El sueño de situar la escritura
"En Chile, hay muchas escritoras ninguneadas, invisibilizadas y discriminadas por diferentes razones. Las escritoras chilenas a quienes van dedicados poemas de este libro son María Luisa Bombal, Violeta Parra, Marta Brunet, Gabriela Mistral, Diamela Eltit, Teresa Wilms Montt, Ximena Rivera, Elvira Hernández y Carmen Beren", agrega la autora del libro de relatos Ella también se va (2018), de la novela virtual WhatsApp, Amor (2016) y de los libros de poesía Carne Blanca (2016), Cortina de elefantes (2014), Arquetipos (2013), Pérdida (2010) y Variaciones en azul profundo (1991)
El título de su última obra lo fue definiendo junto a la constatación de que "en Chile, los niveles de violencia contra la mujer, en todas sus manifestaciones, desde femicidios hasta el maltrato psicológico, son gigantescos", situación refrendada por estudios, estadísticas e investigaciones científicas que revelan además que en tiempos de confinamiento, las cifras se han disparado.
"Quizás por esto fui arribando a este título. La poesía no es científica, no es concreta. La poesía refleja, la poesía intuye, percibe y sugiere. Entonces, este libro es una manera de teorizar, desde la poesía, una relación amorosa que termina convirtiéndose, concretamente, como demuestran las estadísticas, en una práctica agresiva, abusiva, machista, brutal, incluso asesina", detalla.
"Antes y después de publicar el libro, supe de muchas personas que mantenían relaciones amorosas sustancialmente por WhatsApp. Por supuesto, la gran mayoría destinadas al fracaso, pues, este tipo de comunicación no cumple su objetivo -el comunicar de manera asertiva-, sino que activa las funciones más impulsivas del ser humano. Estas llevan al acto de teclear sin reflexión, sin cuidado ni responsabilidad frente al otro/a", cuestiona, aunque admite que con las modalidades que permiten que las personas se puedan mirar a través de la pantalla, la comunicación puede resultar más amorosa.
"Sin duda, el WhatsApp es una herramienta muy útil para la comunicación práctica, pero no es recomendable, creo, para establecer en base a ella, una relación amorosa más profunda. Me resistí mucho a usar el WhatsApp cuando recién apareció. No entendía por qué las personas no eran capaces de llamar por teléfono para preguntar cómo estás. En cambio, preferían mandar un mensaje. ¿Tan escaso se hizo el tiempo de un día para otro? ¿Tanto nos cuesta dar, darnos más allá de la teconología? Definitivamente, sigo desconfiando del WhatsApp. Sigo teniéndole mucho respeto", declara.
"Así he vivido toda mi vida", refiere. "Desde niña leía mucho y escribía diarios de vida, cuentos, poesía. Después estudié literatura. Cuando tenía 24 o 25, tuve una librería, efectivamente, durante cinco años. La cerré porque mi trabajo en el diario no me dejaba tiempo para dedicarme a ella. Me robaron todo. Ahora continúo rodeada de libros, escribiendo (no solo poesía) y dictando talleres sobre escritura creativa y lectura. Creo que, en ese sentido, mi vida no ha cambiado en absoluto. Sigo viviendo entre libros, leyendo, enseñando y escribiendo sobre literatura. Como dices, sigo viviendo en el mundo de las palabras".
En ese escenario y pandemia mediante, retomó la escritura de una novela en la que ha estado trabajando durante años, "un proyecto que tomo y dejo a cada rato, pues el trabajo diario no me da tiempo para meterme de cabeza en ella y terminarla". Por eso, al responder acerca de cuál es su plan más anhelado, dice que es tener tiempo solo para escribir su literatura.
"Pero, como decía Virginia Woolf, son pocas las mujeres que tienen la parte económica solucionada y que pueden darse el lujo de encerrarse en su cuarto propio para dedicarse exclusivamente a la escritura. Muy por el contrario, las escritoras deben lidiar, en general, con varias tareas a la vez: trabajar para ganarse la vida, preocuparse de las tareas domésticas y, lo más importante, ser madres", observa, en un tono donde parecen mezclarse la resignación y el realismo.
"La escritura queda, de esta manera, en cuarto lugar en la lista de prioridades de una mujer. Es un espacio muy limitado. Si me preguntas con qué sueño, y con qué he soñado siempre, es con tener, algún día, la posibilidad de situar mi escritura en el primer lugar de mis prioridades. Aunque sea solo durante un año sabático". 2
Cada uno de los poemas de Teoría de una práctica amorosa "está dedicado a una artista, ya sea de aquí o de otro país, que, a su manera, ha manifestado su lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres", plantea la escritora, editora, tallerista, ensayista y crítica literaria, Jessica Atal, Premio Edward Said 2004, a propósito de su octavo libro, donde el abuso, la violencia y el machismo se constituyen en los grandes temas.
WHATSAPP, TECLEAR SIN REFLEXIÓN NI CUIDADO
Con proverbial audacia creativa, Jessica Atal ha incursionado no sólo en la narrativa, sino también en la novela virtual, con WhatsApp, Amor, cuatro años antes de que millones de personas, en el confinamiento de la pandemia, tuvieran a través de esa aplicación de mensajería instantánea su modo de comunicación más cotidiano.
EL CUARTO PROPIO Y EL MUNDO DE LAS PALABRAS
La escritora ha contado en entrevistas que en una época estuvo literalmente rodeada de libros: tuvo una librería, escribía poesía y escribía sobre libros, primero en la revista literaria del diario y luego como editora general de «El Mercurio-Aguilar». ¿Cómo era vivir en el mundo de las palabras?
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl
Jessica Atal, escritora, tallerista, editora y crítica literaria
Acaba de publicar "Teoría de una práctica amorosa", su octavo libro, formado por 46 poemas, cada uno de ellos dedicado a una artista que se ha jugado por los derechos de las mujeres.