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- Usted sostuvo que "bastó que la derecha llegara al poder en 2010 para que la centroizquierda borrara con el codo lo que había ovacionado en 2005", y se preguntaba cómo pudo cambiar de opinión en un tema tan de fondo y en tan breve plazo.
- Exactamente. La centroizquierda no le ha explicado al país por qué cuando Lagos era Presidente aplaudió un cambio constitucional, refrendó las palabras del mandatario en el sentido de que era una reforma definitiva que la convertía en una Constitución democrática, la "casa de todos", como la llamó Lagos, y cinco años después, cuando perdió el poder, esas palabras se las llevó el viento.
- Su interpretación es que el ataque a la Constitución iniciado en 2010 habría buscado deslegitimar una institucionalidad que desde ese año hizo posible que la derecha también ganara elecciones con mayoría absoluta.
- El para qué es un tema central. Tengo la convicción de que el desafecto, la distancia, la decisión de un sector importante de la centroizquierda moderada de pasarse a una lógica del desmantelamiento institucional y del sistema económico, tiene que ver directamente con el hecho de que la derecha finalmente logra imponerse en nuestro sistema democrático y convertirse en una alternativa legítima con un respaldo de la mayoría absoluta de los electores. Ese es el factor clave que explica este cambio tan drástico en las posiciones desde 2005 al 2010 en materia constitucional.
Mínimos comunes de legitimidad
- ¿De qué asuntos debe hacerse cargo prioritariamente una nueva Constitución?
- A mi juicio, el tema fundamental de una nueva Constitución es una cuestión que va más allá de los contenidos de la carta. Tiene que ver con relegitimar un acuerdo, un pacto social, con establecer mínimos comunes de legitimidad. Creo que el principal problema que tenemos en Chile es que no hay acuerdos mínimos respecto de las reglas del juego, que es lo que define una Constitución; las reglas del juego para resolver cómo se distribuye el poder, para establecer cómo se crean las leyes. Nosotros arrastramos un desacuerdo histórico desde hace muchas décadas, desde antes de la Constitución del '80. Un desacuerdo y una fractura que vienen desde la década de los 60, que se fueron profundizando hasta llegar a institucionalizarse por la vía de la Constitución durante el régimen militar. Ese es el gran desafío, pienso yo, el de volver a ser capaces de reencontrarnos para poder mirar el conjunto del sistema institucional y la manera en que permite la distribución democrática del poder.
- ¿Se están cifrando expectativas demasiado altas en la Constitución, como si fuera a resolver todos los problemas? ¿Hay un manejo responsable de ellas o ve peligro de frustración?
- En general, creo que ha habido un manejo bastante poco responsable, sobre todo por el mundo de la centroizquierda, de las expectativas asociadas a este cambio constitucional. La gente ha terminado por creer que la Constitución va a arreglar los problemas sociales de manera más o menos inmediata. Además, estamos viviendo la peor crisis económica de los últimos 40 años, la pandemia ha agravado la situación derivada del estallido social de octubre, y estamos en un escenario muy difícil, que exige redoblar los esfuerzos a los actores políticos para ser responsables, tener un manejo adecuado de las expectativas. Lamentablemente creo que eso no se ha hecho y eso puede ser el caldo de cultivo para frustraciones muy profundas en la sociedad chilena.
- Agustín Squella dice que si ganara el Rechazo significaría que vivíamos en un país más raro y acobardado de lo que creemos.
- Me imagino que se refiere a que en todo lo que se ha observado en materia de encuestas y estudios de opinión, hay una tendencia muy amplia a la aprobación. Por tanto, si terminara ganando el Rechazo, sería indicativo de que tenemos un país al que le cuesta todavía mucho lidiar con sus complejidades. Pero sinceramente, veo poco probable que gane el Rechazo, aunque no deja de ser probable que la diferencia entre Apruebo y Rechazo sea muchísimo menor a lo que han anticipado y adelantado las encuestas hasta hoy. Creo que ahí sí puede eventualmente haber una sorpresa.
- ¿Qué rol le asigna al proceso constitucional en resolver lo que usted califica como uno de los grandes problemas que tiene Chile, que es el de la legitimidad de las diferencias?
- Le adjudico un rol absolutamente central, yo creo que es una gran oportunidad histórica, más allá de las discrepancias entre las posiciones de este proceso constituyente, que pueden ser efectivamente por circunstancias cuestionadas y criticadas, sobre todo por la imposición a partir de un escenario de violencia extrema como el que se registró a partir del 18 de octubre. Pero creo que ya embarcados en este acuerdo, firmado desde la UDI hasta un sector del Frente Amplio, hay que tratar que dé resultado. Para mí, como digo, el principal desafío de los actores políticos es que este proceso sea efectivamente una vía institucional para terminar con los cuestionamientos a la legitimidad de la Constitución, generando mínimos comunes con grados de legitimidad amplios y razonables. Creo que ese es el desafío de hoy, pero no tengo la certeza de que ese resultado esté de por sí asegurado. Que sea posible va a requerir de mucho trabajo, esfuerzo y generosidad de todos los actores.
LA DERECHA EN LA COMISIÓN CONSTITUYENTE
-Mirando hacia la comisión constitucional, Cristóbal Bellolio dice que si la derecha concentra su poder en una sola lista y la oposición se fragmenta, como el sistema sobre representa a la lista más grande, la primera podría obtener 40% o más…
- Estoy de acuerdo. Si uno mira las cifras electorales, la derecha tiene en torno a un 38% o 40%, o incluso sobre ese porcentaje de aprobación en elecciones generales, entonces, lo más probable es que eso se reproduzca y se replique en la elección de los constituyentes. Por lo tanto, a mi juicio el gran desafío es que los otros actores, de la centroizquierda y la izquierda, acepten que la derecha va a tener un rol relevante, incidente, asociado y proporcional al peso que tiene en los resultados electorales. Ese es uno de los grandes interrogantes de este proceso que comienza
- ¿Usted va a votar apruebo o rechazo?
