Enhorabuena
Abogado Premio Nacional de Humanidades Académico de la Universidad de Valparaíso "Desde una hoja en blanco, cómo no, porque se tratará de eso, de una nueva Constitución no determinada por alguna anterior, mas no por ello desde cero, desde la nada, como si estuviéramos en 1810 y tuviéramos que pensar en nuestros primeros documentos constitucionales. En este sentido, como en tantos otros, tenemos que mantener la confianza en nuestro país, en nosotros mismos, en el grado de madurez alcanzado luego de 210 años de vida independiente, en que tenemos una historia y una doctrina constitucional que tomar en cuenta".
Escribo estas líneas antes de conocerse los cómputos finales del plebiscito de ayer, aunque todo parece indicar que se ha impuesto la opción por el Apruebo y por una Convención Constitucional, y todo eso en medio de una amplia y ejemplar participación ciudadana. Enhorabuena por ello, para todos los que votamos por esas dos alternativas, aunque enhorabuena también por el país, puesto que supo tomar una determinación tan relevante en aplicación de las reglas de la democracia, esa forma de gobierno a la que tanto los del Apruebo como los del Rechazo no querrían renunciar bajo ninguna circunstancia. La regla de la mayoría, propia de la democracia, es puramente cuantitativa, de acuerdo, pero siempre será mejor contar cabezas que cortarlas, elegir autoridades y tomar decisiones públicas importantes sin derramamiento de sangre, sustituir por el voto el tiro de gracia del vencedor sobre el vencido.
Enhorabuena también para quienes votaron por las alternativas perdedoras, porque son y continuarán siendo actores de la vida política y electoral de un país que aprendió ya que los rivales políticos son eso -adversarios-, pero no enemigos. Con los adversarios se conversa, se dan y escuchan razones, se buscan acuerdos, y solo cuando el acuerdo se torna imposible se recurre a votaciones en las que se aplica la regla de la mayoría.
Dado ya este paso, el siguiente será votar para formar la Convención Constitucional, luego de lo cual vendrá la instalación y el trabajo de esta, durante 9 meses, un trabajo que no será a puertas ni ventanas cerradas, sino en conexión con la ciudadanía. La Convención tendrá mucho que escuchar antes de que sus integrantes se formen sus propias y definitivas opiniones. Escuchará, leerá, revisará, invitará, debatirá, y, lo más probable, ya sea toda ella o dividida en grupos, recorrerá el país para conocer mejor los problemas y planteamientos de las regiones. Una Convención que, al ser elegida por sufragio universal, reflejará la diversidad política y social de un país que tanto se siente heredero de un pasado como protagonista de su hora presente y agente igualmente de su futuro. Una Convención que no estará sola, y que actuará asistida por una secretaría técnica y por expertos en variadas materias. Una Convención que sabrá que lo que se espera de ella es una nueva Constitución para el país y no solo para una parte o facción de este. Una Convención, en suma, que entenderá que la nueva carta fundamental no será una Constitución de la revancha contra la que actualmente nos rige y que aprovechará incluso aquello de esta que parezca bien o adecuado.
Desde una hoja en blanco, cómo no, porque se tratará de eso, de una nueva Constitución no determinada por alguna anterior, mas no por ello desde cero, desde la nada, como si estuviéramos en 1810 y tuviéramos que pensar en nuestros primeros documentos constitucionales. En este sentido, como en tantos otros, tenemos que mantener la confianza en nuestro país, en nosotros mismos, en el grado de madurez alcanzado luego de 210 años de vida independiente, en que tenemos una historia y una doctrina constitucional que tomar en cuenta.
¿Por qué no decir que al votar ayer sentí una vibración parecida a la del plebiscito de octubre de 1988? Ese plebiscito nos condujo a la democracia, a una democracia limitada, muy limitada, que fuimos corrigiendo poco a poco -muy poco a poco, a decir verdad-, y el plebiscito de ayer nos conducirá ahora a una mejor democracia.
Una vez que la Convención termine su trabajo habrá un nuevo plebiscito, esta vez con voto obligatorio, y atendida la gran cantidad de jóvenes que concurrieron ayer a las urnas, bien podría ser que volviéramos al voto de ese carácter en todas las futuras elecciones para cargos de elección popular. Vivir en sociedad entraña derechos de los que todos somos titulares, pero también impone deberes, deberes tan fundamentales como los derechos de ese mismo carácter, entre los que debe contarse el de sufragar en las votaciones populares.
¿Dos imágenes inolvidables de la jornada de ayer? Ambas corresponden a mujeres: Olga, de 100 años, votando en Linares en su silla de ruedas, y Camila, en su local de votación en Temuco, postrada y cubierta en una camilla a raíz de una enfermedad degenerativa que la afecta.
Agustín Squella