Casino de Viña ante una nueva realidad
En un panorama de contracción la recuperación de antiguos de niveles de la actividad tardaría hasta seis años en llegar. El tema de los casinos interesa directamente a la Ciudad Jardín, ya que ese tradicional centro de juego, que data de 1930, entrega a la municipalidad el 10% de sus ingresos brutos, estimándose un aporte mensual de $ 2.000 millones.
El futuro de los casinos de juego es sombrío. La titular de la Superintendencia del rubro, Vivien Villagrán, advirtió que los ingresos de esos establecimientos se contraerán al menos por dos años y que la recuperación de niveles previos a la violencia de octubre tardaría hasta seis años en lograrse.
Aludiendo a la situación de Enjoy, en proceso de reorganización, indicó que tiene boletas de garantía por US$ 175 millones y su posible cobro "puede ser relativamente largo".
Exponiendo ante la comisión parlamentaria que estudia la situación de los casinos, la funcionaria abordó la compleja situación que enfrenta la actividad, suspendida desde el 18 de marzo debido a la pandemia, con lo cual cayeron los ingresos. Aludió a una eventual apertura a partir de septiembre, con un aforo limitado al 50% de la capacidad de público. Pero una cosa es la oferta de capacidad y otra el interés por concurrir a lugares donde pueda estar latente la posibilidad de contagio.
El escenario de los casinos también se complica con un proyecto de ley del Ejecutivo que aplaza la licitación de 14 establecimientos y prorroga las licencias vigentes, elevando además en un 5% el impuesto a la actividad. La asociación que agrupa al rubro afirma no haber sido consultada por la iniciativa y anuncia acciones legales para defender sus puntos de vista.
Confusión y complejidad a partir de los casinos mismos, pues los hay municipales, el Viña del Mar, precursor y el más importante de todos, y otros correspondientes a inversión privada de acuerdo a la Ley 19.995 de 2005.
Está también el tema Enjoy, vinculada a la familia Martínez, empresa que ha cobrado gran desarrollo a partir, precisamente, de su exitosa explotación del Casino Municipal de Viña del Mar. Actualmente en reorganización, controla el 31% de las licencias de centros de operación de casinos del país y tiene diversos proyectos pendientes.
Y el tema de los casinos interesa directamente a Viña del Mar, ya que ese tradicional centro de juego, que data de 1930, entrega a la municipalidad el 10% de sus ingresos brutos, estimándose un aporte mensual de $ 2.000 millones a las arcas de la ciudad.
Esos ingresos ya no llegan y, como daño asociado, está la desvinculación de gran cantidad del personal del establecimiento hoy con sus ruletas detenidas y tragamonedas en silencio, al igual que sin público el hotel anexo.
Así, el Casino cerrado exige un mayor rigor en el manejo del presupuesto municipal viñamarino, lo que se echa de menos desde hace tiempo y, a la vez, examinar -dentro de los márgenes de la Ley 19.995- las condiciones de una futura apertura del establecimiento en una nueva realidad, privilegiando el interés de la ciudad en un contexto donde también se juega la suerte del turismo.