La película perdida de Ruiz que apareció en una bodega
FICValdivia estrenó "El tango del viudo y su espejo deformante", la película póstuma del cineasta que su viuda sacó del Normandie.
Raúl Ruiz no deja de asombrarnos. Tres años después de esa comedia ácida e inesperada que es "La Telenovela Errante", llega "El tango del viudo y su espejo deformante", para reafirmarnos que un cineasta que siempre nos habló de fantasmas no podía hacer otra cosa que seguir dirigiendo desde la muerte. Los médiums, si queremos seguir la lógica espectral, son la productora Poetastros y, por supuesto, Valeria Sarmiento, quien definitivamente continúa dialogando con Ruiz a través del cine.
Un poco de contexto: en 1967 "El tango del viudo" iba a ser el primer largometraje de ficción del director de 25 años de edad. Contaba con un financiamiento del Cine Club de Viña del Mar y un grupo de actores conocidos en el teatro y la televisión de la época como Rubén Sotoconil, Delfina Guzmán, Luis Alarcón y Shenda Román. Como dicta el manual invisible del cine independiente, muchos interiores fueron filmados en la casa de Ruiz mientras que las calles de Santiago proporcionaron los exteriores. La película marcó, además, el vínculo del director de fotografía argentino Diego Bonacina ("Tres tristes tigres", "Valparaíso mi amor") con el cine chileno.
"El tango del viudo" no pudo ser terminada por falta de presupuesto para la posproducción. Ruiz se embarcó en "Tres tristes tigres" y el material quedó abandonado y perdido, hasta que fue recientemente encontrado en las bodegas del Cine Arte Normandie. "El tango del viudo y su espejo deformante" es el rescate de la película, pero intervenida por Sarmiento con la colaboración del escritor Omar Saavedra. Tuvo su estreno nacional esta semana en el Festival de Cine de Valdivia y seguirá recorriendo eventos cinematográficos en lo que queda del año.
El punto de partida es el poema homónimo de Pablo Neruda, sometido a las ironías de Ruiz. "Era la historia de un hombre cuya mujer se suicidaba y después se le aparecía como un fantasma", le contaría más tarde el director al escritor francés Benoît Peeters. "A fuerza de frecuentar al fantasma, el hombre comienza a parecerse a él, de modo que va afeminándose cada vez más. Pero al final descubrimos que jamás estuvo casado y que se trataba simplemente de un desdoblamiento de la personalidad, de un juego esquizofrénico".
El primer plano es la antesala de una película de terror. Iriarte (Sotoconil) encuentra el cadáver de su mujer en el baño mientras toma su café matinal. La banda sonora de Jorge Arriagada potencia la expresividad del claroscuro. Pronto aparecerán las digresiones propias de Ruiz, el humor, los diálogos ingeniosos y el carisma colectivo de ese elenco que brillaría en "Tres tristes tigres". También lo sobrenatural: alucinaciones, maullidos de gatos, pelucas que se desplazan por el departamento, violines chirriantes, los pormenores del tango sombrío de un muerto en vida. El añadido de "Y su espejo deformante" es el aporte de Sarmiento, quien convierte la película en un díptico experimental, invirtiendo la primera mitad como si fuese una proyección en los láminas reflectoras del subconsciente. Todo corre hacia atrás, las imágenes, los movimientos, el sonido, la música, menos los pensamientos de ultratumba que revisitan la historia desde postrimerías fantasmagóricas.
"El tango del viudo y su espejo deformante" es una gran experiencia co-dirigida por Ruiz desde el más allá. Está claro que, considerando estos últimos milagros fílmicos, nadie podría atreverse a dar su filmografía por terminada.
La cinta no había sido terminada por falta de fondos para la posproducción.
Por Andrés Nazarala R.
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