La oportunidad de un diálogo puerto-ciudad
El presidente de la EPV pone sobre la mesa la posibilidad de concretar -de una vez y entre todos- la ampliación portuaria que permita generar desarrollo. ¿Habrá agua en la piscina? Valparaíso tiene memoria y recuerda que hace un año el propio Presidente prometió el tren San Antonio-Valparaíso-Santiago y que ahora ni siquiera mencionó a la ciudad ni al tren.
El anuncio hecho ayer en las páginas de este mismo diario por el presidente del directorio de EPV, Fernando Ramírez, de acudir al Tribunal Ambiental tras la última decisión del Comité de Ministros en relación a los accesos del Terminal 2 y el ofrecimiento de un diálogo "concreto y definitivo" con la ciudad respecto de la ampliación portuaria, da cuenta (en teoría y aún sin leer la letra chica) de un cambio de actitud de la estatal. Ello ya es bastante, si se compara con las actitudes matonescas de antaño, las mismas que el actual presidente Ramírez -un caballero y un tipo de palabra, por lo que le hemos conocido hasta hoy- debe, lamentablemente, cargar como propias porque la ciudad ya está cansada de una discusión que lleva una década de propuestas, contrapropuestas, amenazas y alocuciones bizantinas de sus antecesores.
¿Será el minuto? Sí, si no es ahora, no lo será nunca. Bloquear el acceso portuario con las imágenes de decadencia y los índices de desempleo y abandono que exhibe hoy Valparaíso sería un disparo en los pies. Ahora, tampoco hay que ser muy entendido respecto a que muchos de los opositores han dado muestras de su exquisita pericia para balear las extremidades de la población (para los puristas, hablamos en sentido figurado, claro está) y después, "si te he visto, no me acuerdo".
Por lo mismo, la oferta de Ramírez pareciera ser única en su forma y en su fondo. ¿Estarán los incumbentes preparados para bosquejar el Valparaíso del 2030 ó 2050? Esto ya no puede tratarse de intentar convencer a la gente de lo maravilloso que es ver el movimiento portuario en vez del mar, de regalar pelotas de básquetbol o de contratar voceros para que envíen cartas a los diarios (como sí lo hicieron administraciones pasadas), sino de resolver el qué, el cómo y el cuándo podemos salir del oscuro trance en el cual nos dejaron los yerros y omisiones de administraciones municipales pasadas, las fantasías grandilocuentes y sin sustancia alguna de la actual, los intendentes serviles al poder central de siempre y los Presidentes (salvo la honrosa excepción de Lagos) que sólo se acordaron de Valparaíso para el 21 de mayo y los fuegos artificiales de Año Nuevo.
En ese escenario, el riesgo tomado por Ramírez es de una audacia sin par. Valparaíso tiene memoria. Valparaíso recuerda que hace un año el propio Presidente Piñera prometió el tren San Antonio-Valparaíso-Santiago en su penúltima Cuenta Pública y que anteayer, un año más tarde, ni siquiera mencionó a la ciudad. Qué decir del famoso trencito (¿Alguien vio el capítulo del proyecto de Monorriel para la ciudad de Springfield en "Los Simpson"?).
Por ello la EPV asume, quiéralo o no, el costo de llegar al entendimiento que pretende su presidente, sea éste incluso modificando el diseño del T2, redefiniendo el Muelle Prat y pensando en hacer algo con los bonitos, pero inútiles, Almacenes Fiscales. ¿Estará la ciudad a la altura? ¿Tendrá la EPV la libertad de configurar "un nuevo trato" sin que los ministros de paso o asesores de calle Amunátegui 139 lo echen todo a perder? ¿Volveremos a escuchar el monólogo del club de arquitectos que, al final del día, nos dejarán donde mismo? ¿El alcalde Sharp tirará del mantel?
¿O esta vez sí se harán las cosas en serio?