El mensaje tras la renuncia de Opaso
Las declaraciones del conocido sacerdote encierran verdades oportunas para la marcha del proceso constituyente. El papel de este meritorio religioso no estaba en la tarea contingente de un debate, que debe ser debate de principios, sino que en el aporte de sus experiencias para dar rango constitucional a disposiciones que permitan superar problemas que él conoce en terreno.
¿Es inconveniente que un sacerdote activo participe directamente en un tema político? Pareciera que sí y esa es la razón de fondo por la cual el presbítero Enrique Opaso desistió de postularse como candidato a la Convención Constituyente.
La inconveniencia le fue advertida por el administrador apostólico de la Diócesis de Valparaíso, monseñor Pedro Ossandón.
Pero Opaso, en declaraciones a este Diario, esgrime también otras razones. El monto de la remuneración asignada a los constituyentes y gastos asociados al cargo le parece excesivos. Además, llama "martingala" al tema de los cupos reservados. Afirma que se busca "aumentar el número de constituyentes para lograr los dos tercios". Y con dos tercios asegurados se puede tomar cualquier acuerdo.
Agrega que "la gran votación que tuvo la Convención Constitucional lo único que dice es que no queremos a los políticos de siempre metidos en esta cuestión, queremos a otros nuevos, pero los partidos no quieren entregar sus cupos y los que venimos del mundo civil no queremos ir por un cupo de ningún partido político, porque si uno va de la mano de un partido tiene algunos compromisos finales que no nos hace enteramente libres, y por tanto, hoy día es muy difícil que uno como independiente pueda acceder casi en igualdad de condiciones".
Tiene razón en cuanto a las ataduras políticas, pero él, como sacerdote, tampoco es libre, pues sus actuaciones en un escenario constituyente estarían marcadas por el Magisterio de la Iglesia Católica.
En Fratelli tutti, su última encíclica social, el Papa Francisco, llama "a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo diseño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras".
Ese habría tenido que ser el mensaje de Opaso como constituyente, pero pese a su tremenda oportunidad, habría perdido fuerza atrapado en sus ataduras clericales.
Por tanto, el papel de este meritorio sacerdote que trabaja en la primera línea contra la miseria y la desigualdad como director del Refugio de Cristo, no estaba en la tarea contingente del debate, que debe ser debate de principios, sino que en el aporte de sus experiencias para dar rango constitucional a disposiciones que permitan superar esos problemas que él conoce en terreno.
Recibir y buscar aportes, más allá de las consignas, es la tarea de los futuros integrantes de la Convención Constitucional sin la trampa de los números y de mayorías que pueden establecer falsas verdades. Pero la gran tarea del momento es encontrar esos constituyentes sensatos, abiertos y dispuestos a construir una Constitución convocante, que nos lleve a navegar con un rumbo compartido, tarea en que el mensaje y la franqueza del padre Opaso son contribución pertinente.