la obesidad. Ahora somos 67 camas críticas, un 65 por ciento están ocupadas obesos".
Proyecto HUCI
En octubre Ibaceta comienza a estudiar un nuevo magíster, sobre Humanización de Asistencia Sanitaria, en la Universidad de Barcelona. Ahí será formada por el doctor Gabriel Heras, quien inició en España el proyecto HUCI, "con hache de humanización, que quiero implementar en Chile… Cuando pase la pandemia la gente (trabajadores de la salud) se va a relajar, los niveles de cortisol disminuirán y las licencias siquiátricas aumentarán. Es el proceso de descarga emocional que está viviendo España ahora. Los profesionales van a requerir mucha contención".