Don Robinson, Pato, Tania y la familia León
Las 19 páginas de descargos por el caso acoso parecieran revelar en qué se ha convertido la alguna vez Ilustre Municipalidad de Valparaíso.
El "abordaje", según precisa el sumario respectivo para referirse a un caso de acoso sexual, del periodista de la Municipalidad de Valparaíso, Patricio Aeschlimann, contra la exabogada del gabinete del alcalde Jorge Sharp, Tania Quezada, habría sido inadecuado según el proceso sumarial finalizado un año después de los hechos, el cual determinó la suspensión por 60 días y el 50% de reducción de sueldo para el entonces jefe de prensa municipal.
En sus descargos, la abogada del periodista -Silvia Mena Barrera- alega una suerte de montaje ("mise en escense (sic) la llama elegantemente, quizás refiriéndose al término mise-en-scène), que tendría como objetivo mancillar la "impoluta administración que ha llevado el Alcalde Sr. Jorge Sharp y su conglomerado".
Continúa la abogada Mena estableciendo que el gabinete municipal inicial, comandado por Javier Valenzuela, no tenía experiencia técnica en el sistema de compras públicas, salvo por la también abogada Quezada y el "activista" Robinson Delgado.
Así, una de las primeras polémicas habría ocurrido cuando Aeschlimann defendió con uñas y muelas el presupuesto municipal, mientras la encargada Rocío Venegas (posterior autora de "La Traición de Sharp") y sus compañeros empujaban hacer el gasto contratando una productora audiovisual y un community manager para el Censo de 2017. La productora en cuestión, denuncia Mena, estaría asociada a Samuel León, otro miembro del gabinete, quien incluso dedicó horas de oficina a trabajar en una cosa que se llamó "Making of Mimo Tuga Campaña #Censo 2017", lo que habría generado la molestia del periodista, principalmente porque tal ejercicio no comulgaba con el eslogan de "las manos limpias". La CM, a todo esto, era Juanita Chacón, supuesta "pareja de don Robinson", todo esto avalado por Tania Quezada. Ello, siempre en los descargos de Aeschlimann, motivó que este último manifestara su total desacuerdo y ruptura irreparable con el resto del gabinete. Incluso, como ciudadano de bien, el señor Aeschlimann ofrece que, de ser necesario, se remitan los antecedentes al Ministerio Público y se oficie al CDE por estar frente a "una eventual negociación incompatible, prevista y sancionada en el artículo número 240 del Código Penal".
Asimismo, Aeschlimann denuncia que se designaban a dedo (por don Robinson) las organizaciones sociales beneficiadas con dinero de las empresas portuarias e incluso se desviaron fondos de la Mesa de Responsabilidad Social para compras municipales utilizando una organización social de "pantalla", que habría sido "La Maquinita de los Sueños".
"Tras unas cervezas en el sector de la plaza Aníbal Pinto", Aeschlimann le confidenció a Quezada que no confiaba en León y Delgado. Poco después, ella le negó asesoría, lo que derivó en que éste cometiera varios errores en la confección del periódico Valparaíso Ciudadano, por lo que se fue de sumario administrativo. Quezada, según Aeschlimann, le dijo que firmara y no se preocupara, que ella lo defendería. La defensa en cuestión fue el hazmerreír al basarse en una ley del Código Civil peruano.
Llegó otro jefe (¿Paulo Gómez?), se formaron dos bandos y un buen día Aeschlimann fue a la oficina de Quezada a comer galletitas que ésta trajo de sus vacaciones de un mes en Australia. Él se despidió, "como siempre", de manera afectuosa.
Cuento corto: se le denunció por acoso un mes después. El acusado adjunta también una suerte de árbol genealógico de la familia León, que conectaría al psicólogo que certificó el estado de la denunciante con el León de más arriba, el de la productora del mimo Tuga y el censo de 2017. Nada que ver la pareja de don Robinson, la ley peruana treinta mil y algo ni la "mise en escense". ¿Se entiende?