Una poeta, un editor y un escritor retratan a Zurita
Esta semana, en la que Raúl Zurita ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, todos hablan de él. Acá un perfil a tres voces del hombre con el corazón operado hace pocos meses.
Esta semana Raúl Zurita (1950) obtuvo el Premio Reina Sofía, el más importante para la poesía en español. El año pasado Zurita, incluso, fue mencionado como candidato al Premio Nobel. Es el mayor poeta chileno vivo. Y tuvo que operarse el año pasado en Italia -sin pagar un peso, por su doble nacionalidad- para mejorar su estado general, aquejado por el Mal de Parkinson desde hace años. También fue operado del corazón.
Soy como Robocop", contó él en enero.
El pre-infarto le vino justo cuando el estallido social chileno estaba en su punto más alto. La sociedad de escritores de Chile pidió donar sangre para el poeta. Llegaron cientos de litros de chilenos para Zurita.
Antes de ese punto de quiebre se le había visto con la bandera chilena en alto. Y un verso suyo desplegado en la Torre Telefónica por el grupo Delight: "Que sus rostros cubran el horizonte". La frase se alternaba junto a la imagen de 5 personas muertas en las protestas de octubre de 2019.
Cuando despertó de la operación, sintió dolores horribles. Sintió que le aplaudían y pudo abrir los ojos. Hoy lo premian con el "Reina Sofía", como si toda Iberoamericana lo alentara a seguir de pie con el corazón latiendo fuerte.
Consejos en un cóctel
Adán Méndez debutó en la poesía con "Antología precipitada" (1992), recibió el Premio de Revista de Libros de El Mercurio con un jurado conformado por Zurita, Nicanor Parra y Valente. Sin embargo, conoció varios años después al hoy laureado poeta. Méndez es, además de poeta, editor en Ediciones Tácitas, donde pudo trabajar con Zurita varios libros: "Zurita/in memoriam" (2006), "Los países muertos" (2006), "Cuadernos de guerra" (2009), la antología "Qué es el paraíso" (2013) y la traducción de "Hamlet" (2014).
Méndez evoca la experiencia de editarlo: "Es un gusto, un honor, por cierto, y requiere una completa humildad: Zurita tiene un concepto completo, visual, físico, de sus libros. Su poesía viene ya diagramada, la paginación ya establecida, cada espacio en blanco viene ya determinado. Como ocurre con unos pocos poetas, muchas de sus páginas pueden sencillamente enmarcarse y colgarse en la muralla: le haría el peso al artista visual que sea".
-¿Recuerda cómo lo conoció?
-Fue lindo. El 2006 nos conocimos en un evento, no me acuerdo de qué era, en Lastarria. Inesperadamente, porque a mí me caía mal que a él le fuera tan bien, congeniamos en el cóctel y de repente ya estábamos tomando los dos solos en otro lado. Yo en esa época estaba en una situación erótica muy grave, y naturalmente le di la lata con eso. Pronto vi que nunca tendría una mejor oreja para esos temas. En fin, el problema más urgente de mi situación -el contacto- implicaba grandes gastos, viajes, mantener la economía funcionando en dos países, etc. O sea, se solucionaba con plata. Después de analizar toda mi situación económica, y la del país y la del mundo, buscando opciones, como a las dos de la mañana me mira y me dice: "Hagamos una estafa". No te puedo explicar la emoción que me produjo y todavía me producen esas palabras. Ese poeta mundial, al que acababa de conocer, al que había pelado gratuitamente tantas veces, se involucraba de súbito con mi historia, con un amor ajeno, de esa manera tan profunda como chistosa.
-¿Cuál es el principal mérito de su poesía?
-La piedra angular de su poesía es esa: para Zurita ningún amor es ajeno. Yo destacaría otros dos aspectos de su poesía: en mayor o menor grado, tiene siempre un aspecto visual; y sus diatribas son estupendas, es un gran agonista.
Un joven intenso
Una de las mayores voces poéticas de los años ochenta es la de Soledad Fariña con "El primer libro" (1985) y "Albricia" (1988). La poeta nacida en Antogafasta recuerda a un Zurita "intenso, joven, afable, lleno de ideas para compartir, buen conversador y con mucho sentido del humor. Enérgico y muy apasionado en sus opiniones, para bien o para mal. Gran conocedor del arte y la poesía".
"Lo conocí a principios de los 80 en la casa de la calle Lincoyán, que compartía con su pareja Diamela Eltit. Raúl ya había publicado "Purgatorio" y era un poeta conocido y admirado. Yo ya había leído su libro y me imaginaba que el autor sería una persona huraña, muy seria, y algo distante. En cambio, me encuentro con alguien cercano, receptivo, que con un lenguaje coloquial nos iba introduciendo a su mundo poético y a sus vivencias", cuenta Soledad Fariña.
Para ella, "Purgatorio", reflejaba de un modo asombroso esos momentos de fragilidad, desamparo, temor.
"Su poesía nos ha acompañado todos estos años. Junto con la obra de Juan Luis Martínez ha sido un referente ineludible. Al igual que Juan Luis, Raúl para mí ha sido un maestro, un amigo. Nunca asistí a alguno de sus talleres, pero en sus conversaciones aprendí más que en muchos libros. En los últimos años su obra se ha extendido, y a la vez se ha vuelto más incisiva, profunda. Su palabra nos ha acercado a la fragilidad y a la fuerza que puede salir de esa fragilidad, de esa herida. Es por eso que su palabra ha llegado profundamente y es admirada en tantas partes", recalca la poeta.
La música y un tabique
El escritor Rafael Gumucio tiene una fortuna difícil de repetir. Fue cercano a Nicanor Parra, al punto que es su biógrafo, y tiene como vecino de oficina en la Universidad Diego Portales a Raúl Zurita. "Nos separa un tabique muy delgado. Yo coloco mucha música para escribir, escucho generalmente rock clásico, y se escucha. Entonces fui a hablar con él y me dijo que si lo dejaba escuchar vals peruano estábamos bien. Y efectivamente escucha mucho vals peruano. Y construimos una amistad de mucha risa, porque es muy irónico, sardónico, "pelamos" mucho. Es vida de oficina, como yo, Raúl es un funcionario modelo, llega temprano, asiste a todas las reuniones.
-¿Cuál fue la primera impresión que te generó?
-Fue en un recital de algún movimiento de izquierda en la dictadura. Oí el "Canto a su amor desaparecido" en un evento semiclandestino. Era impresionante. Su actitud, lo que estaba leyendo, todo.
-¿Pudiste estar con Nicanor Parra y Raúl Zurita al mismo tiempo?
-Ver a Nicanor con Raúl es una experiencia particular. El que hablaba era Nicanor, Raúl escuchaba.
Zurita escribió versos con el trazo que dejaba un avión en el cielo de Nueva York.
Por Cristóbal Gaete
Wilson Gajardo Blackwood
"Fui a hablar con él y me dijo que si lo dejaba escuchar vals peruano estábamos bien. Construimos una amistad de mucha risa", cuenta Rafael Gumucio.