Una larga cadena de proveedores ha visto caer sus ingresos junto con el cese de funcionamiento de restaurantes y afines dispuesto por la autoridad sanitaria desde marzo. Locales cerrados e impedidos de atender público han provocado una merma casi generalizada en diversas actividades productivas. El sector de la pesca artesanal es una de ellas.

Ahora para pagar los sueldos, cada bote que va a la mar tiene que entregar plata, lo que antes no se hacía".

(El proyecto) contempla medidas para enfrentar los efectos de la crisis sanitaria que se producirán en la pesca".

el cierre de restaurantes y el miedo de las personas a contagiarse de covid-19, serían parte de los factores que tienen a algunas caletas gastando hasta el último peso para sobrevivir.

Y es que si bien no hay una prohibición para que operen las caletas, el cierre de los establecimientos gastronómicos y el miedo persistente en la población por un posible contagio, han alejado al público habitual, afectando severamente los ingresos a los que estaban acostumbrados en otras épocas.

Tal es así, que el presidente del Sindicato de Pescadores Artesanales de Caleta Portales, Pedro Tognio, lamenta que sólo a causa del cierre de los locales de comida ubicados en ese lugar, han dejado de percibir cifras millonarias lo que se suma a la escasa cantidad de gente que compra y que les ha generado una serie de inconvenientes, debido a que han tenido que comenzar a sacar de su propio bolsillo para solventar algunos gastos.

"Estamos sufriendo harto por la baja del público. El problema más grande que tenemos es que aunque los pescadores están trabajando, como ustedes pueden ver, no tenemos para pagar los gastos que realmente genera la caleta. En marzo nos cerraron las cocinerías y ahora tenemos una pérdida de $60 millones. Ahora cada uno tiene que poner para pagar la luz y el agua", refiere Tognio.

Miguel Ángel Hernández, presidente de la Federación de Pescadores Artesanales Nuevo Amanecer, la cual agrupa caletas desde San Antonio hasta Valparaíso, puntualiza que "por la escasez de recursos y la sobreexplotación de la industria de la merluza común, hemos vivido una crisis que se viene arrastrando hace tiempo, además del lobo marino, que destruye nuestros materiales de pesca".

De acuerdo al dirigente, "con la cuarentena y todo lo que ha pasado no hemos podido salir a trabajar, porque la gente no baja a las caletas, tiene miedo. Nuestros compañeros que se han aventurado a salir a la mar y atender público arriesgan la salud, porque no hemos recibido ninguna ayuda por parte de las municipalidades ni del Gobierno. Por lo tanto, ha sido bien compleja la situación. Esto se refleja en las cuotas que tenemos de pesca, que están cerca del 45%, mientras que otros años, la Quinta Sur pedía un aumento porque era insuficiente lo que se capturaba".

LUCHANDO ANTE LA ADVERSIDAD

Hernández también recuerda que "hubo un 'veranito de San Juan', en que entró una marea de jibia, durante la cual algunas caletas sí se pudieron sostener, pero con el viento y todo, hubo un retiro y no han podido trabajar, y eso descomprimió el esfuerzo que se hace con la merluza común. Estuvimos trabajando, pero desde principios de mes no se ha visto nada y hay caletas que están paradas".

Pedro Tognio, en tanto, indica que "tenemos pescadores pidiendo los permisos, con alcohol gel y tomando la temperatura. Nos guste o no, tenemos que hacerlo así para entrar a la caleta. Ahora cada bote tiene también implementos sanitarios, todos con mascarillas y la gente viene confiada. Todo eso sale de los gastos del sindicato. Por eso ya no hallamos de dónde sacar plata, porque los pescadores tenemos que poner del bolsillo para costear todo".

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Tal vez creen que toda la gente que está aquí es del 40% más vulnerable y reciben otros recursos".

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