"Me gusta eso: escribir para una misma en el futuro"
"Diario pinchado" es la segunda novela de la poeta y escritora argentina Mercedes Halfon que se publica en Chile. Mediante anotaciones explora qué pasa una vez que la pasión se diluye y el colchón se desinfla.
Una poeta viaja a Berlín a buscar a su amado, quien está becado allá gracias a sus versos. El departamento de un estudiante nunca ha sido territorio de lujos, menos el de él, que duerme en un colchón inflable y, ahora, junto a ella. El colchón se empieza a desinflar. Se va el aire de manera suave, como un relato en voz baja. O ni siquiera con esa voz tan íntima que tiene el amor cuando se diluye: esa es la historia de "Diario pinchado", la segunda novela de la también poeta y cineasta argentina Mercedes Halfon, publicada en Chile por Lecturas Ediciones.
"Cuando despertamos estamos directamente en el piso sobre algo que parece un lago que se evaporó", escribe ella a las dos semanas del reencuentro con su poeta amado. Quince días más tarde, anota "¿cómo puede fugarse todo ese aire por un orificio del tamaño de un alfiler?". Y, en la noche siguiente, "con dos cuerpos se desinfla a más velocidad pero el mientras tanto es más equilibrado".
Una tarde en que él trabaja en el texto final de su beca y ella lee a poca distancia, disfrutando de los momentos en que logran una conexión visual, recuerda el romanticismo de "Las penas del joven Werther", de Goethe, cuya sensibilidad es llevada al extremo, y ella bromea: "Supongo que ya nadie quiere ser esa clase de poeta y amar de esa manera sin remedio, absoluta, total". Pero luego, en la noche, tras el bar, apunta "pero mucho más difícil que la distancia es la cercanía".
-¿Siempre se escribe para alguien?
-A veces cuando una escribe imagina posibles lectores, como el novio, la madre, equis escritor, y ese ejercicio en la mente va cambiando el texto. Incluso después del primer trance de escribir, cuando leemos lo hecho tiempo después, ya somos otros, generalmente menos complacientes o más duros. Me gusta eso: escribir para una misma en el futuro.
-Ella en el relato suena muy confesional. ¿Es autobiográfico?
-Que sea un diario puede prestarse a la confusión de que es un registro autobiográfico y no lo es. Me interesaba el género diario, en particular el diario de viaje, que me permitía un tono íntimo, estar pegado a la voz de alguien sin tener una panorámica de lo que pasa por fuera de eso. Son palabras como dichas en voz baja. Estás escuchando lo que una persona vio y sintió, con días y horas determinadas, lo que se piensa en la madrugada probablemente sea repensado a la mañana siguiente, pero en un diario queda plasmado así, como un registro de sensaciones y estados de cierta ambigüedad o confusión. Para escribirlo tomé algunos elementos de un diario de viaje que hice en Berlín, en 2015: los paseos por la ciudad, las visitas a los museos y los teatros, pero fue un viaje muy distinto que hice con mi hijo chiquito. Pero también introduje en la novela temas de los que me interesaba hablar, como el proceso interno de una joven que se separa de su pareja, la sensación de estar perdido en una ciudad, ser extranjero y no comprender el idioma y algunas reflexiones en torno a la poesía.
-¿Cómo fue tu viaje de la poesía a la prosa?
-Sigo escribiendo poesía, aunque menos. La narrativa apareció hace unos años y me tomó por completo, porque encontré que se me daba con fluidez y con la poesía venía un poco trabada. Necesitaba una serie de condiciones extraordinarias para escribir un poema, que me volvían la escritura por momentos inaccesible. La narrativa, o este tipo de textos que escribo, que tampoco tengo claro qué son, aparecieron y me allanaron el camino, estoy escribiendo todo el tiempo y en ese sentido lo que me parece más importante es eso, que la escritura fluya. Obviamente, a veces es difícil, doloroso, se entra en estados de ansiedad bastante extraños vistos desde afuera, pero el entusiasmo persiste. De todos modos, mi relación con la prosa sigue estando mediada por la poesía, el modo de escribir, como leer en voz alta, pensar las frases desde su sonido o su acentuación, porque (el verso) es mi primer escuela, leo y pienso en poesía casi todo el tiempo, así que finalmente no creo que estén tan separadas.
-¿Crees que la protagonista es una exploradora en busca de su amor como tesoro?
-La narradora viaja a Berlín con una idea romántica, idealiza el encuentro con su pareja y lentamente se da cuenta que eso que busca no está ahí, que tiene que ajustar el objetivo, que hay que buscar por otro lado. El diario es el registro de esa decepción.
-¿Piensas que los poetas ya no aman? ¿Se entregaron a la fiesta?
-¡No diría algo así! (…) En la novela aparecen algunos poetas vistos desde esta narradora, que también es poeta, y como no está escribiendo poesía en ese momento, está en crisis, tiene una mirada un poco suspicaz. Está resentida con los poetas que la rodean. Más que la fiesta diría que estos poetas están entregados a las becas. Hay algo que pasa cuando los escritores quedan capturados en esos espacios institucionales, de obligación de la escritura. Más cuando son latinoamericanos y están en Europa. Igual la poesía siempre encuentra su lugar para emerger, dentro o fuera de las becas. A la narradora le ocurre que hay algunos días, en los que experimenta algo que podría parecerse a la poesía en el sentido de ser un recorrido marginal, apartado del gran relato, y de las luces de los grandes protagonistas.
-Acá en Chile son mejores las fiestas de los poetas que las de los narradores. ¿Cómo es en Argentina?
-Acabo de terminar 'Poeta chileno', de Alejandro Zambra, y la fiesta de poetas que cuenta me hizo reír mucho y recordar a fiestas de poetas de acá. Alguien se agarra piñas (a combos) con otro por una publicación en Internet hace seis meses, cosas así. Coincido con su idea de la poesía como una especie de familia, disfuncional por supuesto.
además de poesía y novela, Mercedes Halfon escribe crítica cultural en Página/12.
Por Valeria Barahona
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