- Estoy en un Apruebo más bien escéptico. Escéptico por lo que dije, porque veo que el proceso constituyente tiene muchas dificultades, comenzando por el gran desafío de que un sector de la izquierda esté disponible para elaborar y construir una nueva Constitución con una derecha que va a tener una representación muy importante en la convención constitucional y el proceso constituyente.
- ¿Qué opina sobre la actuación del Frente Amplio previo a la inscripción en las primarias y sobre el clima de recriminaciones que generó en la oposición?
- Creo que el Frente Amplio está siendo fiel a las razones de existencia, es decir, en una mirada muy crítica del Chile de la Concertación y en el imperativo de constituirse en una alternativa a esa centroizquierda. Al final, más allá de la des prolijidad en las formas, su decisión de competir responde a una posición estratégica: no desperfilarse y no terminar representando lo mismo que hoy encarna la ex Concertación. Este quiebre se iba a producir más temprano que tarde y lo interesante es ahora ver cómo se reordenan las fuerzas opositoras y cuáles son los efectos electorales de este reordenamiento.
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- ¿Está de acuerdo con que el Senado haya rechazado levantar las inhabilidades a parlamentarios y cores para que pudieran participar de otros comicios renunciando a sus cargos al momento de la inscripción de las candidaturas?
- Yo soy partidario de mantener las inhabilidades, sobre todo en el contexto actual, donde hay una crisis de legitimidad muy fuerte de los actores políticos. Lo razonable era pedir que no se siguiera dando curso al proyecto de las "sillas musicales", eso de ir postulando de un cargo a otro. Creo que es bueno que esas inhabilidades se mantengan. Y en mi opinión este tema debe ser zanjado en una discusión en el marco precisamente del proceso constituyente. Me parece que no solo es un tema que hay que discutir en términos de una próxima elección, sino de mediano y largo plazo, el cómo deben plantearse las inhabilidades para pasar de un cargo electivo a otro.
LAS DEFINICIONES DEL MINISTRO
- En una reciente entrevista el ministro Víctor Pérez sostuvo que nadie estaba preparado para el nivel de violencia y destrucción que partió el 18 de octubre, que Carabineros fue uno de los baluartes en la defensa del estado de derecho y que la democracia no funciona sin orden público. ¿Qué opina?
- Estoy de acuerdo, creo que la defensa y la mantención del orden público son objetivos permanentes de todo gobierno, de toda autoridad democrática. La colaboración para la mantención del orden público es también una obligación y una responsabilidad de todos los actores del sistema político, de los actores sociales en general. Y creo que, lamentablemente, el quiebre del orden público y la destrucción y la violencia que se vivió en Chile a partir del 18 de octubre, le hizo y le está haciendo muchísimo daño a la convivencia. Pienso que el haber observado la irrupción de actores políticos que legitimaron, justificaron y contextualizaron la violencia, es uno de los principales problemas que tiene hoy día la convivencia en la sociedad chilena.
- Se pregunta igualmente si quienes auguran una nueva ola de violencia quieren que no sea el plebiscito quien resuelva la voluntad de los chilenos, sino la violencia….
- Comparto también su juicio, porque hay sectores que creen que los problemas, particularmente el desacuerdo constitucional, pueden resolverse por la vía de la imposición de un sector sobre otro a través de medios violentos, a través de la coerción. Y yo creo que el gran desafío que tiene este proceso constituyente es ser exactamente lo contrario, es representar una vía institucional, pacífica, deliberante, democrática de resolver los problemas. Y por lo tanto el gran desafío del proceso constituyente es poder aislar y dejar al margen a los sectores que quieren utilizar la violencia para imponer sus propios términos en la política nacional.
- También afirmó que el legado del Presidente es un camino institucional para resolver las diferencias cuando un sector quiso transformar el país a través de la violencia y muchos sectores democráticos mantuvieron silencio ante ello.
- Efectivamente, Sebastián Piñera en un momento crítico, en esa noche del 12 de noviembre del año pasado, tenía la opción de volver a llamar a los militares a la calle e intentar aplacar la violencia que se estaba observando en el país de manera muy dura, con todas las consecuencias que eso implicaba. Pero optó por adherirse a un acuerdo institucional de la clase política para que se hiciera viable un proceso constituyente. Por lo tanto, en un momento crítico tomó la decisión de que era preferible optar por el camino institucional y por un proceso constituyente para abordar los factores que estaban generando mucha tensión y mucha violencia en ese momento. 2
Yo soy partidario de mantener las inhabilidades, sobre todo en el contexto actual, donde hay una crisis de legitimidad muy fuerte de los actores políticos. Creo que lo razonable era pedir que no se siguiera dando curso al proyecto de las 'sillas musicales".
Arrastramos un desacuerdo histórico desde hace muchas décadas, desde antes de la Constitución del '80. El gran desafío es volver a ser capaces de reencontrarnos para mirar el conjunto del sistema institucional y la manera en que permite la distribución democrática del poder".
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Si uno mira las cifras electorales, la derecha tiene en torno a un 38% o 40%, o incluso sobre ese porcentaje de aprobación en elecciones generales, entonces, lo más probable es que eso se reproduzca y se replique en la elección de los constituyentes".
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