Nuevo destino para antiguos edificios
La decisión de universidades locales de adquirir tradicionales construcciones de la ciudad es un aporte a la conservación patrimonial. Decisiones de la UCV, UV, USM Y UPLA aprovechan valiosa "capacidad instalada", benefician su desarrollo institucional y evitan deterioro y demoliciones que dan paso sitios eriazos sin destino.
El decaimiento de Valparaíso ha significado el abandono de valiosas construcciones que eran sede de actividades que marcaban la importancia social, económica y productiva de la región.
Algunas de esas edificaciones simplemente han sido demolidas, pero otras, felizmente, están siendo aprovechadas en nuevos destinos, especialmente en el campo de la educación superior. Como ejemplo está la adquisición que ha hecho la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) de importantes edificios de avenida Brasil. Está el caso también de la Universidad de Valparaíso (UV) que adquirió el tradicional edificio Hucke, valiosa construcción remodelada por Chilquinta, y luego dañada por un terremoto. Ese edificio industrial de principios del siglo XX pasó a ser sede de la Facultad de Ingeniería de la UV. Y, recientemente, la misma UV ha comprado el local de la desaparecida Fábrica Costa, sector Almendral. El gran inmueble, levantado a partir de 1921, acogerá a la Facultad de Arquitectura del plantel. Hace pocos meses, la Universidad Santa María adquirió el tradicional edificio de la Bolsa de Corredores de Valparaíso, construido a gran lujo y con alta inversión en 1911. Tras diversos tropiezos, marcados hasta por situaciones dolosas, la Bolsa terminó sus actividades y entró en liquidación, lo que significó la venta del inmueble, que debe recuperar su prestancia como sede universitaria. En la misma línea de aprovechar "capacidad instalada", la Universidad de Playa Ancha (Upla) adquirió, en 2015, el antiguo edificio donde desde 1844 funcionó el Colegio de los SS.CC. de Valparaíso, en calle Independencia, pleno centro de la ciudad. Sin que haya significado una política general, esta nueva vida que se da los inmuebles señalados, constituye un aporte de las universidades locales a la mantención de valores patrimoniales y también a su propio desarrollo institucional. Se salvan así edificaciones valiosas y se evita su paulatino deterioro, demolición, a veces clandestina, como ocurre con muchos inmuebles porteños, dando paso a sitios eriazos sin destino.
Hay que destacar dentro de esta tarea de rescate la labor desarrollada por la Armada, que ha concentrado alguna de sus actividades en antiguos edificios de lo que fuera el centro financiero de Valparaíso. También en otras comunas existen edificaciones que albergaron centros comerciales o industrias a las cuales se debe prestar atención, como es el caso la antigua planta cervecera de Limache o el edificio que ocupó Carozzi, donde funcionará la nueva municipalidad de Quilpué. Dar nuevos destinos a antiguas construcciones es un aporte efectivo a la conservación del patrimonio y, a la vez, su reconversión y consecuentes inversiones generan empleo, urgencia que hoy nos acompaña junto a la sombra de la pandemia.